Cuando vivía en Cartagena, en los años ochenta, había un gesto terrible que espero haya caído en desuso: era frotarse levemente la piel del dorso de la mano con el índice del otro mientras se indicaba, con una expresión entre el humor y el desprecio, que la persona de la cual se hablaba era negra. Era un gesto que se usaba en ciertos contextos en los cuales esta negritud intentaba pasar desapercibida, y había sucedido algo que la revelaba como un defecto. Quizá era un gesto que sólo hacían los de piel más clara, no sé, lo que sí sé es que la idea que el color de piel mientras más claro, mejor, no respetaba ni clase ni raza…Incluso, hace poco la Alcaldía de Cartagena intentó darle un vuelco a sus implicaciones asociando la frase “negro tenía que ser” a acciones positivas de las personas negras.

Me acordé del gesto con el reciente intercambio de cartas con el por su portada, en la que salen cuatro hermosas jóvenes negras desnudas con dos sirvientas mestizas, mayores, gorditas y vestidas, en el fondo.

El director de SoHo defiende su portada como una reacción irónica y antirracista de la foto de Hola en la que salen cuatro mujeres blancas, ricas y de diferentes edades con dos mujeres negras de edad media y gorditas (todas plenamente vestidas) en el fondo. Para el director la segunda foto es terrible y racista porque las mujeres negras, gorditas y pobres son sirvientas; en cambio la suya es liberadora y emocionante porque las mujeres mestizas, gorditas y pobres son las sirvientas. ¡Ah! Y las chicas negras están desnudas porque, primero, les da la real gana empelotarse para la revista (son emancipadas y agentes de sus propias vidas) y segundo, la revista es una revista de viejas empelotas (es el “estilo” de la revista como el de Botero- lo dice literalmente- es pintar gordos.)

El director reconoce a medias que el racismo radica en hacer identificaciones entre un grupo social, el negro o de tono de piel más oscura, y aquellas cosas que en la sociedad se consideran subordinadas o incluso despreciables. Son identificaciones que se hacen de forma explícita, o implícita, y con diversos grados de intensidad, y las hacen incluso personas de piel oscura.

Entonces, para el director, ponerle sirvientas no-negras (aunque gorditas y vestidas) a las chicas negras es anti-racista porque las asocia a algo que para él es positivo (tener sirvientas.) Y el que las chicas negras se ofrezcan a la mirada y al deseo sexual masculino (y de algunas mujeres, supongo) es para el director algo positivo (son sensuales,) y por lo tanto, algo que invierte los términos negativos de la identificación racista.

Incluso asumiendo que el director de SoHo es un ser humano decente y de buena fe, ignora entonces que, para los que no somos chicos adolescentes obnubilados por las hormonas, las chicas empelotas tienen cara de invitadas del dueño de la casa para una fiesta. Porque, ¿quién anda así en la propia casa? En el mejor de los casos, son chicas poderosas por una tarde pues niegan a voluntad el acceso sexual que con su desnudez prometen. Y las sirvientas, una de las cuales tiene una sonrisa ahí sí irónica, siguen su camino y van a la cocina, le sirven un whisky al dueño y se ríen de las invitadas, frotándose el dorso de la mano con el dedo. Como lo hace el mismo director con esta foto, porque su estilo, a diferencia del de Botero, es brindarle erecciones y sonrisas a los dueños de las casas como la de la foto (y a sus hijos adolescentes, oficinistas, choferes, mensajeros y guardaespaldas) intentando venderles la idea de que además de viriles y por lo tanto” poderosos”, son, como cree serlo él, irónicos, liberados, e inteligentes…

P.D. He estado pensando esto porque montamos con unos compañeros en Los Andes. Si les interesa, pueden hacer allí un test de asociación implícita que detecta la propia tendencia a discriminar…