La centralidad del concepto de “soy porque somos” en el lenguaje de Francia Márquez no es gratuita. La conecta con todo un acervo conceptual panafricano, que es precisamente de donde viene la expresión, y que usualmente se traduce con la palabra de las tribus Xhosa Ubuntu, y que hoy se usa como una especie de principio filosófico que se basa en la idea básica de que hay un lazo que une a toda la humanidad.
La filosofía ubuntu, o el “ubuntismo" se usa como un principio universalista no europeo que emergió precisamente en contextos unidos a las experiencias de vida de las comunidades negras en las cuencas del Cauca y el Pacífico colombiano, aunque presentes en contextos muchos más amplios.
“El principio ubuntú ha sido usado por la afrodiaspora, que está por todos los mundos. No solamente en Sudamérica. Ha estado en Estados Unidos con el movimiento de las Panteras Negras y el movimiento de los derechos civiles; y también en lo que pasó en Sudáfrica con el apartheid. Es un concepto de la afrodiáspora que se renueva con cada experiencia histórica de exclusión”, dice la profesora Patricia Botero.
El otro sentido de la expresión “soy porque somos” está vinculado a un tejido intergeneracional que une a los habitantes presentes del territorio con los ancestros, con los que se vive en el presente después de que han muerto. “Los que se murieron no se fueron, como en la muerte occidental, sino que son los que acompañan a los renacientes, que son los vivos que tienen que continuar las luchas de sus antepasados, a los que les tocó más duro que a los de ahora”, dice Botero.
Botero incluso va más allá, y dice que el Ubuntu o el “soy porque somos” es una visión de la vida y el territorio que asume que los seres humanos no somos un solo organismo y entiende las relaciones en el territorio desde formas de dependencia mutuas entre especies. “El soy por que somos es que los peces no tengan chanda”, dice una de las lideresas.
Para Johanna Herrera, precisamente, es en estos términos que se explica la tragedia que trajo la Salvajina: “La gravedad de la construcción es precisamente que el cambio en el río que produjo significó una pérdida de un nosotros con el río. Ya no hay un nosotros ribereños porque se acabó esa relación de las comunidades con el río”, dice.
Patrica Botero termina señalando que una concepción así cambia la forma de ver la economía:
“La economía tradicional occidental se basa en la carencia, en que los recursos son ilímitados. No es así la idea de economía que piensan estas comunidades, que parte de la abundancia. Abundancia de seres, de recursos que siempre tiene la naturaleza si se cuidan, y no se usan más de la cuenta. Cuando no se saca más pescado de lo que el río permite. Soy porque somos implica que los problemas clásicos de la política, como la economía, se tienen que pensar desde relaciones entre distintas formas de vida”, dice Botero.
4. “Hasta que la dignidad se haga costumbre” y “los nadies”
“Hasta que la dignidad se haga costumbre” fue una frase que se le escuchó a Francia desde la época de sus movilizaciones de finales de los años 90s, cuando con su oposición a las obras extractivas, ella y otras mujeres evitaron que se desviaran las aguas del río Ovejas a la Salvajina, en un segundo golpe contra su aguas.
Desde ese entonces se le ha escuchado a Francia articular los términos de esa lucha por la dignidad de la siguiente manera: “La minería que ha entrado con retroexcavadora está segando toda posibilidad de existencia, ha venido destruyendo nuestros ríos, ha generado impactos ambientales muy grandes y ha venido cambiando la vocación del suelo. Nosotras las mujeres somos creadoras de vida y luchamos para que la vida no se acabe allá”, expresó.
Más recientemente, en el contexto de la campaña presidencial, Francia utilizó un nuevo sujeto para referirse a aquellos a quienes ella representa: “Yo represento a los nadies y a las nadies de Colombia”, dijo.
El concepto de “los nadies” no se lo inventó ella y hace referencia a un poema del escritor uruguayo Eduardo Galeano titulado con ese nombre en el que dice: “los nadies: los ningunos, los ninguneros … Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no practican religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía.”.
Esta asociación con los nadies, que volvió a aparecer en Colombia con las protestas del 2021, le ayudó a Francia a resonar con más fuerza en otros públicos distintos a los de su comunidad: la unió con muchas mujeres pobres y trabajadoras, como campesinas, trabajadoras domésticas, vendedoras informales e indígenas, en un concepto que se asemeja mucho a la expresión que se usa en el feminismo afro, que es el “abajo de los abajos”, para referirse a sus experiencias de vida en las que se mezcla el machismo y el racismo.
Para la profesora Johanna Herrera, hay una tensión entre estas dos nociones de la dignidad y de “los nadies”, pues, contrario a “los nadies”, la enunciación de la frase de “hasta que la dignidad se haga costumbre”, parte de una visión muy orgullosa y digna frente a la discriminación. “La actitud no es tanto de decir que somos poca cosa, sino que somos nosotros los que hemos hecho mejores a los demás. Eso se ve en actitudes concretas, como, por ejemplo, que al norte del Cauca siempre dicen que Cali no sería la capital de la salsa sin toda la inmigración que llegó desde allá hacia la ciudad”, dice.
En esa lucha por la dignidad, la gente del norte del Cauca lleva ya diez años, desde julio de 2012, buscando que la Agencia Nacional de Tierras les otorgue una titulación colectiva sobre 8 mil hectáreas de su tierra. Una solicitud de 1.158 familias que esperan que ese título los proteja del despojo. Pero ahora, distinto a todos los años y las décadas anteriores, cuentan con un símbolo muy poderoso que los respalda en esa causa.