Hace cinco años se firmó, en el Teatro Colón de Bogotá, el Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y la extinta guerrilla de las Farc. Les preguntamos a seis expertos de la Red de la Paz de La Silla Llena cómo ven los primeros cinco años de su implementación.
¿El Acuerdo de Paz fue una oportunidad perdida? Seis expertos responden

“Tenemos una falsa sensación de paz”
José Obdulio Espejo - Coronel (r), especialista en Derecho Internacional de Conflictos Armados
En primer lugar, la polarización resultante del plebiscito entre el “sí” y el “no” se trasladó a los principales mecanismos transicionales. Mientras que para algunos sectores las actuaciones de la JEP y de la Comisión de la Verdad enaltecen lo acordado, para otros se asiste a instrumentos de impunidad frente a los graves crímenes de guerra y las graves violaciones al derecho internacional de los derechos humanos endosables a las extintas Farc.
En segundo lugar, el Acuerdo Final no contempló estrategias de seguridad para aquellos territorios donde el conflicto se ha desarrollado históricamente con mayor efervescencia. En estas áreas, en especial aquellas que abandonaron las Farc en su repliegue, se están presentando nuevos fenómenos conflictuales que nos llevan a estar en un período de “posacuerdo”, pero jamás de “posconflicto” o de “paz”. Hoy, en lugar de unas Farc, tenemos tres: el partido Comunes y dos disidencias importantes.
Asistimos, entonces, a una falsa sensación de paz o el espejismo de la paz de Santos.
“Los colombianos hemos hecho la paz por partecitas”
Gloria María Gallego - Profesora de Eafit, directora del grupo de investigación Justicia y Conflicto
A cinco años de la firma del Acuerdo los hechos de paz son reales.
Las tomas violentas de poblaciones y el uso de cilindros bombas cayeron un 98 %; las voladuras de oleoductos y el derrame de camiones cisterna con gasolina han caído en un 90 %; y la práctica del secuestro, que desde años atrás venía en descenso, ha caído en un 96 % en el país.
Además, en los peores momentos de la guerra, el Hospital Militar atendía en promedio 424 soldados heridos en combate cada año. Hoy en día ese promedio está, más o menos, en unos 25 o 30 soldados.
Pero los colombianos hemos hecho la paz por partecitas.
Continúan el ELN, grupos paramilitares de segunda y tercera generación como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, las Águilas Negras, los Caparros y las disidencias de las Farc. Esto no significa que debamos lamentarnos, sino que hay que persistir en la paz.
Para eso es fundamental que este país, en unión con otras naciones del mundo, dé un viraje en la política del tratamiento a las drogas, que no puede tratarse más como un asunto militar, bélico, de armas, sino como un asunto de salud pública. Solo así se terminará la fuente de financiación de todos los grupos armados.
“El Acuerdo de Paz es la única alternativa para la reconciliación”
Martín Cruz Vega - excombatiente, coordinador de comunicaciones del partido Comunes
El Acuerdo de Paz es el acontecimiento político más importante en nuestra patria en los últimos 70 años. El pacto construido en La Habana es un inmenso logro en defensa de la vida y en contra de la devastación humana.
Esto, a pesar de las adversidades; sus obstáculos institucionales; la simulación estatal en la implementación de lo acordado y su desfinanciación; la inseguridad que ha permitido el asesinato de cientos de firmantes de paz y líderes y lideresas sociales, ambientalistas y defensores de los derechos humanos.
El Acuerdo de Paz acabó con una guerra de 53 años y ha salvado a miles de personas. Hoy miles de excombatientes ya no estamos en la guerra. Más de 390 toneladas de armas fueron destruidas y tampoco volverán jamás a la acción bélica. Hoy son símbolos de paz y de memoria de una confrontación armada que no puede repetirse.
Sin lugar a dudas, la consolidación del Proceso de Paz nos llevará mucho tiempo y, tal vez, pasarán varias generaciones, a menos de que la sociedad en su conjunto se apersone de hacer realidad esta esperanza que palpita en millones de corazones en nuestro país.
El Proceso de Paz hoy sigue siendo la única alternativa de paz y reconciliación. No existe otra a la vista. Que viva el Acuerdo de Paz.
“Para que la oportunidad realmente se aproveche, aún falta mucho”
Martha Maya Calle - Directora de Proyectos en América Latina y Asociada Senior del Instituto para las Transiciones Integrales
Los primeros cinco años son claves para medir el progreso del Proceso de Paz, pero no permiten concluir el éxito o fracaso frente a algo tan complejo como es ponerle fin a un conflicto armado mediante una paz negociada.
En estos cinco años hemos podido poner en marcha un Sistema Integral de Justicia Transicional robusto, estructurado, aterrizado, innovador y realista. Sin duda, su trabajo está lleno de desafíos que no están ausentes de críticas y de intentos de reforma. Y, como aborda las heridas más profundas del conflicto, su funcionamiento agudiza enormemente la polarización y pone en riesgo su legitimidad. Con todo y eso, contamos con un Sistema Integral cada vez más fuerte a cargo de hacerle frente a los abusos del pasado.
Además, se logró la desmovilización y el desarme de 13 mil excombatientes y trajimos a la realidad la idea de cambiar las balas por los votos. La participación política de los excombatientes es una realidad que cuenta hoy con un respaldo adicional: la decisión de Estados Unidos de sacar al partido Comunes de la lista de organizaciones terroristas.
Eso sí, para que la oportunidad realmente se aproveche, aún falta mucho en materia de desarrollo rural, de profundización de la democracia, de estrategias de seguridad más enfocadas hacia la construcción de paz, de búsqueda de diálogos para resolver los conflictos con otros grupos armados, y de construcción de consensos y pactos políticos entre sectores que todavía albergan profundas diferencias.
En todo caso, este Proceso de Paz cuenta con la voluntad de las comunidades, sobre todo de los territorios que más se han visto afectados por el conflicto. Se ha mantenido vigente su esfuerzo para que esta oportunidad de paz con transformaciones no se pierda.
Entonces, no; la oportunidad no se perdió.
“Sería una irresponsabilidad decir que se perdió la oportunidad de paz”
Andrei Gómez-Suárez - cofundador de Rodeemos el Diálogo y profesor investigador del Centro de Religión, Reconciliación y Paz de la Universidad de Winchester
El país se está construyendo día a día, y, cuando uno ve las grandes dificultades que ha habido con la implementación del Acuerdo de Paz, lo que uno puede observar es que también hay logros. Unos logros que hay que proteger para garantizar que sigan dando frutos los próximos cuatro años, cuando llegue el próximo Gobierno.
No ha habido tiempo perdido, pero sí ha habido muchos obstáculos. Pero en medio de un contexto tan difícil como es la falta de voluntad política, si hay algo que nos demuestra esto que hemos vivido es que hay una gran capacidad de resiliencia para construir paz en Colombia.
Decir que se perdió la oportunidad de construir un país en paz sería una irresponsabilidad con el país, con los firmantes del Acuerdo, con los jóvenes, con las personas que trabajan en las instituciones del Sistema Integral para la Paz y con las víctimas.
“La oportunidad de construir un país en paz no se ha perdido”
Isabelita Mercado - Abogada, experta en derechos humanos y justicia transicional
La implementación del Acuerdo es un reflejo de la resiliencia de los colombianos.
Los primeros cinco años del Acuerdo han sido complejos, pero no se ha perdido la oportunidad para cerrar las brechas entre lo rural y lo urbano; los Pdet siguen siendo una hoja de ruta para que la institucionalidad llegue a esos territorios; la Comisión de la Verdad y la JEP han hecho un esfuerzo por poner en el centro a las víctimas y han contribuido a generar una narrativa sobre todo aquello que fue inaceptable durante el conflicto y que no debe volver a ocurrir.
Pero la paz es mucho más que las instituciones de justicia transicional o la promesa de una institucionalidad que no ha terminado de llegar a los territorios.
La paz es la oportunidad de un nuevo pacto social que siente las bases de una Colombia más justa y equitativa, y donde los derechos realmente sean para todos. El próximo Gobierno tiene en sus manos la oportunidad de estabilizar la implementación y avanzar en el camino.
Al final, la paz no debe tener color político, sino que debe ser un compromiso de todos. La oportunidad no se ha perdido.
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