Dos bancos grandes, primero Bancolombia y después Davivienda, han anunciado que bajarán la tasa de interés que cobran en tarjetas de crédito a sus clientes. No lo hicieron de forma general, pero cada uno con su estrategia anunció en cuáles segmentos lo hará.
El bajón de estas tasas de un día para otro es de una dimensión nunca antes vista en nuestro país. Pasarán de cobrar 46% de intereses efectivo anual, la bien llamada tasa de usura, a cobrar entre 20% y 25%. Es decir, bajaron más de 20 puntos porcentuales.
Todo esto se da en un momento donde ocurren dos cosas. Primero, tenemos una alta inflación, en gran parte jalonada por el rebote inusual del consumo después de la pandemia. Segundo, el Banco de la República ha ido aumentando su tasa de interés de política monetaria para controlar la inflación. Este aumento es lo que a su vez ha hecho que todas las demás tasas de interés, incluida la tasa de usura, estén por las nubes.
Como casi todo en economía, esto tiene cosas buenas, cosas malas y cosas feas, perdón, cosas políticas. A continuación las describo.
Lo bueno
Como mínimo hay dos cosas buenas. Primero, que un grupo importante de personas se animará a consumir más con la anunciada caída de la tasa de interés. Esto, a su vez, puede tener efectos positivos sobre el crecimiento económico en un año en el cual la economía no anda muy bien. Vale la pena decirlo: quizás esta es la única cosa que logra ver el gobierno desde su muy estrecha visión de la economía.
Segundo, y muy bienvenido, se activó la competencia en el sistema financiero después de muchos años de pasividad. Usualmente todos los bancos se han acomodada en el mercado cobrando a sus clientes de tarjetas de crédito la tasa de usura, es decir, la tasa más alta que pueden cobrar.
Nunca compitieron en ese segmento del mercado y siempre decidieron cobrar así. Los bancos debieron haber visto las cosas muy mal para decidirse a bajar las tasas de forma tan abrupta. Me refiero a que ese mercado debía estar casi que parado porque la mayoría de la gente o no usaba sus tarjetas, o estaba pasándolas a una sola cuota. Así el banco no gana plata.
Lo malo
También hay como mínimo dos cosas malas. La primera tiene que ver con lo que veníamos tratando. ¿Por qué los bancos nunca decidieron bajar sus tasas de interés de tarjetas de crédito por debajo de la tasa de usura antes?
Lo anunciado por los bancos muestra que podían hacerlo desde hace rato, pero se sentían cómodos cobrando alto. Esto seguramente sentará un precedente hacia adelante. Dicho esto, no se necesita un banco público que entre a competir, se necesitan más bancos privados, mejor regulación y quizás repensar la tasa de usura para mejorar estas cuestiones.
Lo segundo malo tiene que ver con la inflación. En el Banco de la República deben estar preocupados con este tema. Seguramente después de la caída de las tasas de interés anunciada se aumentará el consumo, lo cual, a su vez, le seguirá metiendo presión a la inflación.
¿Qué hará el Banco de la República si eso ocurre? Seguir aumentando su tasa de intervención, lo cual, de nuevo, hará subir el resto de las tasas de interés. Y con el efecto negativo esperado, la actividad económica en muchos sectores de verá afectada. Por ejemplo, no va bien el año para el sector de la construcción: nadie se anima a comprar casa con esas tasas de interés tan altas.
Lo político
Los bancos han anunciado esta caída en sus tasas de interés unos días después de que el presidente les solicitara directa y públicamente hacerlo. No hay que ser muy listo para pensar que los bancos hacen esto no porque el presidente se los solicite, sino porque les protege parcialmente ante la alta incertidumbre que el sector privado ha tenido durante este gobierno.
Este gobierno ha mostrado un fuerte sesgo contra la empresa privada, incluido el sector financiero. Básicamente tiene entre ojos a algunas empresas con nombres propios a las cuales quiere sacar de cuanto negocio considera no deberían participar. Además, recuerden que en campaña había anunciado la creación de un gran banco público.
Ante esta incertidumbre, la estrategia de los bancos es casi que magistral. No podrá el gobierno entrar a perjudicar a un sector que ha oído sus solicitudes. Al final, lo comido por lo servido, nada es gratis.