Tres precedentes en latinoamérica que enmarcan la segunda vuelta Rodolfo-Petro

Tres precedentes en latinoamérica que enmarcan la segunda vuelta Rodolfo-Petro
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¿Qué tan excepcional es lo que está pasando en Colombia frente al resto del continente? Con Gustavo Petro y Rodolfo Hernández los partidos de gobierno se quedaron por fuera de la segunda vuelta, y Colombia tiene un menú sin precedentes. Sin embargo, varias tendencias en la región muestran que no somos un caso aislado.

Así se desprende del libro América Latina: ciclos socioeconómicos y políticos, 1990-2020, publicado por la Pontificia Universidad Javeriana. La Silla Académica entrevistó a tres de sus coautores, Carolina Cepeda Másmela, profesora del Departamento de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Javeriana, a Miguel Gomis, también profesor de este departamento, y a Esteban Nina Baltazar, profesor del departamento de Ciencia Política de la misma universidad.

Los académicos identifican al menos tres contextos políticos y económicos en América Latina y que tienen un correlato con la situación actual de Colombia:

1. Los líderes antisistema rompen la distinción izquierda/derecha

Una tendencia que ha aparecido en el continente es la emergencia de un tipo de opciones políticas que juegan a ser outsiders del sistema de partidos, que descansan mucho en el uso de redes sociales, y que no se dejan inscribir en los registros de izquierda o derecha tan fácilmente.

Es el rasgo, por ejemplo, de Nayib Bukele en El Salvador, que ha logrado una mayoría absoluta en el parlamento, tiene un gran apoyo del electorado y aunque viene del sistema de partidos, se salió de él y traicionó el status quo con un discurso de ruptura.

Colombia estaría conociendo a este tipo de líder con Rodolfo Hernández. “Semejante a Bukele –a quien admira–, Rodolfo está intentando proponer una desintermediación del sistema político, busca acelerar los tiempos políticos y tener una relación más directa con su electorado”, dice Miguel Gomis, a quien le parece que es un error ver a Hernández como una ficha más del giro a la derecha:

“Rodolfo no es un político más del giro a la derecha en la región. No tiene un discurso ideológico vertebrado y no está conectado con las coaliciones internacionales del neoconservadurismo, que sí tienen ejes vertebradores en términos ideológicos y conectan a personas como Trump con Bolsonaro en posiciones morales. Rodolfo no tiene que ver nada con eso”, dice.

Para Carolina Cepeda, aunque los detractores de Petro lo han equiparado a Pedro Castillo en Perú, esta comparación es errada, pues Petro ha estado mucho más metido en el sistema político de Colombia: ha sido congresista y alcalde de la ciudad más importante, y, por tanto, no son comparables en ese sentido.

“A quien sí se parece Pedro Castillo es a Rodolfo Hernández. Castillo claramente tiene una base popular y propone políticas sociales, pero no necesariamente se deja leer como un personaje de izquierda. Es conservador en temas morales, se ha mostrado crítico del aborto y de ciertas identidades sexuales, una ambiguedad ideológica que también tiene Rodolfo. Y como Castillo, no es claro qué gobernabilidad podría tener si llega a quedar elegido como Presidente, dado que hace campaña castigando a los políticos en el discurso”, dice.

Para los autores, lo que hizo la crisis económica desatada por la pandemia fue acelerar ciertos procesos políticos que tal vez se habrían demorado más tiempo en ocurrir. Como, por ejemplo, con la llegada al poder de Xiomara Castro, en Honduras, a comienzos de 2022, que terminó de sancionar la muerte del sistema bipartidista normalizando la participación de partidos nacidos en el siglo XXI. 

En el caso colombiano, esa crisis fue canalizada en las movilizaciones sociales del 2020 y el 2021, que son el contexto inmediato de estas elecciones.

“A mí puede que no me guste Rodolfo Hernández, pero yo sé que él le está hablando al oído a gente que se movilizó conmigo en 2021, y no es casualidad que no hayan llegado a la segunda vuelta los políticos de centro o del establecimiento que no tomaron posición frente a esas demandas”, concluye Carolina Cepeda. 


2. Se redujo la pobreza, pero no la desigualdad 

Según Nina, el contexto de desigualdad en ingresos que tiene Colombia hace que este sea un momento propicio para que en el país haya un clima de frustración social que favorece propuestas políticas que buscan reformas económicas estructurales o una ruptura con las élites que han gobernado, precisamente las banderas de los candidatos que se disputan la Presidencia.

En América Latina, el siglo XXI ha sido uno de reducción general de la pobreza, especialmente entre 2004 y 2015, aunque no entre 2015 y 2022. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el periodo que va entre el 2002 y el 2017 hubo una reducción de la pobreza por ingresos de más de 10 puntos porcentuales en casi todos los países de la región.

Los países más exitosos en esa reducción de la pobreza por ingresos fueron Bolivia y Ecuador, con una disminución de más de veinticinco puntos porcentuales. Bolivia pasó de 60% a 35% y Ecuador de 48% a 23%. En esa ola, Colombia también tuvo logros importantes: redujo la pobreza monetaria en 16 puntos porcentuales durante los gobiernos de Uribe y Santos.

Pero esta caída de la pobreza no ha significado una reducción igualmente exitosa de la desigualdad. América Latina sigue siendo la región con la distribución de ingresos más desigual del mundo.

Si bien toda la región tiene niveles relativamente semejantes de desigualdad, con datos del 2017, Colombia era el tercer país de América Latina con las distribuciones de ingresos más desiguales, detrás de Brasil y Guatemala. Y para 2021, con datos de la Cepal, también uno con las mayores alzas en la desigualdad por la pandemia, junto con Perú, Chile y Bolivia. Según los datos del Banco Mundial, hoy es la economía grande del continente con el índice Gini más alto.

A este contexto de desigualdad se suma, más recientemente, que desde 2015 (a la par con la caída de los precios del petróleo) la región experimentó una tendencia a la reducción de la demanda de sus exportaciones. Según la Cepal, los países del continente experimentaron, en muchos casos, un deterioro de los términos de intercambio, es decir, bajó el precio de sus exportaciones vs el de lo que importaban.

Para Esteban Nina Baltazar, el profesor de ciencia política, en los últimos 20 años Colombia se han enfocado más en aumentar la productividad que en reducir la desigualdad:

“Se le ha apuntado a la construcción de infraestructura, a ampliar cobertura en educación, y a programas sociales de asistencia, pero esto no ha cambiado sustancialmente la distribución de la riqueza en 20 años, y se ve difícil que ese panorama cambie después de la crisis económica generada por la pandemia”, dice.

3. Los extremos han triunfado cuando la legitimidad democrática es baja

Para los académicos entrevistados, en el ciclo de lo que se llamó como la “nueva ola de derecha” en países como Argentina, Brasil y Chile, este giro político no se explica especialmente porque existieran partidos de izquierda en el gobierno a los que se oponían o por cambios generacionales en el electorado.

Con datos del Barómetro de las Américas sobre el apoyo al sistema político, algunos autores del libro (Reynell Badillo y René Guerra) concluyen que esos giros se explican mejor por descontentos generalizados frente al sistema.

Por ejemplo, en Brasil, desde 2010 se observaba una caída precipitada en los niveles de apoyo al sistema político. Al punto de que, para el periodo 2016-2017, Brasil estaba quince puntos porcentuales (34% frente a 49%) por debajo del promedio regional de apoyo al sistema político. Por eso se podía inferir que un 65% de los brasileños no lo apoyaban o desconfiaban de él, justo cuando empezó el contexto electoral que llevó a la elección de Bolsonaro.

Comparado con Argentina y Chile, Brasil –que fue el que eligió el líder de derecha más “extremo”– era el país que tenía, en 2017, menos ciudadanos que se consideraban demócratas en sus posiciones: 41,9% frente a 57,4% en Chile, y 63,6% en Argentina.

Es decir, la elección de Bolsonaro se explicaría más por una pérdida de confianza en el sistema político y en las instituciones que lo conforman, que por un cambio del sistema de valores brasileño o en un giro ideológico de la ciudadanía, pues, según el Barómetro de las Américas, aún si quedó elegido Bolsonaro, en Brasil apenas el 14% de la población se identifica con la ultraderecha y el 62% se considera de izquierda o centroizquierda.

Esto contrasta con datos en Colombia, también del Barómetro de las Américas, pero de 2021, en los que aparece como el segundo país, detrás de Honduras, donde más ha aumentado la percepción de que la democracia no necesariamente es la mejor forma de gobierno.

Para Carolina Cepeda, un líder antisistema como Rodolfo Hernández se beneficia especialmente de ese cuestionamiento de la democracia y esa falta de confianza en el sistema: 

“Este clima favorece un tipo de discurso que puede prescindir de toda referencia a las instituciones. Por eso Rodolfo puede estar cerca a elegirse repitiendo un único mensaje, que es la lucha contra la corrupción. Pero ese es un discurso que es todo y es nada. Detrás de él está el talante de quien no tiene nada mejor que prometerle a la ciudadanía”, dice. 

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Carolina Cepeda Másmela

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