El Clan del Golfo lleva años consolidándose en la Costa
Si bien el paro armado a nivel nacional se coordinó en cuestión de horas una vez se supo que “Otoniel” sería extraditado, la capacidad para organizarlo se ha venido construyendo hace años. “Esto venía desde hace rato”, dice el profesor Trejos. “Lo de Sincelejo es una alerta a cómo crecieron las AGC de forma silenciosa”, agrega.
Un crecimiento que mostraron en la regulación abierta del comportamiento social en la región. “No hay que olvidar que durante la pandemia entraron a zona rural de Montería, a una caseta donde estaban poniendo música duro, requisaron a la gente y acabaron la fiesta. Una parte de la comunidad estuvo de acuerdo porque estaban cansados de las peleas, de la venta de drogas”, dice.
“El Clan del Golfo tiene presencia en los 26 municipios de Sucre, en todos tiene el monopolio criminal”, dice el comandante Correa mientras señala un mapa del departamento. Tienen especial incidencia en La Mojana y el San Jorge, en los Montes de María y el Golfo de Morrosquillo.
La Policía tiene identificada dos subestructuras: La José Manuel Gaitán (presente en 19 municipios) y la Ulder Cardona Rueda (presente en siete municipios, los del sur). Medios locales con base en fuentes de Inteligencia dicen que tienen más de 300 hombres.
Nadie lo sabe a ciencia cierta porque una hipótesis fuerte es que las AGC operan a través de la tercerización o subcontratación de bandas criminales, aunque no hay consenso en la Fuerza Pública.
El comandante Correa señala que todos los hechos violentos presentados durante el paro armado en Sincelejo fueron realizados por el Clan del Golfo y descarta que haya habido tercerización. Es decir, que el Clan no subcontrató a otras bandas delincuenciales o delincuentes para operar.
Pero incluso miembros de la Policía han manifestado que las acciones delictivas no fueron realizadas por integrantes orgánicos del Clan del Golfo, sino por terceros contratados para la ocasión.
El sábado en la tarde hubo una reunión de la Policía con representantes de los gremios de Sincelejo. Una persona que estuvo allí nos dijo que un Policía manifestó que no eran personas del Clan del Golfo, sino que les pagaron.
“Uno de los miembros de la Policía dijo que no tuviéramos tanto miedo porque son personas, muchachos, que no estaban dentro de las filas del Clan del Golfo, que eran unos muchachos que les estaban dando una plata para amedrentar”, recuerda la persona que estuvo en la reunión.
Y un policía de Sincelejo, que patrulla en las zonas más peligrosas, dice que por los perfiles de los capturados en el municipio no cree que hagan parte de la estructura orgánica del Clan del Golfo.
“Eso cogen a cualquier chirrete, uno lo ve por el perfil de las personas. Una persona fuerte de la estructura no se va a quemar quemando un carrito. Eso debe ser que le pagan. Una persona sin trabajo se puede ganar 500 mil pesos suaves”, dice el policía que habló a cambio de no ser identificado pues no está autorizado para dar declaraciones.
Asimismo, dos fuentes nos dijeron que unos delincuentes les comentaron que se había regado la versión en el hampa de que estaban pagando por acciones violentas durante el paro armado. De hecho, a dos familiares (civiles) de fuentes de La Silla le llegaron mensajes de Whatsapp de que garantizaban “buena suma de dinero por unirse a la causa y adelantar actividades durante el paro”.
“En las zonas urbanas el Clan del Golfo es asimilado a dos personas en una moto haciendo sicariato, pero en este caso fue masivo”, dice el investigador Trejos.
La Policía, explica el investigador, no tenía claro que ese grupo subcontrata bandas criminales locales a las cuales les da plata, armas, granadas, motos, taxis, para que operen. “Durante el paro armado tenían la orden de paralizar territorios. Cada mando seguramente tenía independencia para lograr el cometido y debía reportarlo al centro”, anota.
El núcleo duro de dirección está posiblemente entre Urabá y el sur de Córdoba pasando por el Nudo de Paramillo, explica Trejos. “Y hay unos mandos que se trasladan a otros territorios y subcontratan bandas delincuenciales allá”.
El policía que habló con La Silla off the record dice que era difícil evitar la quema de vehículos. Su explicación es que los criminales le ponen una “mosca” (persona que vigila) al cuadrante y, cuando hay una distancia considerable para ejecutar la quema y huir, la mosca avisa a las personas que pueden prender el carro. Lo hacen con una botella de gasolina y un encendedor.
“Tú quieres capturar a alguien, darle de baja. Pero no es fácil, me sentía impotente”, dice el uniformado.
Se trata de un sistema híbrido de modalidades delictivas, según Trejos. “En el paro vimos la combinación de capacidades militares como hostigamientos a estaciones de Policía con actividades delincuenciales y de sicariato. Por eso es difícil leer al Clan del Golfo, según el investigador, “a través de la clasificación tradicional de guerrillas, autodefensas o bandas criminales”.
La confusión sobre cómo funciona el Clan del Golfo se traduce en una impotencia institucional reconocida abiertamente. Ante la pregunta de si en el futuro la Policía en Sucre puede garantizar que la organización criminal no va volver a imponer un paro, el comandante Correa responde: “Nos toca a nosotros asumir todas las responsabilidad y garantizar que no pase. Pero cómo operan esos bandidos es difícil”.