1) El Pacto Histórico no tiene asegurada la fuerza de 2022
La apuesta de la coalición que lidera el presidente Gustavo Petro es elegir 600 alcaldes, incluidos los de las principales capitales del país, y hacerse con la mitad de las gobernaciones, unos 3 mil concejales y 600 diputados, como ya han anunciado. Es una aspiración sin línea de base para medir su desempeño previo, pues la coalición se formó en el 2021 para participar en las elecciones legislativas y presidenciales del 2022.
Sin embargo, el precedente de las elecciones de 2022 muestra que esta apuesta será más difícil lograrla en unos lugares que en otros. La coalición del Pacto Histórico logró la mayor parte de sus curules en la Cámara en departamentos que tienen ciudades capitales grandes, como Bogotá, Valle del Cauca o Antioquia. Esto contrasta con los votos en municipios rurales donde los partidos o movimientos no tradicionales, como Alianza Verde, MIRA, Dignidad y Centro Esperanza, obtuvieron apenas alrededor del 19 por ciento de sus votaciones, como cuenta un análisis de Razón Pública.
Esta diferencia pone en evidencia lo difícil que es para las fuerzas políticas de izquierda obtener alcaldías en los territorios más apartados. Un desafío que pondrá a prueba la capacidad de esta coalición para coordinar alianzas con otros partidos. Algo que, para los académicos, está en duda:
“El Pacto Histórico es una coalición que tiene problemas de acción colectiva para elegir candidatos. Ese es el principal desafío que les veo: hasta qué punto van a poder conciliar las distintas fuerzas que hacen parte del movimiento para llevar candidatos unificados. Creo que es un juego de muchas negociaciones donde el resultado será que no vamos a ver una ola tan avasalladora como se vio en las presidenciales y las legislativas”, dice Juan Federico Pino.
Para el investigador, a Petro le puede ocurrir algo semejante a lo que pasaba con Álvaro Uribe, que no lograba traducir los votos propios en apoyo a sus candidatos, algo que tiene el precedente de su apuesta para poner a Hollman Morris (Colombia Humana) en la alcaldía de Bogotá, donde perdió con una votación inferior al 15 por ciento. A eso se suma que algunas de sus apuestas para estas regionales, como la de Alexander López para la alcaldía de Cali, se han caído en el proceso, por lo que la izquierda no tiene un candidato fuerte en regiones clave.
Un precedente que, para Pino, pone una alerta en la capacidad del petrismo de traducir sus votos en la segunda vuelta de las presidenciales en votos para estas regionales: “El oficialismo ha caído en un artificio retórico, y es que los votos de la segunda vuelta son votos del Pacto Histórico y no son votos de personas que estaban antagonizadas contra Rodolfo Hernández”, dice.
La investigadora Bibiana Ortega ve con más optimismo el desempeño del Pacto Histórico, y dice que desde 2016 viene dándose en el país un voto diferente que está desencantado con la política clientelar, que el Pacto Histórico ha capitalizado y puede seguir aprovechando en estas elecciones.
“El desempeño del Pacto Histórico dependerá de los movimientos de base, y no tanto de la figura Petro. Son muchos los movimientos y plataformas que se han tomado muy en serio su llegada al poder, y son ellos los que pueden pujar y moverse para lograr candidaturas exitosas en octubre”, dice Ortega, que concuerda con Pino con que el Pacto no tiene asegurada la fuerza que tenía en 2022, y que no puede asumir que esos votos los tiene asegurados.