El candidato petrista a la alcaldía de Bogotá, Gustavo Bolívar, publicó en su cuenta de X que el Metro de Bogotá fue contratado “sin estudios y sin saber cuánto cuesta” mientras que el metro subterráneo “tenía estudios y precio y lo echaron a la basura”.
Hollman Morris, subgerente de Rtvc, también publicó que al Metro “le aprobaron recursos sin tener los estudios de factibilidad”.
A través del DetectBot de La Silla Vacía (+57 310294010) usuarios nos pidieron verificar esa información. Le pasamos el Detector de Mentiras y encontramos que es engañosa porque tanto el metro subterráneo como el metro elevado tenían los estudios de fase II o factibilidad (viabilidad) del proyecto que son los que se exigen para poder contratar.
Pero para poder abrir la licitación eran necesarios otros documentos que el subterráneo no logró obtener (en gran medida porque Peñalosa se opuso cuando llegó a la alcaldía a darle continuidad) y el elevado sí, como la aprobación del Conpes y el convenio entre la Nación y el Distrito para cofinanciarlo.
Este es el trino que publicó Bolívar:
La publicación de Bolívar y Morris se da en medio de la polémica por la portada que Semana le dedicó a una denuncia sobre supuesta corrupción en el metro de Bogotá. Sin embargo, como La Silla contó, la nota no tiene pruebas contundentes, ni contrastes mínimos y se basa solo en una fuente.
El metro subterráneo no tenía todos los documentos necesarios para abrir una licitación
Como La Silla Vacía ha verificado acá, acá y aquí, el metro subterráneo, que es el que el presidente Gustavo Petro y Bolívar han insisto que se construya, no tenía estudios de detalle, de hecho, tenía el mismo nivel de estudios con el que se contrató la primera línea del metro elevado: ingeniería básica avanzada, o factibilidad.
Petro recibió de la alcaldía de Samuel Moreno unos estudios, llamados conceptuales y conocidos como Fase I, y contrató unos más avanzados que medían la factibilidad del proyecto (si se podía hacer y cómo), que son los de Fase II.
El Banco Mundial, que ponía la plata para estos estudios, avaló su realización y desde un principio el IDU anunció que los llevaría a un nivel de “ingeniería básica avanzada”.
Ahí es importante hacer una aclaración.
Los estudios de ingeniería básica son los conocidos como Fase II, y son un paso previo a los de ingeniería de detalle o Fase III. Este nivel es el que, según la ley, permite iniciar la construcción.
Los de Fase II, según la ley, establecen “si el proyecto es factible para su ejecución”, mientras que los de Fase III son para “diseñar todos sus componentes de tal manera que se pueda dar comienzo a su construcción”.
¿Qué pasó con los estudios del metro subterráneo?
Los estudios del subterráneo llegaron a “ingeniería básica avanzada” quiere decir que una parte llegó a nivel de detalle (Fase III), pero no todos, como contamos aquí y acá.
Los que llegaron a Fase III fueron los estudios de suelos, una parte muy importante de una obra subterránea. Pero aspectos también importantes, como el diseño del puesto central de operaciones o el sistema de alimentación eléctrica, no llegaron a esa fase (aquí puede ver el acta de entrega de los estudios del metro subterráneo).
Aunque según la ley con los estudios de Fase II se puede contratar al constructor de la obra, al proyecto de metro subterráneo le faltaban otros requisitos y etapas necesarias para salir a licitación y ser contratado.
En concreto, no pasó por el Confis ni había un Conpes, una instancia de alto nivel en la que participan todos los ministros y Planeación Nacional, y que son condiciones para que la Nación pueda financiar el 70 por ciento comprometiendo plata de presupuestos de los próximos años.
Ese Conpes nunca se firmó para el metro subterráneo porque en noviembre de 2015 Enrique Peñalosa, recién elegido alcalde, convenció al gobierno Santos de parar la estructuración del metro subterráneo con el argumento de que saldría muy caro.
Ya como alcalde en propiedad, estructuró uno elevado al que Santos sí le firmó el Conpes de importancia estratégica en septiembre de 2017.
El metro de Petro tampoco pasó por el Concejo, que le debía aprobar la plata que la Alcaldía invertiría, equivalente al 30 por ciento del costo total.
Después de eso todavía faltaba mucho trecho para firmar una licitación: firmar un convenio con la Nación que aclarara los términos bajo los cuales cada uno pondría su parte, conseguir el permiso del Congreso a la Nación para endeudarse y buscar los créditos para la plata que pone la Nación.
Para que no le mientan las mentiras sobre las movidas de poder en Colombia, escríbanos a nuestro 🤖Detectbot🤖 que haremos lo posible por chequear las cadenas de WhatsApp que le llegan.
El metro elevado sí tenía estudios cuando fue contratado
La primera línea del Metro de Bogotá se contrató el 27 de noviembre de 2019, durante la administración de Peñalosa y la presidencia de Iván Duque.
Contrario a lo que dicen Bolívar y Morris, para ese momento el proyecto de metro elevado tenía los estudios de Fase II o de factibilidad completa que fueron entregados el 17 de septiembre de 2017 y que son los que permiten, según la ley, contratar al ejecutor. También estaba definido el costo del proyecto, que está establecido en el contrato: 13,8 billones.
Esos estudios de Fase II fueron certificados en el Conpes 3900 del 25 de septiembre de 2017 que Santos le firmó a Peñalosa. Esa certificación nunca la llegó a tener el metro subterráneo.
Además de lograr la aprobación del Conpes, el proyecto de metro elevado pasó por las demás etapas que no pasó el metro subterráneo y cumplió todos los requisitos para ser contratado.
En noviembre de 2017 el metro elevado tuvo la aprobación del convenio de la Nación y el Distrito para su cofinanciación.
Luego, en febrero de 2018 el Concejo de Bogotá aprobó el Acuerdo 699 del 2018, que es el que le da al Distrito el permiso para endeudarse. En julio de 2018 el BID aprobó un crédito para la construcción del metro de Bogotá y en agosto de ese año se suscribieron los contratos de crédito con el BID, el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones.
Es decir, el proyecto de metro elevado cumplía todos los requisitos necesarios por ley para ser contratado, requisitos que no logró tener el proyecto del metro subterráneo.
Además, tampoco es completamente cierto que los avances que se hicieron con el metro subterráneo se hayan echado a la basura, como dice Bolívar.
Dario Hidalgo, profesor de transporte y logística en la Pontificia Universidad Javeriana y experto en movilidad, le explicó a La Silla que “no se echó nada a la basura” sino que se usó en el Conpes 3900 para la decisión.
“Los estudios son para tomar decisiones, no obligan. La ingeniería básica avanzada de la alternativa subterránea demostró los costos y los riesgos de la excavación a cielo abierto en el borde oriental ante la dificultad de usar tuneladora. La información fue la base para la evaluación de alternativas que resultó favorable a la opción elevada. La decisión del Conpes 3900 muestra un mejor uso de recursos públicos con la opción de metro elevado y dos troncales alimentadoras”, explicó Hidalgo.
Conclusión
En suma, las afirmaciones de Bolívar y Morris son engañosas porque tanto el metro subterráneo como el metro elevado tenían los estudios de fase II o factibilidad (viabilidad) del proyecto que son los que se exigen para poder contratar.
Pero para poder abrir la licitación eran necesarios otros documentos que el subterráneo no tenía y el elevado sí, como la aprobación del Conpes y el convenio entre la Nación y el Distrito para cofinanciarlo.

La Silla Vacía es parte del International Fact-Checking Network (Ifcn), la alianza global de verificadores de datos. Como parte de la alianza, firmamos y acatamos un código de principios, que pueden conocer acá