La semana pasada, el presidente Gustavo Petro llamó a la creación de una convención nacional minera para discutir los elementos que debería llevar el nuevo código minero del país. “Ustedes mismos son los que deben ayudarnos a diseñar un nuevo camino que no destruya al minero, que no destruya al agua…el Estado no debe priorizar a la gran multinacional minera sino al minero tradicional”, dijo.
Un nuevo código minero es una de sus banderas principales frente a este sector, que buscará luego de que el Consejo de Estado instara al ejecutivo a cambiar las reglas de los títulos mineros, porque las que existen no tienen en cuenta la suficiente protección al medioambiente. Pero otro frente con el que Petro podría lograr un revolcón del sector, y que también le pidió la sentencia del Consejo de Estado, es un inventario de los pasivos ambientales, que son las secuelas dejadas por actividades extractivas y económicas en el medioambiente, y que en Colombia vienen principalmente de la minería.
Un proyecto de ley sobre este tema ya fue aprobado en segundo debate en la Cámara de Representantes, luego de años de que no avanzara en el Congreso. La Silla Académica entrevistó a Mauricio Cabrera, asesor en temas de medioambiente del World Wildlife Fund. Cabrera realizó para la CEPAL un informe sobre los avances en el tema de pasivos ambientales mineros, y a Luis Alberto Vargas, director de investigaciones en medioambiente y desarrollo de la Universidad de Manizales. Vargas es autor del artículo: “Contabilidad para la sostenibilidad ambiental y social”.
Con ambos tratamos de entender cómo la reglamentación de los pasivos ambientales podría cambiar la forma en la que se evalúan los impactos ambientales de la minería y de otros sectores extractivos y cómo se ensambla esto con las ambiciones de Petro para este sector.