Alejandro Gaviria posiblemente termine compitiendo por el aval del Nuevo Liberalismo, la disidencia que conformó Luis Carlos Galán en el Partido Liberal y que revivió en las últimas semanas la Corte Constitucional. Quizá también llegue a su candidatura el Partido Liberal con Cesar Gaviria a la cabeza, uno de sus impulsores.

La Silla Académica entrevistó a Javier Duque Daza, profesor de la Universidad del Valle y autor de los artículos “Colombia, political leadership in a context of violence. César Gaviria Trujillo” y “Luis Carlos Galán y el Nuevo Liberalismo en Colombia 1979-1989. Las reconversiones de un líder político en un contexto de violencia”, en proceso de publicación.

Con base en ellos, el profesor Duque analiza el lanzamiento de la candidatura de Alejandro Gaviria en el marco de la historia del liberalismo y de dos de sus grandes líderes: Luis Carlos Galán y César Gaviria.

L.S.A:

La Silla Académica

J.D:

Javier Duque Daza

LSA:

La Corte Constitucional abrió la puerta para revivir al Nuevo Liberalismo y por ese camino a otros como Oxígeno, de Ingrid Betancourt. ¿Le pareció acertada la decisión?

J.D:

La Corte no debió darle reconocimiento al Nuevo Liberalismo. 

Lo que hizo Luis Carlos Galán en 1979 lo hacían muchos políticos en el país, crear un movimiento dentro de uno de los dos partidos. Y esa facción funcionaba como una empresa personal. 

El Liberalismo llegó a tener cerca de 20 movimientos en los 80. El punto es que Galán decidió, voluntariamente, renunciar al Nuevo Liberalismo. No fue una persecución la que causó su desaparición. Y lo hizo porque tras una década de competir con poco éxito se dio cuenta de que no podía llegar a la Presidencia sino de la mano del Partido Liberal. Era un sistema bipartidista en ese momento con una historia de más de medio siglo. 

Las negociaciones con el oficialismo del partido venían desde 1987 y en 1988 se dio la reunificación con la que Galán estuvo totalmente de acuerdo como lo dejan ver estos documentos históricos:

 

“Al término de un hondo y prolijo examen doctrinario sobre la esencia del liberalismo hemos encontrado que no hay ninguna diferencia fundamental entre el pensamiento político del Partido Liberal y del Nuevo Liberalismo”.

Nuevo Liberalismo (1988) Documentos del Nuevo Liberalismo No. 32, “Un solo pensamiento político. Declaración del Partido Liberal y el Nuevo Liberalismo sobre la unión Liberal”, p.31

 

“Hemos comprendido, por la gravedad de la situación (del país) y por los riesgos que implica para la libertad de los colombianos, para la paz y para la justicia, que en el Nuevo Liberalismo no puede alcanzar sus objetivos si no se une al resto del partido como creemos también que el resto del partido necesita el concurso de todos sus hombres y de todos los sectores para cumplir su misión. Nos necesitamos recíprocamente o no podemos responderle a la patria en una de sus horas de mayor angustia y más graves dificultades”.

Galán, Luís Carlos, Discurso en la Convención nacional del Partido Liberal, agosto 13 de 1988, nuevo Liberalismo. Documentos Nuevo Liberalismo No. P. 76.

L.S.A:

La sentencia de la Corte Constitucional sobre el Nuevo Liberalismo no ha salido, pero usted no suscribe entonces la tesis de que la violencia fue determinante para que se disolviera…

J.D.:

La idea, según Juan Manuel Galán, de que el Nuevo Liberalismo sufrió el mismo exterminio de la Unión Patriótica no es acertada. Galán fue el hombre más amenazado del país en los 80 y varios miembros del movimiento fueron víctimas de violencia. Pero antes de disolverse, al único integrante que habían asesinado era Rodrigo Lara Bonilla en 1984. En ese entonces, era el ministro de Justicia. 

Entonces, por la vía del Nuevo Liberalismo, cualquier movimiento de la época podría hoy solicitar su personería jurídica. Hasta el patriarca Fuad Char tuvo uno, Voluntad Popular. 

Carlos Fernando Galán y Juan Manuel Galán heredan el reconocimiento jurídico de un partido en una coyuntura electoral en que los avales son importantes. Los partidos surgen cuando hay fracturas en la sociedad y buscan representar las posturas de ciertos sectores. No por “inspiración” o aspiraciones individuales por loables que sean.

Lo que hay en este caso es una desinstitucionalización partidista.

l.S.A:

Luis Carlos Galán es percibido mayoritariamente como un hombre de ideas. Pero usted habla de que pasó por momentos diferentes, incluído uno muy pragmático…

J.D.:

Hay una tendencia a separar la política ideológica de la pragmática, pero ningún político se puede ubicar en alguno de los extremos y ser exitoso. 

La primera etapa de Galán, con el Nuevo Liberalismo, se caracterizó por ser muy ideológica. Con un estilo de mesianismo moralista, como lo llamaba Enrique Santos, se fue en contra de la gran mayoría de la clase política, de los jefes nacionales: de Virgilio Barco, presidente de Colombia en ese entonces; de Julio César Turbay Ayala, director del partido. 

Después tuvo que ceder en los medios porque la maquinaria era indispensable para ganar la Presidencia.

 

“El Partido Liberal oficial y el Nuevo Liberalismo tenemos diferencias sobre la crisis ideológica y organizativa del liberalismo, pero ello no nos impide reconocer que en los sectores mayoritarios hay protagonistas respetables con los cuales pueden darse coincidencias”.

Luís Carlos Galán, Carta al presidente de la república Virgilio Barco Vargas, abril 23 de 1987, en Documentos Nuevo Liberalismo No. 25, p.25.

J.D:

Y terminó abrazado con Turbay Ayala en una convención del partido en el 88, después de que le había dicho clientelista. Sus defensores no pueden olvidar esto. 

Todos los políticos por naturaleza son ambiciosos. Sin ambición es muy difícil ascender.

Pero el fin que era impulsar sus ideas siguió siendo el mismo. Y por eso lo mataron, por su lucha en contra del clientelismo y del narcotráfico. Y sus intentos de fortalecer el Estado cuando la mayoría de políticos estaban enfocados en la mecánica de conseguir votos y mantener sus privilegios. 

Por eso lo mataron los narcotraficantes —el cartel de Medellín con Escobar a la cabeza—asociados con políticos y el DAS. Así lo prueban las condenas del excongresista y excandidato presidencial Alberto Santofimio y del general retirado y director del DAS, Miguel Maza Márquez.

L.S.A:

¿Cómo caracterizaría a Galán y a su liderazgo?

J.D:

Luis Carlos Galán desde sus orígenes fue privilegiado. Venía de una familia de clase media alta de Bucaramanga. Su papá, Mario Galán, fue presidente de Ecopetrol entre 1963 y 1974. 

Galán estudió Derecho y Economía en la universidad de mayor estatus en ese momento, La Javeriana. 

El padrinazgo político ha sido clave en la política colombiana y Galán no fue la excepción. Fue el protegido de dos ex presidentes: Eduardo Santos, quien lo vinculó como periodista y subgerente de El Tiempo y Carlos Lleras Restrepo. Gracias a él fue ministro de Educación en el Gobierno de Misael Pastrana y embajador en Roma.

 

“Al viejo Hefestos le ha interesado la actitud de algunos liberales que perdieron ya la timidez y se sienten capaces de adelantar una política propia con ideas y sin apelar a las artes del clientelismo. Saber actuar como jefe, con actitud y conducta de jefe y con dignidad de jefe es lo que reclama el Partido Liberal, no solo a los miembros de la meritoria generación de 1947 sino a los de las posteriores. A Hefestos le gusta, por ejemplo, muchísimo, el modo de ser de Luís Carlos Galán.[….] No vacila en tomar la responsabilidad de encabezar, sin pedir permiso a nadie, un movimiento político. Como lo hizo Gaitán, valientemente sin acogerse a la sombra del oficialismo, con esa independencia que antes les gustaba tanto a los liberales y que ahora está casi ahogada en un triste pantano de adulación y servilismo”.

El Tiempo, marzo 8 de 1980 “Lleras Restrepo opina sobre Galán”, p. 4B.

J.D:

En segundo lugar, su liderazgo fue altamente personalista, como es propio de la política colombiana. Una comisión en los 90 decía que la democracia colombiana se caracterizaba más que cualquier otra en el planeta porque todo pasaba por las personas y no por las instituciones. 

Galán creó el movimiento, era el de las ideas, era el que escribía. Después sí surgieron otros liderazgos como el de Iván Marulanda, Arturo Saravia, Germán Vargas o Clara López.

Fue un hombre del establecimiento, no un revolucionario. Un reformista, pero institucional. Impulsó varios proyectos para modernizar los partidos políticos y la Registraduría, por ejemplo. 

Al mismo tiempo, pertenecía a la política tradicional y se benefició de reglas como la acumulación de mandatos que le permitió a los partidos Liberal y Conservador concentrar el poder. Así fue senador y concejal de Bogotá y Bucaramanga al tiempo, eso sí sin recurrir a prácticas clientelistas. 

Galán fue muy lejano a la izquierda. El componente social no era central en su discurso porque reconocía que sus electores eran de clase media urbana. Sí se refería a la pobreza y a la precariedad del campo, pero de alguna forma todos lo hacen.

L.S.A:

César Gaviria entra en escena con el asesinato de Galán. Aunque el Partido Liberal está en declive, su liderazgo sigue siendo importante. Fue uno de los impulsores de Alejandro Gaviria. ¿Cómo ha sido su trayectoria?

J.D:

El 89 fue el segundo año más violento de la historia colombiana del siglo XX después del 49. Sólo por mencionar una cifra, estallaron 100 bombas entre septiembre y diciembre. Es lo que se conoce como una coyuntura crítica. Ahí va a cambiar la política del país. 

Tenemos a Galán asesinado, y sus hijos le entregan las banderas a César Gaviria, a quien nadie conocía en ese momento. César Gaviria venía de ser ministro de Gobierno de Virgilio Barco cuando asesinaron a Galán. 

Una cosa es ser un líder político en un sistema bipartidista, como lo fue Colombia hasta 2002 y otro, en un sistema multipartidista.

Ser líder del Partido Liberal por décadas significó ser la persona más poderosa del país. Porque tenía la mayoría de cuotas de poder en la burocracia, tenía los votos para incidir en todas las decisiones, podía determinar quién iba a ser el presidente. 

Gaviria era un político de provincia y más que inteligente, ideológicamente hablando, era muy hábil. Antes de él, la Presidencia sólo la ganaban personas de un círculo de poder muy estrecho concentrado en Bogotá, el último de ellos fue Barco. 

¿Cómo lo logró? Tomó ventaja del contexto. Cuando Galán lo invitó a ser jefe de campaña no lo pensó dos veces. Pudo haberse unido a otro, a Hernando Durán Dussán, más del oficialismo. Supo acercarse a Galán y a su familia. Después ganó la consulta y la Presidencia con la publicidad de Galán recorriendo el camino que ya había despejado. Con la famosa fotografía con el pelo esponjado y el puño. La gente estaba votando por Galán. 

Su estrategia fue una especie de gobernabilidad por reparto: distribuyó el poder intentando tener contento a todo el mundo. 

Nombró a un exguerrillero —Antonio Navarro Wolff— por primera vez en un ministerio. Reincorporó algunas de las guerrillas. Se montó en la ola de la Constituyente, aunque no la quería hacer originalmente, y pasó a la historia como el presidente que lo hizo posible. 

Enfrentó a los narcotraficantes con una política flexible y asestó el golpe de la muerte de Pablo Escobar y la desestructuración del cartel. 

También implementó el neoliberalismo con efectos negativos como la privatización de sectores claves del Estado como la salud y la apertura comercial con la negociación de varios tratados de libre comercio algunos con desventajas para Colombia. 

Ese pragmatismo en el partido más importante del país le dio mucho poder y el impulso para que pudiera estar ocho años en la OEA tras terminar su mandato. Al regresar, volvió a ser director del partido e hizo que su hijo, Simón, lo fuera también. Sólo que ya no es el gran Partido Liberal.

L.S.A:

Ese poder está desdibujado ahora…

 

 

J.D:

Después de 2002 y de la reforma de 2003, se consolidaron más de 10 partidos en el país. Apareció después el Centro Democrático, se fortalecieron los partidos cristianos al igual que Cambio Radical, en este caso con el liderazgo de Vargas Lleras, exintengrante del Nuevo Liberalismo.

El poder de Gaviria declinó porque declinó el Partido Liberal y porque no ha sabido tramitar las tensiones internas. No logró que la primera candidatura de Uribe a la Presidencia fuera por ese partido. Los hechos más recientes fueron la salida de Humberto de La Calle y Juan Fernando Cristo. Antes de Cecilia López, porque no había campo para las mujeres. Y el golpe más duro fue en las elecciones presidenciales de 2018. Menos de medio millón de votos, ni un 10 por ciento de los electores.

Sigue, en todo caso, siendo la segunda fuerza del Congreso. Sigue teniendo poder, lo que no tiene son líderes y un partido que se queda sin líderes se acaba.

Postularon tres veces seguidas a Horacio Serpa, un candidato totalmente perdedor, después no tuvieron candidato y después tuvieron que echarle mano a Humberto de La Calle. 

Por eso entonces la insistencia en la carta de Alejandro Gaviria, que se reconoce como una persona de ideas liberales. Pero otra cosa es ser liberal del Partido Liberal.

L.S.A:

¿No cree que Alejandro Gaviria, como Galán, va a tener que ser práctico y recibir el aval del liberalismo si quiere llegar a la presidencia?

J.D:

Por ahora es más la carga que le representa, tanto que se fue por firmas. Al mismo tiempo, su debilidad es no tener partido. Porque si llega a la final le va a tocar pasar cuatro rondas y el desgaste va a ser muy fuerte: la recolección de firmas, alguna consulta interpartidista, la primera y la segunda vuelta. 

En Colombia tenemos la paradoja de que hay candidatos sin partido y, por ende, sin bancada, lo que durante un Gobierno es fatal para impulsar los proyectos. Y partidos sin candidatos. Algo que debilita la democracia.

Ni el Partido liberal ni el Conservador ni la U ni Cambio Radical tienen candidatos pero sí fuerza parlamentaria. En algún momento deben sumarse a alguna de las coaliciones o de los candidatos. Son como rémoras que viven de algún pez grande.

Cualquier aspirante a la Presidencia hoy tiene que conformar una coalición, porque si no, las  matemáticas no dan. Si uno piensa en el conjunto del electorado ninguno puede ganar solo. El primer criterio es la cercanía ideológica o programática pero también la personal.

Gaviria no va a tener problemas recogiendo las firmas que necesita. Pero para empezar a figurar en las encuestas va a necesitar al Partido Liberal con seguridad.

L.S.A:

Aunque se dice que en las presidenciales el voto de opinión pesa mucho…

J.D:

No necesariamente. Ningún presidente se ha elegido a punta de voto de opinión. Uribe fue elegido por votos de congresistas que se empezaron a pegar como un imán. Igual que Santos y Duque.

El electorado de opinión como franja, además, está dividido entre Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez, el mismo Petro. La pregunta es de dónde va a sacar electores Gaviria.

En cuanto al discurso, Petro es muy fuerte, Zuluaga no lo hace mal, por ejemplo. 

Estas elecciones son muy interesantes porque tienen elementos nuevos y dinámicas que le introducen incertidumbre. La izquierda ha ganado mucho espacio, por ejemplo, hay un cambio generacional muy fuerte, los jóvenes han irrumpido y esa corriente política podría tener expectativas de ganar. 

Al mismo tiempo, hay otras continuidades como el peso que siguen teniendo las maquinarias políticas. Algunos han leído la quemada de Vargas Lleras en contra de esto. Mi tesis es que todos los congresistas movieron el electorado por Duque. Semejante bancada. Ellos son los que mandan a los políticos locales y los dueños de los votos están en los municipios.

L.S.A:

Como a Galán, a Alejandro Gaviria también lo identifican como un hombre de ideas. ¿Cree que va a hacer una diferencia en estas elecciones?

J.D:

No es cierto que aquí no haya debate de ideas. Petro debate todo el tiempo ideas. Álvaro Uribe también. Al igual que Germán Vargas y Rodrigo Lara, aunque no sean las palancas que más los mueven. Camilo Romero es un hombre de ideas, lo que pasa es que no tiene la fuerza que imprime la prensa bogotana. Los Danieles invitan a conversar a Gaviria, pero no van a hacer lo mismo con Romero. 

En Colombia, no se puede ser presidente sin una fuerte inserción en Bogotá, en los centros de poder y en los grupos económicos .

Claro que Alejandro Gaviria es un hombre de ideas, pero las banderas de alguna forma ya están repartidas. No veo que pueda decir algo completamente novedoso sobre el aborto, la despenalización de la droga o la eutanasia. 

Y tiene en todo caso la carga de no haber estado tan alejado del poder ni de los partidos tras seis años en el Ministerio de Salud del Gobierno Santos. Y ahora en la rectoría de Los Andes. 

Es un hombre de adentro de la institucionalidad en un momento que la gente quiere cambios. El estallido social ha mostrado que el inconformismo es grande. 

Si yo fuera un rival de Gaviria con tan sólo enfatizar en eso podría quitarle mucho de su electorado. 

¿Desde dónde ha hecho política? ¿Usted ha sido alcalde, gobernador, congresista? ¿Usted puede decir que conoce el país? 

Al mismo tiempo, como no ha tenido esa trayectoria no ha estado involucrado en la bolsa negra de Petro, o en las chuzadas o en los falsos positivos del Centro Democrático, o en los nexos con paramilitares de Cambio Radical.

Pero es difícil pensar que desde la academia se gobierna el país, para eso los políticos tienen asistentes, asesores nacionales e internacionales. La política es muy ardua, es un mundo complejo y él no está habituado a las rondas por todo el territorio.

Con niveles de pobreza tan altos: ¿la mayoría de la gente quiere escuchar a un académico?

Claro, puede ser una alternativa importante para mucha gente frente a las otras opciones que hay.  Mi punto es que hoy tiene más desventajas que ventajas. Su candidatura se está leyendo mal desde los medios.

L.S.A:

¿Un eventual aval del Nuevo Liberalismo le puede dar un impulso?

J.D:

Aunque intenten revivir el partido, está muerto. Construir un partido no es nada fácil ni siquiera el M19 con la bancada que llegó a tener en el Congreso lo logró. No es tener la personería jurídica y volver a circular el afiche de Galán y ya. La gente que tiene menos de 30 años no sabe nada de Galán y a los demás no les importa mucho. 

La política en este país es agreste. Es como si fuera un microbús casi lleno donde no cabe nadie más y al que entra nuevo todo el mundo le hace zancadilla, le pone el codo, para que no pase.

Soy la editora de La Silla Amazónica desde 2024 y estoy a cargo del Curso de Inmersión de La Silla. Fui la editora del Detector de Mentiras desde mediados de 2022 hasta 2023. Y previo a eso fui la editora de La Silla Académica desde 2017, un espacio que creamos con Juanita León para traducir periodísticamente...