Casi dos semanas han pasado tras las noticias sobre la trágica deforestación de los primeros meses en la Amazonía colombiana. Como casi siempre en nuestro país, estas noticias ya pasaron de moda, pero el daño ya está hecho: los expertos señalan que enero de 2022 fue el mes de mayor deforestación en los últimos 10 años.
El año 2022 apenas comienza y la selva amazónica sigue ardiendo

Foto cortesía de vecinos y bomberos voluntarios de la Macarena
Mientras ardía la Macarena, Chiribiquete y Tinigua, las quemas brillaron (literalmente) por la ausencia del gobierno y los escasos recursos de los bomberos (y voluntarios). La prensa tampoco se hizo sentir, pues más importantes parecían las peleas entre jugadores de la selección de fútbol colombiana y el amantazgo entre políticos del Caribe. Al día de hoy, a la noticia de la deforestación se le echo tierrita, pero el fuego sigue ardiendo.
Un lacónico comunicado de prensa del ministro de defensa acusó a las disidencias de las Farc de la deforestación. En año de elecciones su discurso parece orientado de forma simplista a perpetrar la narrativa que llevó al partido gobierno a la presidencia hace 4 años, en lugar de atender a la realidad del acaparamiento de tierras para actividades de ganadería y agroindustriales.
Por si fuera poco, las comunidades afectadas por las quemas denuncian acoso por parte de las autoridades con la finalidad de disfrazar campesinos de delincuentes-deforestadores. El temible caso de los falsos positivos ya nos debería haber enseñado que el afán de mostrar resultados a toda costa nos puede conducir a las peores injusticias contra los más vulnerables.
No menos decepcionante es notar que la reacción gubernamental es represiva en lugar de preventiva. El populismo penal, que se dirige a endurecer penas en lugar de adoptar políticas de prevención, no es sino una quimera para transmitir seguridad a los ciudadanos.
Aún peor, normalmente, en los casos de deforestación, mientras el financiador y/o beneficiario de la deforestación no sufre castigo alguno, es el empobrecido campesino que sirvió como instrumento quien termina en la cárcel. La fracasada guerra contra las drogas ya nos ha demostrado que el enfoque represivo −en lugar de preventivo− nos puede conducir a las peores injusticias contra los más vulnerables −valga la redundancia.
Al final de cuentas, los expertos coinciden en que las quemas pueden prevenirse. En efecto, estas quemas no se dan sorpresivamente, pues a estas les antecede la tala de árboles y la roza, que se dan en el último semestre del año anterior a que comience la temporada de sequía de los primeros meses. Forzoso es concluir, entonces, que la falta voluntad política para hacer seguimiento y monitoreo de estos fenómenos resultó en la peor tragedia ambiental de los últimos tiempos en Colombia.
Las cifras: 3.083.411 campos de futbol deforestados, 1200 alertas de incendio, 156 puntos de calor.
Entre 2012 y 2020 el equivalente a 3,083,411 estadios de fútbol (1.650.000 hectáreas) han sido deforestados. Para hacer una mapa mental de esta cifra trato de imaginar que pasaría si le diéramos un estadio de fútbol de vivienda a cada persona en Cali −que tiene poco menos de 3.000.000 de habitantes, y después pensar en esta ciudad en llamas. Claro está, el resultado de esta proyección mental es la profunda depresión por la devastación de nuestra selva y el sentimiento de impotencia sobre el poder de acaparamiento de tierras que tienen las mafias.
Pero sigamos poniendo el dedo en la herida…..y vamos a las cifras de este comienzo de año.
En enero, solo en la Amazonía, se reportó un número de alrededor de 1200 alertas que, si se compara con enero de 2021, cuadruplica la cifra de 280 alertas reportada para entonces.
Si se toma un escenario aún más dramático, pero no por ello del todo irreal, 156 puntos de calor fueron detectados en la Amazonía colombiana en enero 2022; cifra que octuplica los puntos de calor en 2021.
Esto significa que, si en 2020 la deforestación en Colombia fue de 320.833 estadios de fútbol (171.685 hectáreas) y asumiendo que en 2021 se mantuvo durante todo el año la reducción de 34 % que el gobierno reportó para el primer semestre de dicho año −lo que resultaría en 211.750 estadios de futbol (113.312 hectáreas) deforestados− tendríamos un récord de deforestación para 2022 de 847.000 estadios de futbol (453.248 hectáreas) partiendo de la información que tenemos de alertas, y 1.694.000 estadios de futbol (906.496 hectáreas) partiendo de la información de los puntos de calor.
De nuevo, invito al lector a proyectarse mentalmente este peor escenario de 1.694.000 estadios de futbol con la imagen de entregar a cada ciudadano de Cartagena y Santa Marta −juntas− un estadio de futbol como vivienda, para después prenderles fuego a estas dos ciudades.
Obvio, aunque las cifras de las que parto son ciertas, la regla de tres que use para llegar a estos escenarios no son precisas desde el punto de vista científico. Con seguridad existen correlaciones entre alertas, puntos de calor y predicción anual de deforestación que son mucho más refinadas y precisas. No obstante, hay consenso en la comunidad científica que este año el tamaño de la deforestación no tendrá precedentes y superará con creces los números de los años anteriores.
Un legado ambiental en cenizas y los intereses de la ganadería extensiva
En los anaqueles de las mejores librerías del país reposa a 50.000 pesos el libro sobre el camino a la neutralidad del carbono escrito por el presidente de Colombia. Desde la introducción, es claro que él identifica la deforestación dentro de los retos para lograr la neutralidad, así como resalta que Colombia aloja al 52 % de los páramos del mundo y declara su amor por la exuberancia de la Amazonía.
También el presidente enfatiza en su libro el compromiso internacional que asumió en representación de todos colombianos sobre la meta de ‘cero deforestación para 2030’ en nuestro país. Una meta ambiciosa, pero lograble −según sus palabras.
Pero las palabras, como dicen, se las lleva el viento. Así como, también se dice que el infierno está lleno de buenas intenciones. Tal como el gobierno condujo al fracaso el proceso de paz con un discurso cosmético e hipócrita, es apabullante el desastre ambiental que aquel nos deja tras 4 años de promesas vacías sobre protección de los bosques.
De un lado, el presidente predica en su libro sobre neutralidad de carbono que la lucha contra el cambio climático no pertenece a izquierdas ni derechas, sino debe ser una política de Estado sobre la cual no debe existir discusión en torno a su reconocimiento. Sin embargo, del otro lado, su partido y su electorado están compuestos en una proporción significativa por aquellos que tienen intereses en el acaparamiento de tierras.
Se puede ser tan cercano a la actividad de ganadería extensiva y al mismo tiempo predicar la lucha contra la deforestación?
Claramente, en Colombia no. Para la muestra, el documento Conpes que preparó el mismo gobierno para el control de la deforestación, pese a señalar varias veces que la ganadería extensiva es causa principal de deforestación, no propone sino una acción concreta para solucionar el problema, que consiste en la implementación del Ministerio de Agricultura de unos ‘lineamientos estratégicos para la ganadería sostenible’.
En el mismo sentido se orienta el libro escrito por el presidente, que tampoco contiene ninguna estrategia de reducción de la ganadería extensiva. Sencillamente, el libro describe que la estrategia del gobierno es promover siembras silvopastoriles y prácticas sostenibles en ganadería.
Será entonces una falta de visión y casualidad que, aunque el problema es claro para el gobierno, las estrategias propuestas se dirijan a promover ganadería sostenible en lugar de luchar frontalmente contra la ganadería extensiva?
Siendo aún más suspicaces, y en vista de la inacción del gobierno ante el peor desastre ambiental de los últimos años, no preguntamos: es la tolerancia a la quema de la Amazonía del pasado mes de enero una estrategia política para no perder el apoyo de los electores y copartidarios de gobierno interesados en el acaparamiento de tierras?
Sea lo que fuere, lo cierto es que este gobierno saliente representa el tradicionalismo al que estamos tristemente acostumbrados. El político de la pantalla, el que se toma la foto, el que echa un gran discurso y el que afirma en la ONU que ha “dado una lucha contra la deforestación como en ningún otro momento de la historia”. A la larga, pura carreta, este gobierno deja un legado ambiental en cenizas.
Una política de disminución de emisiones desenfocada y la necesidad de la transición en el uso de la tierra
Las actividades en tierras forestales, incluida la deforestación, y las actividades agropecuarias constituyen alrededor del 55% de emisiones de gases efecto invernadero en Colombia. Mientras la transición energética avanza en la reducción de emisiones mediante la promoción de energías renovables y eficiencia energética, la transición en el uso de la tierra está estancada.
En Colombia la matriz energética es particularmente limpia. Dado que más del 70 % de nuestra energía es hidroeléctrica las emisiones del sector minero-energético equivalen sólo al 14 %. Esto contrasta con muchos países desarrollados como los Estados Unidos donde su matriz energética está constituida en más del 70% por energías fósiles. Así mismo, a nivel global el sector energético es el responsable de más del 70% de las emisiones de gases efecto invernadero.
Así pues, una política que está orientada sólo a disminuir emisiones en el sector energético sin darle prioridad a la transición en el uso de la tierra es un contrasentido en Colombia. Con esto no quiero decir que el impulso de la disminución de emisiones en el sector energético sea un error, sino que quiero expresar que la política de disminución de emisiones en Colombia parece estar mal enfocada. Tan mal enfocada que, como ya lo hemos reiterado, la deforestación este año será devastadora.
Según el documento Conpes ya citado, en Colombia más de 34 millones de hectáreas están destinadas a la ganadería, mientras sólo 15 millones de hectáreas tienen vocación ganadera del suelo. En otras palabras, según los mismos estudios del gobierno, en Colombia la actividad ganadera acapara más del doble de la tierra de lo que nuestro territorio está en capacidad soportar.
En este escenario, en Colombia es urgente que se dé prioridad a la transición en el uso y protección de la tierra, tal como se le ha dado a la transición energética.
Otras cifras chocantes sobre ganadería y un pésimo negocio para el país
Adicionalmente, el documento Conpes revela que la ganadería es la responsable por lo menos del 50 % del total de nuevas tierras colonizadas. Y aún más revelador, que cada hectárea tiene una carga de 0,6 cabezas de ganado. Es decir, que a cada media vaca le corresponden 2,5 estadios de futbol. Esto, en palabras del Conpes ‘hace a este sector poco productivo y competitivo’.
Si cada 0.6 cabezas de ganado ocupan 2,5 estadios de futbol, y cada cabeza de ganado produce alrededor de 150 kilos de carne, por cada 2,5 estadios de futbol se producen 90 kilos de carne en Colombia. Si asumimos que cada hamburguesa tiene en promedio 120 gramos de carne, llegamos a la conclusión que por cada 2,5 estadios de futbol se producen 750 hamburguesas.
En consecuencia, si siendo optimistas la deforestación en la Amazonía en 2022 será de 560.620 estadios de futbol (300.000 hectáreas), esta servirá para producir 225 millones de hamburguesas. Si se tiene en cuenta que la plataforma virtual de domicilios más popular en Colombia reportó vender 16 millones de hamburguesas en 2020, diríamos que la tragedia de deforestación este año servirá tan sólo para suplir la demanda de hamburguesas de 14 años en dicha plataforma.
Entonces tenemos que, en 2022, cambiamos el servicio de absorción de emisiones y preservación de los ecosistemas que prestan los bosques en un área de 560.620 estadios de fútbol (300.000 hectáreas) durante entre 150 y 200 años −tiempo que toman para recuperarse si es posible−, por 14 años de pedidos hamburguesa en la plataforma virtual de domicilios más popular en Colombia. Pésimo negocio!
Qué debe hacer el gobierno entrante para luchar contra la deforestación?
Asumamos que este gobierno ya está de salida y que sus intereses electorales no le permitirán adoptar medidas de protección contra la deforestación este año. Tampoco parece que el gobierno tenga la intención de sembrar para que otro coseche en materia ambiental.
En este escenario, qué puede hacer el gobierno entrante para luchar contra la deforestación?. Once consejos se me vienen a la cabeza que no pretenden ser exhaustivos ni invención mía:
1. El gobierno debe adoptar una política de monitoreo y acciones de prevención. Como ya lo dijimos al comienzo de este artículo, las quemas son evitables porque a ellas anteceden la tala y la roza. En este sentido, la presencia del Estado con el fin de rastrear estas actividades es fundamental para evitar la posterior quema.
2. Protección a los lideres sociales y ambientales. Ya sabemos que Colombia es uno de los países donde más asesinan lideres ambientales. Una protección eficaz de estos lideres garantiza tener canales de comunicación alternativos a los del mismo gobierno para la prevención de la deforestación.
3. El gobierno debe adoptar campañas publicitarias que desestimulen el consumo de carne. La demanda de carne estimula su producción, luego si dejamos de consumir carne de forma voraz, desestimulamos la deforestación para ganadería extensiva. El ejemplo de la disminución del consumo de tabaco en los últimos 20 años demuestra que estas campañas tienen resultados asombrosos.
4. Impuesto al carbono y compensación por el consumo de carne. Una forma clave para desestimular la producción de carne y, por ende, la deforestación es la imposición de cargas tributarias relacionadas con su consumo y producción. Aquel que produzca carne debería verse en la obligación de pagar el impuesto al carbono, así como el consumidor debería compensar las emisiones que supone el consumo de aquella.
5. Regulación de las cadenas de suministro y certificado de origen de la carne. En algunos países como Francia y Alemania, ya existe una ley de cadenas de suministro. Estas leyes suponen que debe existir claridad sobre la proveniencia de los productos, especialmente, claridad en que su producción no esté ligada a la violación de derechos humanos o a impactos negativos para medio ambiente. Una certificación obligatoria sobre la proveniencia de la carne en Colombia ayudaría a desestimular la deforestación.
6. Transparencia en las cifras de y acción contra la deforestación. La claridad para los ciudadanos sobre los impactos que tiene su actividad productiva y consumo en la deforestación es vital para la toma decisiones informadas de estos, así como para tener la posibilidad de exigir al estado el cumplimiento de sus responsabilidades a este respecto.
7. No aceptar financiación del sector ganadero a sus campañas. Lastimosamente la financiación de las campañas por parte de agremiaciones y privados pervierte el sistema democrático. Si se evita la financiación por parte del sector de la ganadería, se evita después tener que gobernar para proteger sus intereses.
8. Programas de cambio de usos de la tierra que incluyan a los ganaderos. Por supuesto nuestra postura de desestimular la ganadería no pretende afectar a las personas que honestamente viven de ello. Ellos también son ciudadanos colombianos y merecen nuestra solidaridad y protección. Programas de subsidio, capacitación y desarrollo del cambio de uso de la tierra son necesarios para que aquellos que se dedican a la ganadería tengan posibilidades de cambiar de actividad productiva.
9. Cambios en el uso de la tierra por actividades de menor impacto. Nada resulta de cambiar la ganadería para evitar deforestación por otras actividades nocivas para el medio ambiente o motores de la misma deforestación; por ejemplo, el cambio de ganadería por cultivo de palma de aceite. En este sentido, es necesario tener cuidado en que las actividades que remplacen la ganadería tengan menor impacto ambiental que esta.
10. Evitar la criminalización de los más vulnerables y castigar a los financiadores. La política criminal mal enfocada en materia de deforestación termina afectando realmente a los campesinos. Aquellos que realizan directamente las quemas lo hacen en general para sobrevivir en un país que no les proporciona oportunidades. En este sentido, en lugar de criminalizar a los campesinos que son instrumento para las quemas, se debe ser eficaz en la investigación y castigo de aquellos que financian y se lucran de la deforestación.
11. Financiación internacional para la lucha contra la deforestación. El marco legal internacional de cambio climático y el Acuerdo de Paris prevén la obligación de los países desarrollados de contribuir con los países menos desarrollados para disminuir emisiones. Dada su riqueza selvática, Colombia debe ser uno de los destinos principales de cooperación internacional a este respecto. El gobierno entrante tiene la tarea de captar esa cooperación internacional para financiar los altos costos de la lucha contra la deforestación.
El año 2022 apenas comienza y la selva sigue ardiendo. Está todavía en nuestras manos darle la vuelta a la devastación de nuestras selvas y preservar para generaciones futuras las mismas condiciones ambientales que nosotros hemos podido disfrutar. Ojalá en enero de 2023 podamos decir que se prendió el fuego de la esperanza, en lugar de decir que se le prendió nuevamente fuego a nuestra selva.
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