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Mucho hablamos de migración de venezolanas y venezolanos a Colombia, pero no hacemos lo suficiente cuando de inclusión se trata. La inclusión va mucho más allá de un cupo escolar, y ahi la escuela tiene mucho por hacer y decir

Migrar ha sido una actividad cercana al desarrollo mismo de la humanidad. De hecho, la población del mundo se hizo a través de complejos viajes y rutas que permitieron a nuestra especie habitar casi todos los territorios del planeta. Con esto, accedimos a una compleja pero privilegiada condición de diversidad biológica y consolidamos una muy variada diversidad cultural.

Ahora, en el mundo actual, nunca fue tan fácil visibilizar –con un diferido de tres segundos- lo que sucede al otro lado de la Tierra. Esto nos ha permitido conocer, por lo menos un poco más y a través de las redes sociales, la existencia de diversas formas de ver y vivir en el mundo, así como las reivindicaciones étnicas, políticas, culturales, de género, entre otras que se dan en casi todos los países.

Lo que no deja de ser sorprendente es que, frente a esta situación, privilegiada e inimaginable hace solo unas décadas, los discursos xenófobos y excluyentes se posicionen con tanta fuerza en las agendas políticas y en la cotidianidad de varios actores sociales. Pareciera que la idea cinematográfica de crear enemigos extranjeros, que durante la guerra fría se desarrolló magistralmente en cientos de películas, volviera con más fuerza para encontrar en un otro la causa de nuestros problemas y el objeto de nuestros señalamientos.

Marc Augé propone el terror como uno de los nuevos miedos de la sociedad actual, y justamente el terror (desde luego catalizado por el terrotismo) se basa fundamentalmente en el miedo al otro y a la otro. De manera similar el miedo es una de las emociones políticas que Martha Nussbaum propone, y que sin duda alguna, limitan nuestra capacidad de interacción social y nuestros sistemas relacionales.

Ante este panorama, es necesario (éticamente necesario) apelar a la capacidad  de la escuela, y en general de las instituciones educativas, de construir espacios para lo universal, para la cabida de todos desde su condición de hospitalidad. Es fundamental, sobre todo en el marco de una inédita migración de venezolanos y venezolanas, revisar nuestras acciones para su inclusión efectiva que vaya más allá de la asignación de cupos y reconozca que esta población tiene una serie de saberes que con seguridad nutren la experiencia formativa de todos.

Lo que es claro, en el trabajo con población migrante, es que no podemos caer en miradas deficitarias que no reconozcan en los recién llegados, capitales culturales que pueden favorecer la ampliación de nuestras miradas del mundo. Tampoco podemos permitirnos la instalación de estereotipos basados, generalmente, en nuestras diferencias frente a posturas políticas, religiosas o culturales.

Adicionalmente, debemos entender que el trabajo con migración, como en los ejercicios intencionados de inclusión que se dan desde la escuela, es en si mismo  una acción formativa. Esto nos permite desarrollar nuevas comprensiones de los otros, que se instalan no solo en los tiempos y edads escoalres, sino que devienen una suerte de postura a lo largo de la vida.

En este sentido, creemos fundamental acompañar espacios reflexivos sobre migración como nuevo fenómeno en el sector educativo colombiano, pero sobre todo como fenómeno social que transformará nuestras formas de relacionamiento y comprensión del territorio. No se trata de ser cordiales con el que llega, se trata de darle lugar y voz como un acto político, de encontrar en el otro una forma de ver el mundo que complementa la propia y que se inscribe en la constucción de nuevas ciudadanías.

Por lo anterior siempre es útil recordar la idea griega del ciudadano como aquel que es capaz de argumentar tranquilamente lo que piensa y permitir que, el que no  piensa como él, también lo haga.  En este tema, debemos como siempre alejarnos de las recetas, y crear espacios múltiples, con participación activa de maestros y maestras, dispuestos a la creación e iteración de acciones pedagógicas para la inclusión, pues no porque el tema sea nuevo para Colombia es menor o irrelevante.

Al final, estos espacios pueden ser excusas para entender juntos, como dice Drexler, que no somos de ningún lado del todo, y de todos lados un poco.

Es consultor en educación. Estudió ingeniería civil y maestrías en desarrollo humano y en intervención social. Sus áreas de interés son la eduación, las políticas para la diversidad y los proyectos que favorezcan el desarrollo local y la ciudadanía.