Sandra Botero, profesora de la Universidad del Rosario. Salomé Arias, coordinadora académica del Observatorio para la Equidad de las Mujeres de Icesi.

En un momento en que el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres es cada vez más evidente y en el que el feminismo ha ganado terreno, no hay una candidata mujer con posibilidades reales de llegar a la presidencia y ha habido ruido por falta de garantías para ellas en la conformación de las listas al Congreso.

Para analizar esta paradoja y a la vez lo que significa que haya dos mujeres de minorías en la contienda como Francia Márquez y Arelis Uriana, la Silla Académica entrevistó a Sandra Botero, profesora de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, y a Salomé Arias, coordinadora académica del Observatorio de la Equidad de Las Mujeres (OEM) de la Universidad Icesi y autora del Boletín número 2 de Liderazgo y Participación Pública.

El OEM se ha encargado de caracterizar y cuantificar el tipo de mujeres que ejercen liderazgo político en el Valle del Cauca, uno de los pocos lugares en que hay microdatos de este tipo. La última encuesta disponible se la practicaron a 1507 mujeres en Cali, Buenaventura, Yumbo y Jamundí entre octubre y noviembre de 2018.

LSA:

La Silla Académica

S.B:

Sandra Botero

S.A:

Salomé Arias

LSA:

¿Cuál es su mirada del panorama de las mujeres en la política actualmente?

 

S.B:

Estamos en una coyuntura muy importante de acceso de las mujeres a los espacios de poder. En las cabezas de listas al Senado no solo hay varias mujeres sino también mujeres afro. Hay varias listas cremalleras (con igualdad de hombres y mujeres, intercalados en el orden) y cerradas. 

La discusión de si entran las mujeres y cómo lo hacen ya no se puede posponer más. Llegó para quedarse. Una fórmula presidencial del centro que no incluya una mujer, seguramente a Ingrid Betancourt o a la misma Angélica Lozano, no tendrá presentación para nadie.

Lo que pasó esta semana con la elección de Natalia Ángel como magistrada de la Corte Constitucional también es un hecho sin precedentes en los 30 años de historia de esa institución. 

Otra es la discusión sobre el feminismo en la agenda política. Está relacionada con que lleguen más mujeres al poder, pero no son equivalentes. Para muchas personas del promedio es importante que cada vez haya más mujeres ocupando cargos de poder, y eso no las hace identificarse como feministas. 

En esta línea la experiencia de la lista de Estamos Listas para el Senado sí es una apuesta explícitamente feminista. Es un proceso de base que arrancó en el concejo de Medellín —en una cuna ideológica conservadora— y está tratando de construir tentáculos nacionales.

Su juego es de largo plazo y no importa si no sacan muchas curules en estas elecciones porque están construyendo capacidades más allá de este proceso electoral.

El movimiento feminista, por su parte, casi logra este año que la Corte Constitucional despenalizara el aborto. Ha ganado mucho terreno. 

L.S.A:

El Pacto Histórico tiene listas cerradas cremallera, pero eso no impidió que algunas de sus integrantes como Sara Tufano o Juana Afandor se salieran por falta de transparencia e incoherencia. O que Francia Márquez amenazara con hacerlo porque ninguno de sus aliados estaba en los primeros 20 puestos

S.A:

La candidatura de Francia Márquez no es una coincidencia, sino el producto de su lucha durante al menos ocho años en contra del extractivismo que afecta regiones como el Cauca de donde ella es. Y es un reflejo del trabajo de los movimientos de base de las mujeres: Ruta Pacífica y Asociación de Mujeres Negras del Norte del Cauca son dos ejemplos de ello. 

En los territorios donde el Estado no garantiza derechos como la seguridad o el acceso a servicios públicos mínimos de agua potable y alcantarillado, las mujeres se organizan para resolverlo. Se cuidan incluso entre ellas. La participación política que ejercen es por eso diferente a la que se ejerce por los canales institucionales tradicionales. Han experimentado un Estado ausente o presente, pero para proteger intereses económicos diferentes a los de la comunidad. 

El país está lejos de poder aceptar que una mujer como Francia Márquez llegue a la presidencia.

L.S.A:

En el Senado, el Centro Democrático votó casi que en bloque a favor de Natalia Ángel y reclamaron su elección en la Corte Constitucional como un triunfo de las mujeres. También lo hicieron otros sectores. ¿Cuál cree que fue el cálculo político detrás?

 

S.B:

Estamos en mora de tener una discusión sobre cómo se pueden conformar listas al Congreso de una forma democrática y no meramente clientelar. Y en general de cómo podemos hacer que las estructuras internas de los partidos sean más democráticas.

Lo contrario a eso son reuniones en Bogotá a las 8 p.m. donde cuatro hombres deciden a dedo como integrarlas. 

Que Gustavo Bolívar, en vez de María José Pizarro, sea cabeza de lista implica, de entrada, una oportunidad menos para que una mujer gane una curul. Adicional a eso, para Bolívar no hace diferencia tan grande quedar de 8 en la lista, por poner un ejemplo, porque con el capital político que tiene podría hacer campaña por toda la lista y jalonar a los que queden en los primeros puestos y por supuesto a él mismo. 

El Nuevo Liberalismo tiró línea en ese sentido encabezando la lista con Mabel Lara y poniendo a Carlos Fernando Galán de sexto. Lo mismo el Partido de La U con Caterine Ibargüen a la cabeza. 

No es una negociación fácil, pero hay opciones para que el proceso sea más transparente. Votaciones internas. La fijación de criterios, por ejemplo, que cuenten los votos que sacaste en una votación anterior, o que haya un porcentaje para estos y otro para nuevos liderazgos, lo importante es que sean claros y conocidos por todos los que van a participar. De lo contrario es muy difícil venderse como un movimiento que está haciendo las cosas distinto. 

El punto es que la única forma de garantizar que haya más equidad entre hombres y mujeres en los cargos de elección popular son las listas cerradas cremallera. Con listas abiertas no se logra. No sólo por las barreras institucionales —que incluyen la financiación— sino por las barreras internas que tienen las mujeres. 

Lo otro sería reformar el sistema electoral para que tras una votación los escogidos sean igual número de hombres y mujeres, por ejemplo, como ocurrió con la conformación de la Asamblea Constituyente en Chile

S.B:

De los tres ella era la más pasable para alguien del Centro Democrático. Lasso tiene el problema de ser magistrado auxiliar de la JEP y Héctor Riveros ha dicho demasiadas cosas en su contra, basta con ir a su Twitter. 

El CD tiene una tensión interesante en torno a las mujeres. Por un lado sabe comunicar la preocupación por sus derechos y destaca a las mujeres líderes que están en ese movimiento. Por eso tiene sentido que reivindiquen la elección de Natalia Ángel. Al mismo tiempo no han podido hacer que una persona con las credenciales de Paloma Valencia e incluso con la condición de venir de una de las familias más poderosas del país, sea su candidata presidencial. Como todos los partidos son espacios profundamente machistas. 

L.S.A:

¿Qué diferencia cree que hace en la discusión de los temas de la Corte la llegada de Natalia Ángel, y el hecho de que haya mayoría de mujeres?

 

L.S.A:

Personas afines a la propuesta del Pacto Histórico creen el ruido que ha habido alrededor del trato a las mujeres pone en peligro la prioridad que es que una alternativa política como esa llegue a la presidencia. ¿Qué peso debería tener los ruidos de que el movimiento de Petro no es democrático para las mujeres en la elección de un votante?

 

S.B:

Las mujeres que hay en la Corte Constitucional son diversas entre sí. Las magistradas Cristina Pardo o Paola Meneses son conservadoras, por ejemplo. 

Pero que haya una mayoría de mujeres va posibilitar más la discusión de temas como las denuncias de acoso contra las mujeres que ha habido en esa institución. O la dificultad que tienen las mujeres para ascender en la rama judicial que es un tema que está trabajando la investigadora María Adelaída Ceballos. Una vez entras te pueden trasladar a cualquier municipio del país y eso para una madre soltera que está a cargo además de su mamá es muy difícil. 

Puede ser que otras discusiones como la de los derechos sexuales y reproductivos o los crímenes basados en la violencia de género se beneficien de la presencia de más mujeres ahí. 

La llegada de Natalia en particular, de una constitucionalista pura y dura, muy preparada, con un perfil más académico balancea otros perfiles más políticos o del sector privado que están en la Corte. Ella tiene una sensibilidad grande además por los temas de inclusión de la población discapacitada. 

S.A:

Lo primero es que con la politóloga Chantal Mouffe creo que la política es disenso. Cuando se está de acuerdo en todo se da paso a una institución.

Por otro lado, cuando empezamos a distribuir poder, los asuntos de género ya no son tan importantes. Pero no se puede seguir repitiendo los errores del pasado y haciendo política a cualquier costo. 

Petro no es la versión más extrema del patriarcado, pero ve la política de género como algo subsidiario y no transversal, a diferencia de su propuesta económica o ambiental.

S.B:

Esa postura ratifica que frente al problema de la inclusión de las mujeres siempre ha habido algo más prioritario. Y algo similar pasa en otro campo cuando en un proceso de selección de una vacante hay una hoja de vida de un hombre y una de una mujer y el que decide busca alguna excusa para preferir al hombre, que tiene un diplomado más, por ejemplo.

El compromiso con la integración de las mujeres es un compromiso difícil. Y el mal manejo que se le ha dado a las listas ha llevado a que algunas mujeres hayan argumentado a favor de las listas abiertas algo que va en contravía de ellas mismas.

El Pacto Histórico ha hecho cosas importantes como haberle abierto el espacio en la campaña presidencial a dos mujeres que además son afro e indígena.

Pero al mismo tiempo le hace zancadilla a las mujeres en la conformación de las listas o escogiendo como candidato a la alcaldía en su momento a Hollman Morris pese a las denuncias de violencia intrafamiliar que pesan sobre él. Es como si diera dos pasos adelante y un paso atrás. 

L.S.A:

¿Por qué en un momento en que el feminismo ha ganado terreno no hay más candidatas a la presidencia mujeres y con más viabilidad, como en su momento la tuvieron Noemí Sanín o la misma Martha Lucía Ramírez?

 

S.B:

Hay un problema de oferta muy grande. En las pasadas elecciones a Congreso las mujeres que se presentaron estaban entre el 34 y el 37 por ciento del total de candidatos. Eso de entrada te pone un techo y nunca quedan todas, así que las elegidas fueron alrededor de 24 por ciento. Y la carrera política de una persona implica acumular experiencia, cargos y apoyo. Estos escaños hacen mucho más viable la proyección en un cargo de alcance nacional. 

Son alrededor de 15 años de carrera, salvo casos excepcionales de outsiders políticos. Así que a muchas mujeres les falta recorrer un trecho largo. En la próxima campaña habrá una candidatura muy viable de una mujer que es Claudia López que justamente ha ido haciendo la lista de chequeo para llegar ahí. 

No muchas mujeres se lanzan además porque las experiencias de discriminación que tienen son fuertes. Y la carga de cuidado es muy grande. 

A todo esto se suma que la informalidad de los partidos políticos juega en contra de ellas, especialmente por los sesgos de género que hay. En el Pacto Histórico, por ejemplo, muchos se han quejado de la política del dedazo de Petro. Sus criterios de decisión parecen estar enfocados a recoger votos de otros sectores y eso implica descabezar otras opciones. 

Los partidos políticos son una embarrada con las mujeres. Muy pocos apoyan sus aspiraciones políticas. Por eso que Francia y Arelis estén en la campaña es sorprendente. Son muy valientes porque tienen muchas desigualdades estructurales en contra. 

Y al mismo tiempo lo que creo que explica que en otro momento haya habido candidaturas más viables es que fueron por partidos concretos como el Conservador que en ese momento eran fuerte y tenía en sus filas mujeres con larga trayectoria como Noemí o Martha Lucía.   

S.A:

La división sexual del trabajo ha hecho que las mujeres estén excluidas del mercado laboral y de los espacios de toma de decisiones.

Le estamos pidiendo a las mujeres que son las que menos tiempo tienen y que están sosteniendo la economía de la vida, que se metan a unos escenarios súper burocráticos. 

Las razones que más alegan para no estar en espacios de decisión es la falta de conocimiento, de tiempo y la desconfianza en las instituciones y en el juego democrático. 

Sólo entre tres y cuatro de cada 100 mujeres, además, han ocupado algún cargo de elección popular según cifras de 2018.

Y quienes lo han hecho son en su mayoría mujeres que se autoreconocen como blancas y con ingresos que superan los cinco salarios mínimos.

Al mismo tiempo en su gran mayoría sólo tienen bachillerato lo que plantea una necesidad de cualificar su participación.

Encontramos también que sólo una de cada 100 mujeres está dispuesta a lanzarse a algún cargo de elección popular.  

L.S.A:

Ingrid Betancourt ha fungido como una mediadora para que se llegue a acuerdos dentro de la coalición de centro ¿qué piensan de este rol? 

 

S.B:

Ingrid ha jugado un rol de coordinación las últimas semanas muy importante. Es un símbolo importante en el país y una mujer con trayectoria. Una vieja muy inteligente que sabe hacer política. Mi lectura es que va por la vicepresidencia y que su precandidatura le garantiza el acceso a la discusión y la posibilidad de llegar ahí. Ingrid está haciendo una apuesta pragmática tras estar apartada de la política primero contra su voluntad y después por decisión propia.

Algo similar a lo que está haciendo Francia que está trabajando por ser la segunda en la consulta y con ello tener la vicepresidencia del Pacto Histórico, por eso no se ha transado con ser parte de la lista al Senado.

Soy la editora de La Silla Amazónica desde 2024 y estoy a cargo del Curso de Inmersión de La Silla. Fui la editora del Detector de Mentiras desde mediados de 2022 hasta 2023. Y previo a eso fui la editora de La Silla Académica desde 2017, un espacio que creamos con Juanita León para traducir periodísticamente...