La reforma laboral del gobierno Petro le pega al venerado unicornio de las aplicaciones colombianas: Rappi. La reforma busca que empresas basadas en algoritmos, como ésta, hagan un contrato a término indefinido con sus trabajadores para darles más garantías laborales. Su argumento es que, aunque los rappitenderos no tengan un jefe humano, el algoritmo de la aplicación genera, de facto, una relación laboral.
El CEO de la compañía, Simón Borrero, ha dicho que, si el proyecto se aprueba, dejaría al 90 por ciento de los rappitentederos sin ingresos, casi 40 mil personas. El debate alrededor de los derechos y las obligaciones que se contraen con estas aplicaciones que basan su modelo de negocio en algoritmos complejos, también está pasando en otras partes del mundo. En Colombia aterriza con la pelea alrededor de si los trabajadores de esta aplicación son emprendedores o trabajadores, y cómo se relacionan con esa aplicación.
La Silla Académica entrevistó a Diana Carolina Valencia, profesora en la facultad de derecho de la Universidad del Rosario, y autora del texto El Estado en la era de la globalización y las nuevas tecnologías (2015). También a Daniel Barredo Ibáñez, investigador Emergia del Departamento de Periodismo de la Universidad de Málaga (España) y autor de “Artificial intelligence, communication, and democracy in Latin America: a review of the cases of Colombia, Ecuador, and Mexico", ambos han escrito sobre cómo los negocios basados en algoritmos plantean desafíos a la política.