El 2022: Una luz de esperanza para La Paz

El 2022: Una luz de esperanza para La Paz
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El 2021 fue el año de los balances de la implementación del Acuerdo de Paz. Todos, sin excepción, revelaron que al cierre del primer quinquenio hay un déficit en la construcción de paz y que es necesario redoblar esfuerzos para lograr una paz estable y duradera.

El informe del PNUD "Escuchar la Paz", que encuestó a más de 11.000 habitantes de territorios PDET, por ejemplo, muestra que a pesar de los incumplimientos del gobierno y la continuación de la violencia, “las personas con algún grado de satisfacción con la implementación del Acuerdo de Paz alcanza el 48 % en 2021.” Este es un dato alentador que evidencia que las semillas de la paz sobreviven a pesar de la adversidad.

Sin embargo, del mismo informe saltan a la vista dos grandes retos: el 71 % de las personas encuestadas considera que Colombia no avanza hacia la reconciliación y el 96.9 % que no es posible confiar en la mayoría de la gente. Estos dos datos son preocupantes porque la confianza y la reconciliación van de la mano y son clave para consolidar las transformaciones estructurales necesarias para resolver las causas de la violencia, es decir, para la construcción de una paz estable y duradera.

Estos retos encuentran eco en el balance académico "Polarización y Reconciliación a 5 años del plebiscito por la paz", publicado por el Centro de Religión, Reconciliación y Paz de la Universidad de Winchester, el IEPRI y Rodeemos el Diálogo. En este balance, con Gwen Burnyeat y Clara Rocío Rodríguez planteamos que es necesario redoblar esfuerzos para defender el Acuerdo de Paz y para trabajar por la reconciliación, entendida como un horizonte intergeneracional de largo plazo. Dicha defensa se podría hacer, por ejemplo, resaltando públicamente la percepción positiva de la implementación del Acuerdo de Paz en los territorios PDET que arroja el informe de PNUD; mientras que para trabajar para la reconciliación se podría, por ejemplo, visibilizar en territorios PDET el trabajo de desminado humanitario realizado por excombatientes de FARC con su organización Humanicemos DH en Caquetá. Pero semejantes esfuerzos de comunicación de hechos de paz con la opinión pública exige trabajo mancomunado de diversos sectores públicos y privados, y, sobre todo, voluntad política.

El 2022 trae una luz de esperanza: que Colombia sea gobernada por actores políticos que tengan la voluntad de recalibrar un contrato social que responda al clamor general expresado en el Paro Nacional; un clamor por un Estado más justo y menos corrupto, un Estado que apalanque el florecimiento de diversos sectores sociales para que juntos puedan ser artífices de un futuro distinto para las siguientes generaciones. En últimas, semejante contrato social es la esencia de las promesas del Acuerdo de Paz.

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