El sábado pasado, una columna del periodista de El Tiempo, Juan Gossaín indignó a muchos en Cali, sobre todo en redes sociales. La columna analiza la situación de las cuatro ciudades principales del país usando cifras del director de Cifras y Conceptos, César Caballero, y concluye que Cali está “en crisis”. Algunos, como el presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad, Esteban Piedrahita la calificaron de “ligera y trasnochada”. Por eso, La Silla le aplicó el detector de mentiras.

De las seis frases que chequeamos, que son las que tienen que ver directamente con la ciudad, encontramos que sólo una es verdadera. De resto, dos son verdades a medias, dos son falsas y una debatible. Este es el resultado de nuestro detector:

“Entre las cuatro grandes ciudades colombianas –señala Caballero–, Cali es la que muestra un mayor rezago en todos los indicadores económicos y sociales.”

Juan Gossaín

Falso
 

Explicación: Aunque no son claros cuales son “todos los indicadores económicos y sociales” que tuvo en cuenta Caballero para hacer esa afirmación, La Silla encontró varios que indican todo lo contrario. Según el Dane, por ejemplo, la pobreza medida por ingresos bajó de 19,1 a 16.5 por ciento entre 2014 y 2015, es decir, 2.6 puntos porcentuales menos. La pobreza extrema aumentó, pero sólo 0.1 por ciento y el Gini, que mide la desigualdad en la ciudad, bajó aunque muy poco (0.01 por ciento). Además, en ese mismo período, Cali fue la segunda ciudad del país (después de Pereira) que más redujo el desempleo, pasando de 13,1 por ciento a 11,5 por ciento.

En términos comparativos con Bogotá, Medellín y Barranquilla, que es lo que hace Gossaín en su columna, las cifras también lo contradicen. La Silla revisó el indicador de calidad de vida que mide el porcentaje de personas no pobres medida por ingreso, por pobreza multidimensional y con empleo de calidad (es decir, trabajo formal, no precario y adecuado según las competencias de las personas) donde Cali está de tercera, debajo de Bogotá y Medellín. Sin embargo, de las cuatro, es la que más ha aumentado el porcentaje: pasó de 18.2 por ciento en 2009 a 26.7 por ciento en 2014, según un estudio realizado por el experto en pobreza y ex director de Familias en Acción del DPS, Roberto Angulo, para la Universidad College de Londres.

“No creo que haya ningún indicador de calidad de vida que haya empeorado. Las cifras muestran que Cali no se está deteriorando como dice el artículo”, le dijo Angulo a La Silla Pacífico.

 

“El deterioro caleño de los últimos años ha afectado en general al Valle del Cauca, donde el número de suscriptores de los acueductos, en lugar de subir, como sería lo natural, bajó 6 por ciento en un solo año, entre el 2014 y el 2015.”

Juan Gossaín

Falso
 

Explicación: Lo primero que hay que decir en este punto es que el desempeño de Cali en materia de agua no afecta al del Valle porque cada uno tiene acueductos independientes. Además, La Silla revisó el número de suscriptores del acueducto que surte a Cali, operado por Emcali, que pasó de tener 590.402 suscriptores en 2014 a 597.886 al cierre de 2015, es decir, aumentó un 1.2 por ciento. En el caso del Valle, miramos los suscriptores de Acuavalle, la empresa que surte a 33 de los 42 municipios del departamento. Allí, según su informe de gestión del 2015, al cierre del año aumentó el número de suscriptores un 5,42 por ciento que se explican sobre todo porque el Acueducto empezó a cubrir el servicio en el corregimiento de Villagorgona en el municipio de Candelaria. Es decir, en los dos principales acueductos del departamento, los suscriptores aumentaron y no disminuyeron como dice Gossaín.

 

“Según las cifras del Dane, en el área metropolitana de Cali hay en este momento doscientas industrias menos que en hace cinco años”

Juan Gossaín

Cierto, pero
 

Explicación: Aunque en Cali no existe un ‘área metropolitana’, por lo que de entrada la frase de Gossaín es imprecisa, es cierto que el número de industrias ha bajado en Cali. La explicación, según Roberto Angulo y Esteban Piedrahita, presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad, es que las grandes industrias salen de la ciudad porque tener fábricas en suelo urbano se vuelve muy costoso. “Por eso se van a la periferia”, dice Piedrahita. Además, agrega, según datos de la Cámara de Comercio de Cali, el número de empresas manufactureras asentadas en Cali aumentó, pasando de 7.885 en 2011 a 9.913 en 2015, y en su área metropolitana pasaron de 8.549 a 10.802, algo que ha sido una política de la Cámara de Comercio en estos últimos años.

 

“El caso de Cali –agrega Caballero– tiene mucho que ver con un profundo fraccionamiento entre dos ciudades que conviven en una sola, se desconocen y desconfían entre sí: la masa humana del distrito de Aguablanca y otros sectores populares, por un lado, y la clase dirigente y el empresariado, por el otro”

Juan Gossaín

Verdadero
 

Explicación: Según el director del Observatorio de Realidades Sociales de la Arquidiócesis de Cali, Jesús González, Cali no está dividida en dos sino en tres ciudades, pero en últimas, “estas tres coexisten pero no conviven”, como le dijo a La Silla. Las tres ciudades a las que se refiere son, por un lado, la que vive en los extremos: la ladera occidental (Terrón Colorado y Siloé) y el oriente (distrito de Aguablanca) donde se concentra la población más pobre y víctima del conflicto armado. Por otro, la parte que queda entre ambos extremos, donde se concentra el grueso de los sectores de clase media y clase media alta; y el extremo sur, en la comuna de Ciudad Jardín, compuesta mayoritariamente por el estrato seis, como contó La Silla en esta historia.

Entre las tres, según González, se ha creado un ‘muro’ que las divide y que hace invisibles las realidades de violencia, pobreza, y deterioro en la calidad de vida que se viven en los sectores más periféricos de la ciudad.

 

“Y añade que, además, “los efectos devastadores del narcotráfico dejaron a la ciudad con una dirigencia política muy menguada y no siempre en manos de los mejores”

Juan Gossaín

Debatible
 

Explicación: Es cierto que los efectos del narcotráfico son visibles hoy en Cali, como han demostrado análisis del decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle, Boris Salazar Trujillo. Según él, “con cuatro décadas de narcotráfico, sicariato, bandas especializadas en atracos bancarios, fleteo y secuestro, Cali ha tenido todas las condiciones para que crezca una cultura del crimen con el doble atractivo del enriquecimiento rápido y una muerte temprana”. Eso podría explicar por qué hoy Cali sigue siendo la ciudad con mayor número de homicidios (799 en el primer semestre del 2016) seguida por Bogotá con 613, según datos de la Policía Nacional.

Sin embargo, es debatible que por cuenta del narcotráfico la dirigencia política está menguada y no siempre en manos de los mejores como dice Gossaín, citando a Caballero.

Esa afirmación es una opinión. Sin embargo, se puede sustentar por ejemplo, con la Alcaldía de Mauricio Guzmán en 1994 que terminó preso por enriquecimiento ilícito luego de que se comprobara que recibió plata del cartel de Cali para su campaña. Sin embargo, la contradicen otros hechos como que después de más de 20 años de estar inactivas precisamente por la forma en la que el narcotráfico permeó a la ciudad, hayan revivido organizaciones de empresarios que han estado directamente involucrados con la dirigencia pública de Cali y a la puesta en marcha de proyectos para el desarrollo de la región como la Unidad de Acción Vallecuacuana y recientemente, la Fundación para el Desarrollo Integral del Pacífico que lidera Alejandro Éder.

 

“Por último, y como si fuera poco, teniendo la gran oportunidad del puerto de Buenaventura en el Pacífico, los dirigentes caleños no han sido capaces de terminar una buena carretera que genere un crecimiento armónico con el puerto. Eso es un gran desperdicio.”

Juan Gossaín

Cierto, pero
 

Explicación: Aunque es cierto que la doble vía a Buenaventura que conectará al puerto con el resto del país no está terminada, a pesar de que el proyecto está andando desde hace 10 años, no es cierto que sea culpa de los ‘dirigentes caleños’ como afirma Gossaín. La obra, desde que se planteó en 2006 en el Gobierno de Álvaro Uribe ha sido responsabilidad de la nación. Además, los problemas que ha generado el retraso de la obra, que en principio se dijo que estaría lista en 2009 y ya se hacen cuentas para el 2021, también han sido producto de decisiones del resorte del gobierno nacional como destinar poco presupuesto, mal manejo de las comunidades con las que hay que hacer consulta previa, invasiones y contratistas que no fueron efectivos desde el principio, como explicó en El País la directora del Observatorio de Infraestructura del Valle, Lourdes Salamanca en marzo de este año. “Esa vía solo tuvo dinámica desde el 2012”, dijo.

 

Fui periodista de La Silla Vacía a cargo de cubrir Bogotá, el Congreso y las movidas de poder en el Pacífico. Soy politóloga con maestría en periodismo. Me gusta el periodismo de datos, el reportaje y hago fact checking.