Los bogas eran individuos negros, sobre todo del Caribe, que estaban a cargo de la navegación entre las ciudades de la costa y el interior por la vía del río Magdalena. Incialmente fueron esclavizados, y ya para el siglo XVIII eran una población de personas negras y zambas que tenían condición, la mayor parte de ellos, de libertad.
Los bogas eran descritos en los relatos de viajeros europeos y criollos que recorrían el río como individuos salvajes, desnudos, borrachos y pendencieros. Investigadores como Humboldt contaban cómo gritaban groserías durante todo el viaje y emitían ruidos que no se sabían si eran humanos. Esta fue la imagen que se reprodujo desde la literatura del siglo XIX y, por ende, la imagen que les llegó a los historiadores.
Cuando empecé a indagar más en el archivo, empecé a encontrarlos en otras dinámicas. Los bogas resistían las duras condiciones del viaje poniendo sus condiciones, como demorando los viajes, dejando a los viajeros tirados, o haciendo el trayecto insufrible para algunos; burlándose de ellos. Pero lo que me ha interesado es ver cómo los bogas, por ciertas estructuras de cómo estaba organizado el Estado colonial, encontraron formas legales de adquirir privilegios y de establecerse como individuos importantes en la comunidad, ya que eran centrales en la circulación de personas y bienes.
Los bogas permiten ver las posibilidades que llegaron a tener los esclavizados, y luego sus descendientes libres, para llevar a cabo sus vidas. Estaban muy orgullosos de su labor, y eran conscientes de que si ellos detenían la navegación, el comercio y el funcionamiento político del Virreinato iba a parar. Algo similar a lo que hoy en día causa un paro de camioneros, pero a niveles mucho más grandes, ya que en ese momento la dependencia sobre el río Magdalena era absoluta.
Ellos eran conscientes de este papel. Así lo muestran los documentos que dejaron, por ejemplo, cuando presentaban quejas porque un oficial no los había tratado con el respeto debido o cuando pedían que los sacaran de la cárcel si los habían metido por algún problema, argumentando que ellos no obedecían a un alcalde, sino a un jefe particular.