Agonismo y antagonismo social: la creación del enemigo interno

Agonismo y antagonismo social: la creación del enemigo interno
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Estas líneas nacen luego de analizar las dinámicas políticas y sociales de Colombia que rodean el actual gobierno.

Estas reflexiones se sustentan en las corrientes de la antropología política y social que abogan por que los pueblos sean educados en política. Estamos en el tiempo de los gobiernos progresistas y estamos al borde de un estado de caos sistémico.

Para entender por qué decimos eso es necesario levantar la mirada y tomar una postura política desde una perspectiva histórica, más allá de las barbaridades, arremetidas verbales y convulsiones políticas en muchos medios de (des)información y que realizan muchos dirigentes políticos.

Bajo esta idea, y partiendo de una mirada holística desde un panóptico, es posible afirmar que, a partir del año inmediatamente anterior, Colombia y su institucionalidad fueron sacudidas por los sectores populares que sufrían y sufren represión infundada y violencia como mecanismos para sostener un poder hegemónico y familiar. Pues para nadie es un secreto que los gobiernos en Colombia han sido circulares entre unas pocas familias.

Esa misma violencia orquestada y complicidad con los gobiernos circulares de la época adjudicó a grupos armados no constitucionales las facultades para prestar los servicios de seguridad y justicia en los territorios de la Colombia profunda rural y que ahora se han expandido a áreas urbanas y ciudades, sembrando miedo y terror de exterminación a la vida misma de las personas, movimientos políticos y sociales que incomodan desde la ideología, discurso y acciones a quienes se encontraban atornillados en las mieles de los poderes y de esta forma toda paradójica es como se ha perdido la gobernabilidad y gobernanza en el país. Vaya y vea la página 8 de este documento y la página 12 de este.

“Colombia aún no ha despertado su dignidad ya que no ha visto nada nuevo y sigue en una monotonía histórica” dijo Iván Mazo.

Es aquí donde recobra mucha importancia mirar el fenómeno político desde la óptica antropológica que plantea paradigmas acordes a la reconfiguración y transformación del tejido social y, por supuesto, de repensar el sistema político que crean discursos disyuntivos y disruptivos con ignorancia social al afirmar que la ciencia es una nada en medio de lo que se genera alrededor de la política.

El darwinismo social ha reemergido en la política y en quienes quieren quedarse atornillados en los espacios de poder donde se toman las decisiones. Es de admirar y reconocer la sagacidad que tienen para manipular la cultura, a pesar de los comportamientos y acciones atroces que les permiten someter a la población implantando miedo. Podríamos decir que la conspiración desplaza la ciencia y constituye la oposición.

En este contexto, se incuba el antagonismo político que infunde a través del miedo y exterminio vital unos límites y orden que plantea una homogeneidad, desconociendo la pluriversidad y diversidad social a la que se refiere la Constitución; como si la política y lo político no fuesen inherentes a las relacionas humanas.

Ese mismo antagonismo es el que genera las efervescencias y conflictos políticos y sociales sin fundamentos lógicos que perturban el progreso de las regiones y territorios que se encuentran en la Colombia profunda rural. Una pequeña elite que busca ganar consciencia de la otredad para someter al pueblo se incomoda desde sus lugares de privilegio heredados porque tienen un pensamiento suicida y asumen que el sistema debe ser algo estático, tal cual como se ha concebido en el seno de las familias que siempre habían estado en el gobierno y que por primera vez, después de más de 200 años, se le hace un quiebre en la historia.

“Las palabras fueron avispas”.

En consecuencia, se recrea un modelo agonista como alternativa a otros enfoques políticos democráticos para hacerle frente al antagonismo que busca resolver, tramitar y dirimir todas las conflictividades que niegan a Colombia avanzar en sus planes, programas y proyectos, a través del diálogo, consenso y claramente una razón lógica.

Es así como se llega a recrear la noción del enemigo interno en Colombia. Precisamente, ocurre esta creación del enemigo interno porque es difícil dialogar desde unas diferencias ideológicas y geográficas situadas sin que se privilegien ideas en lo absoluto.

Por consiguiente, los aportes que la antropología política ha inyectado a los sistemas políticos por un lado es la identificación de los territorios o lugares políticos donde se gestan las relaciones de poder de una forma diferencial a las prácticas que imponían sus formas peculiares sobre las minorías o pequeños sectores; es decir, esta rama de la antropología propone una reorganización política donde las estructuras y/o corrientes generan espacios de diálogos y relaciones socio-espaciales de manera consensuada entre instancias formales e instituciones.

En conclusión, podemos considerar que el agonismo se refiere más bien a una prioridad social que a una fuente, siendo esa prioridad el conflicto en los análisis de lo político y a una política democrática en particular.

Esta ecuación social y política: agonismo+antagonismo social = enemigo interno. 

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*Este es un espacio de opinión y debate. Los contenidos reflejan únicamente la opinión personal de sus autores y no compromete el de La Silla Vacía ni a sus patrocinadores.

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