Al sur del municipio de Buenaventura, casi en los límites del Cauca, se encuentra el consejo comunitario de Yurumanguí, un territorio colectivo de comunidades negras, organizado alrededor de 13 veredas a lo largo del río.
A estas comunidades les vengo siguiendo la pista desde el 2005 cuando las visité por primera vez y estoy en permanente comunicación con algunos de sus líderes. Ese primer viaje ocurría en un contexto complejo.
En ese momento, los ríos de Buenaventura estaban en relativa “paz”, el territorio era controlado por las antiguas Farc, pero no había disputas por el territorio. De alguna manera, las lógicas comunitarias y la vida de los líderes eran respetadas. La gente se estaba recuperando de la masacre y desplazamiento que ocurrió en el 2001 en la vereda El Firme.
Sin embargo, la zona urbana estaba en zozobra. Las AUC controlaban el territorio y la gente tenía miedo. Ir de la zona rural a la urbana, o viceversa, implicaba un riesgo, pues era cambiar de grupo armado y todo generaba sospecha.
10 años después regresé al río en el año 2015 en plena negociación de paz y cuando las Farc ya habían acordado el cese al fuego unilateral. La tranquilidad del momento nos permitió recorrer todo el río hasta la última comunidad, la vereda de Juntas, casi en los límites con el Parque Nacional Los Farallones de Cali.
Este recorrido me marcó profundamente, algo que narré en tres entregas para la revista Semana (1, 2, 3), pues además de vivir un paisaje espectacular, pude conocer de primera mano la organización comunitaria, en particular su resistencia a la minería ilegal. En ese recorrido, vi un río de aguas cristalinas, un bosque intervenido para cultivos de pancoger y una biodiversidad maravillosa.