El 89 fue el segundo año más violento de la historia colombiana del siglo XX después del 49. Sólo por mencionar una cifra, estallaron 100 bombas entre septiembre y diciembre. Es lo que se conoce como una coyuntura crítica. Ahí va a cambiar la política del país.
Tenemos a Galán asesinado, y sus hijos le entregan las banderas a César Gaviria, a quien nadie conocía en ese momento. César Gaviria venía de ser ministro de Gobierno de Virgilio Barco cuando asesinaron a Galán.
Una cosa es ser un líder político en un sistema bipartidista, como lo fue Colombia hasta 2002 y otro, en un sistema multipartidista.
Ser líder del Partido Liberal por décadas significó ser la persona más poderosa del país. Porque tenía la mayoría de cuotas de poder en la burocracia, tenía los votos para incidir en todas las decisiones, podía determinar quién iba a ser el presidente.
Gaviria era un político de provincia y más que inteligente, ideológicamente hablando, era muy hábil. Antes de él, la Presidencia sólo la ganaban personas de un círculo de poder muy estrecho concentrado en Bogotá, el último de ellos fue Barco.
¿Cómo lo logró? Tomó ventaja del contexto. Cuando Galán lo invitó a ser jefe de campaña no lo pensó dos veces. Pudo haberse unido a otro, a Hernando Durán Dussán, más del oficialismo. Supo acercarse a Galán y a su familia. Después ganó la consulta y la Presidencia con la publicidad de Galán recorriendo el camino que ya había despejado. Con la famosa fotografía con el pelo esponjado y el puño. La gente estaba votando por Galán.
Su estrategia fue una especie de gobernabilidad por reparto: distribuyó el poder intentando tener contento a todo el mundo.
Nombró a un exguerrillero —Antonio Navarro Wolff— por primera vez en un ministerio. Reincorporó algunas de las guerrillas. Se montó en la ola de la Constituyente, aunque no la quería hacer originalmente, y pasó a la historia como el presidente que lo hizo posible.
Enfrentó a los narcotraficantes con una política flexible y asestó el golpe de la muerte de Pablo Escobar y la desestructuración del cartel.
También implementó el neoliberalismo con efectos negativos como la privatización de sectores claves del Estado como la salud y la apertura comercial con la negociación de varios tratados de libre comercio algunos con desventajas para Colombia.
Ese pragmatismo en el partido más importante del país le dio mucho poder y el impulso para que pudiera estar ocho años en la OEA tras terminar su mandato. Al regresar, volvió a ser director del partido e hizo que su hijo, Simón, lo fuera también. Sólo que ya no es el gran Partido Liberal.