El complejo panorama electoral de cara a las elecciones presidenciales en 2022 está caracterizado por la participación de una ciudadanía más activa, más politizada y eventualmente más crítica de quienes han –y cómo han- gobernado. El gobierno de Iván Duque ha azuzado una crisis en el establecimiento que ha forzado a la vieja clase política a buscar otros candidatos. Por ejemplo, Rodolfo Hernández y Alejandro Char tienen en común que ambos realizan el tránsito de lo local a lo nacional. Ahora bien, teniendo en cuenta el poder que su familia ha acumulado en lo corrido de este siglo, el caso de Alejandro Char resulta significativo.

En esta entrega, estaremos realizando un breve recorrido por los procesos electorales en los que ha participado Alejandro Char Chaljub, plantearemos algunos elementos para comprender la estructura de poder en Barranquilla y el departamento del Atlántico, y ofrecemos a manera de balance crítico una serie de hipótesis sobre las implicaciones de no asumir un discurso como estrategia política.

Un bosquejo sobre la vida electoral del precandidato en cuestión

Con excepción de la elección a la Gobernación del Atlántico en el año 2000, Alex Char Chaljub ha sido un candidato abrumador en los distintos procesos electorales en los que ha participado.

En la contienda electoral en mención, en primera instancia, perdió por 1.700 votos. No obstante, tres años después, a través de un nuevo escrutinio realizado por el Consejo de Estado, resultó ganador con 2.600 votos de diferencia respecto a Ventura Díaz, logrando así ser gobernador del departamento del Atlántico durante nueve meses.

Posteriormente, en el 2008, se postuló a la Alcaldía de Barranquilla, quedándose con el 58 % de los votos. En 2012 apoyó la aspiración de Elsa Noguera, quien también obtuvo el 58 % del apoyo popular en los comicios de ese año. Su última elección fue nuevamente como alcalde de Barranquilla, en el año 2015, ganando con el 77 % de los votos. 

Al finalizar su gestión como mandatario distrital, cerró con 95 % de aprobación, cifra que lo llevó a ser el alcalde más aprobado del período.

Durante toda su carrera, Char ha sido un candidato privilegiado al contar con maquinarias electorales y poderosas empresas políticas heredadas de su padre, y con aliados estratégicos locales y nacionales como los Nule, los Amín, Eduardo Verano de la Rosa, César Gaviria, Germán Vargas Lleras y otros tantos más que han coadyuvado al fortalecimiento de los Char como un clan político-económico que lleva más de una década gobernando Barranquilla y Atlántico.

Además, cuenta con tentáculos en la burocracia regional y del Ejecutivo central, entre la que se cuenta la participación en varios ministerios y cargos claves del Gobierno.

La transición de lo local a lo nacional

Alejandro Char venía sonando desde hace meses como candidato presidencial, pero el tiempo transcurrió y parecía que esa apuesta se había desvanecido. Sin embargo, hace pocos días la apuesta del exalcalde se formalizó a través de una comunicación en la que explicó que se inscribiría por firmas, faltando un mes para que los candidatos hicieran entrega de dichas firmas a la Registraduría. De inmediato sucedió lo esperado, Char se adhirió a la autodenominada Coalición de la Experiencia, acompañado de otros exalcaldes.

Este tránsito de lo local a lo nacional es una apuesta del clan Char para hacer presencia en el debate político electoral y producir las condiciones para llegar fortalecidos a las elecciones territoriales de 2023. La empresa política más poderosa de la región caribe no tiene la tarea fácil. El salto que realizan se encuentra enmarcado en un contexto nada favorable. Las razones son las siguientes.

Ausencia de identidad

Si bien “Alex” Char cumple con los requisitos para constituirse en términos de Max Weber en una autoridad carismática, su alcance no es nacional. Debido a que los rasgos que lo caracterizan como figura pública muy difícilmente podrían identificar a las personas de territorios diferentes a la costa Caribe.

Su personalidad desparpajada, sumada la carencia de propuestas de cara al debate político nacional, le imponen un límite al momento de llegar a más personas que se identifiquen y se sumen a su proyecto. Infortunadamente para sus intereses, Char no genera identidad por ningún lado. Tiene un carisma limitado al plano local y carece de planteamientos político-económicos que produzcan filiación con la gente.

Debacle del proyecto charista

Otra razón que produce un contexto difícil para la aspiración presidencial del exmandatario es el estado en que se encuentra su proyecto en el plano local. La crisis social por la que atraviesa Barranquilla ha provocado una caída de la aprobación del actual alcalde, Jaime Pumarejo, que fue apoyado por la familia Char para continuar con las riendas de la ciudad por cuatro años más.

La pandemia fue el peor adversario que nunca se imaginaron. Esta develó las problemáticas sociales que con mucha agilidad habían escondido con la complicidad de los medios de comunicación locales. Mientras Alejandro Char culminó su período como alcalde en 2019 con un 95 % de aprobación, el actual mandatario, a la fecha y según Invamer, tiene un reducido 57 % de aprobación de su gestión. 

Así las cosas, las circunstancias sociales de Barranquilla han generado un descontento importante en los ciudadanos.

En los dos últimos años la capital del Atlántico fue la ciudad con mayor incremento de la incidencia de la pobreza monetaria en el país. Según el Dane, el 64,2 % de los hogares no se alimentan tres veces al día. Los y las jóvenes no cuentan con oportunidades educativas y laborales suficientes, creando condiciones que conducen a una mayor desigualdad social. La informalidad laboral entre noviembre de 2020 y enero de 2021 rondaba la cifra del 60 %. A este panorama es necesario agregar la crisis en el sistema público de transporte masivo y de seguridad ciudadana.

Es en este contexto en el que Char decide aspirar a la Presidencia. Sin dudas es un intento más por no desaparecer de la escena política. Conociendo su pragmatismo, si los resultados no le favorecen intentará negociar sus votos con el candidato que más favorabilidad tenga. Esto ya lo ha hecho en otras oportunidades.

Del pragmatismo político al autoritarismo subnacional

Toda la maquinaria descrita le ha permitido a Alejandro Char pasar de agache como un administrador pragmático, ocultando la figura de lo que Max Weber reconoce como “político profesional”. A ello hay que sumarle la incapacidad de otros sectores de alimentar y robustecer la discusión política local, como sucede en ciudades capitales como Medellín y Bogotá. 

Dicho lo anterior, en Barranquilla se impuso un totalitarismo subnacional al tiempo que los procesos alternativos no tuvieron la destreza para abrirse espacios que atajaran ese intento exitoso de hegemonía y homogeneización. Aunado a lo anterior, Char acumuló poderes en los órganos de control y en la fiscalía, lo cual le permitió torpedear el avance de 81 procesos en su contra; de alcance penal, fiscal y disciplinario.

Respecto a lo anterior, Gibson señala lo siguiente:

“Controlar el poder localmente también requiere frecuentemente del diseño de estrategias a nivel nacional, sea ocupando o controlando posiciones en el Gobierno nacional (a nivel legislativo, ejecutivo o judicial) o formando parte de coaliciones nacionales que apoyen al Ejecutivo nacional. El éxito de estas estrategias nacionales aumenta la habilidad de las élites locales para extraer recursos del centro y para prevenir la intervención del centro en los asuntos locales”.

A pesar de su gestión como alcalde de Barranquilla dos veces, al precandidato presidencial no se le conocen opiniones sobre temas álgidos para el país, como lo son la política del Estado respecto a la paz con grupos armados, tanto subversivos como de corte paramilitar; la política antidrogas; la soberanía del país; relaciones con los demás países de América Latina y el Caribe; el modelo económico actual; y otros temas sociales, como el aborto, los derechos del campesinado, entre otros. 

Por ejemplo, no se le conocen propuestas sobre seguridad alimentaria. Char no podrá ser presidente si sus promesas de campaña se reducen a la construcción de parques y obras de infraestructura.

Según Edward Gibson:

“Estas son estrategias destinadas a maximizar el control político local mediante la minimización de intromisiones externas en los conflictos provinciales; incluyen estrategias directas de control de fronteras, tales como bloqueos a los flujos de información desde el centro, el control de la información transmitida por los medios de comunicación local, o la prevención de la instalación de agencias controladas federalmente o de supervisores en la provincia”.

Todos las precandidaturas que aparecen en la palestra política de cara a las elecciones de 2022 cuentan con un discurso y una narrativa de lo que consideran debe ser el destino del país. Esto permite una confrontación ideológica interesante a la que los electores pueden suscribirse, para, democráticamente, tomar una decisión sobre el candidato -y el discurso- de su preferencia.

Esta estrategia política consiste en no inmiscuirse en debates álgidos y, más bien, suscribirse a un pragmatismo a ultranza. Si bien es eficaz en el orden local, no parece viable para la construcción de una candidatura que aspira a llegar al Palacio de Nariño.

Es posible ubicar cuatro razones por las que Alejandro Char prefiere no opinar ni suscribirse a debates políticos y económicos del orden nacional.

Cuatro hipótesis sobre la ausencia de discurso de Alejando Char

  1. Char, en su pragmatismo radical, no anula la posibilidad de hacer alianzas con cualquier sector, sin distinción de ideologías, en tanto le convenga a la empresa y emporio familiar. Esta estrategia permite consolidar el poder a través del clientelismo, dicho en otras palabras, el pragmatismo de Char es directamente proporcional a la tecnocracia como forma de gobierno.
  2. Es posible que, para no incomodar intereses de aliados, Char decida guardar silencio. Los 81 procesos que tiene aguantados en los órganos mencionados en cualquier momento pueden avanzar.
  3. La carencia de discurso y narrativa política e ideológica pone en evidencia que Alejandro Char no tiene un proyecto de país más allá de los intereses económicos familiares. En ese sentido, en un eventual gobierno suyo podrían trabajar todos los sectores que así lo quisieren. Algo así como extrapolar la experiencia local en la que a partir de burocracia y contratos “recogió” a sus opositores.
  4. Ante la falta de discurso y narrativa ideológico-política, Alejandro Char no participa en entrevistas que generen opinión sobre temas álgidos y controversiales. Así, soslaya la confrontación con los medios de comunicación y el debate público con opositores. Esto último resulta conveniente porque tomar posición lo coloca en el foco de los analistas políticos del país.

Esta columna fue escrita en coautoría con Luis Santiago Vargas.

Docente, investigador. Universidad Libre , Seccional Barranquilla. Facultad de Derecho y Ciencias sociales.