Los chamizos y el F2

Para poder entender como “transitar” ese camino hacia la paz total en la Sierra Nevada de Santa Marta (en adelante Snsm) es necesario conocer el contexto histórico y social del conflicto armado en el departamento del Magdalena, una zona en la que la legalidad y el estado ha sido sinónimo de desidia y la gobernabilidad ha sido representada por actores armados ilegales.

En esta oportunidad ocuparemos las letras y su tiempo para que, en varias partes, recorramos juntos los senderos que se internan en lo más profundo del corazón del mundo: un ecosistema estratégico con más de diez puertos de calado natural ideales para el narcotráfico. Un territorio en el que conviven grupos indígenas, campesinos y paramilitares.

Marco histórico y social del conflicto armado en la Sierra Nevada de Santa Marta y el Magdalena

A finales de la década de los 60 la Snsm sufrió una fuerte ocupación por parte de “colonos” provenientes de zonas del interior del país, facilitándose su acceso gracias a la recién denominada Troncal del Caribe, acentuando hileras de caseríos a la par de la mencionada arteria vial (Betancourt, 1994, p. 17).

Esta época estuvo caracterizada por el auge pleno de la bonanza marimbera que sirvió de única fuente de empleo en esta zona con gran facilidad geográfica, pues permitía en una misma zona cultivar, producir y distribuir vía alta mar el nocivo alucinógeno.

A esta se le unieron otras prácticas económicas poco convencionales, como el saqueo de tumbas indígenas donde se podría encontrar abundante metal precioso, promoviendo una cultura de ilegalidad desbordante con el tiempo (Plazas, 1987).

En este escenario de constante explotación marimbera y desidia estatal se produce la industrialización en la producción y exportación de grandes cantidades de marihuana hacia ciudades de los Estados Unidos. La explotación comenzó a decaer en 1985 por la creciente demanda de cocaína.

Esta contante dinámica económica fue la semilla inicial para que grupos armados de forasteros iniciaran un proceso de organización militar de autodefensas campesinas en la región. De aquí en adelante, en esta prospera región, las pugnas por los negocios ilícitos y las diferencias personales entre los miembros de estas organizaciones que pretendían demostrar poderío y control sobre las otras generarían una violencia sin precedentes, volviéndose usual los homicidios en la Snsm y en las poblaciones del pie de monte como Dibulla, Mingueo, Palomino en La Guajira y los caseríos que conforman el corregimiento de Guachaca, así como en el casco urbano del distrito de Santa Marta (Betancourt, 1994).

En el departamento del Magdalena, el accionar de los grupos guerrilleros pertenecientes al Bloque Martin Caballero de las Farc y el Frente Domingo Barrios del ELN se ubicaron principalmente en las subregiones norte y río.

Estos grupos tuvieron un repertorio de violencia que incluyó en su mayoría secuestros y extorsiones desde 1995 hasta el año 2000 en el que el discurso contrainsurgente movilizó y posicionó la presencia y control de los grupos paramilitares en los territorios.

En el escenario de poder descrito, el nombre de Hernán Giraldo Serna se posicionó como el hombre fuerte de estas estructuras del crimen. La llegada de este personaje a la ciudad de Santa Marta se da en 1968, producto de la migración de gentes del interior.

Su actividad inicial fue cultivar café en zonas bajas de la Snsm para posteriormente dedicarse, con otros campesinos, a la siembra y producción de la marihuana gracias a su consecuente rentabilidad en subzonas de la Snsm como Minca, San Pedro de la Sierra, Siberia y también en Quebrada el Sol del corregimiento de Guachaca.

Adquirió con esto un liderazgo sin precedentes entre los “colonos” marimberos (Audiencia Concentrada de Formulación y Aceptación Parcial de Cargos, 2010). Con el transcurrir del tiempo, Hernán Giraldo Serna logró el dominio y la popularidad de mando entre la población de la Sierra y decide, como política, vincular a personas adeptas a él como familiares y amigos cercanos a su principal negocio.

Es menester resaltar en este tipo de vinculaciones de familiares a su negocio la de su hermano José Freddy Giraldo Serna quien fue asesinado en 1977 en pleno mercado público a manos de asaltantes de campesinos, situación que lo motivó a integrarse a otros grupos de autodefensas existentes bajo el lema de los “Chamizos” acentuado su radio de acción en el casco urbano de Santa Marta, dedicado a lo que se le llama “limpieza social”.

Es así como al unirse a este grupo delincuencial, se dinamiza la comercialización de los cultivos de marihuana y se logra instituir la financiación externa mediante extorsiones que conllevaban amenazas, homicidios y violaciones.

Hernán Giraldo, siendo uno de los líderes del grupo, se destacó porque impregnaba miedo en sus víctimas y en parte de la sociedad samaria, quien bajo el silencio del miedo observaban una motivación inagotable de avaricia y sangre por parte de los Chamizos acompañados con miembros de La División de Investigación, Policía Judicial y Estadística Criminal, mejor conocida como el F2.

Con el devenir de las acciones delictivas de este grupo, y ante la amenaza de una incursión guerrillera, Hernán Giraldo para el año 1979 utilizó la conformación de juntas de acción comunal en la Snsm donde predominó como líder para la consolidación de relaciones con colonos de la sierra y autoridades políticas de la capital del departamento.

Ello le valió para subir en popularidad, ganando autoridad para tomar parte del control de los Chamizos y lograr conformar un grupo que no solo se dedicara a exterminar la delincuencia común para promover el orden social, sino que lograse brindar un servicio privado de seguridad a los campesinos de la Snsm, pues se aumentaba la presencia de las Farc, quienes ya habían logrado el establecimiento de su denominado Bloque Caribe con centro de operaciones en la sierra, donde su difusión ideológica se confundía con las contribuciones extorsivas que le pedían al campesinado.

En este panorama de confrontación, el Ejército Nacional junto al grupo de Hernán Giraldo “aunaron esfuerzos” para hacer frente a las Farc que hacían mediana presencia en la zona.

Como respuesta, los miembros de las Farc declararon objetivo militar a Hernán Giraldo, iniciando una serie de atentados en su contra y provocando el fortalecimiento armado del grupo de los Chamizos y obligándolos a constituirse en verdaderas autodefensas campesinas, masificando no solo sus hombres en las filas, sino sus modos selectivos de desplazamiento forzado, ampliando su espectro delictivo a todo nivel social y económico con el negocio de la cocaína (Serna, 2010).

De tal manera que su empoderamiento territorial le permitió fuertes alianzas con diferentes grupos delincuenciales que constituían un aumento en su pie de fuerza, extendiéndose a departamentos como La Guajira con fuerte influencia en municipios cómo Riohacha y Dibulla.

A estos grupos les fueron suministrando armas y prendas de uso privativo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional para que pudieran perpetrar los actos delictivos y se les asignó una remuneración, lo que expandió su zona de influencia paramilitar en pocos años, dando lugar a las Autodefensas Campesinas del Magdalena y la Guajira (Acmg) (Serna, 2010).

No está de más recordar que este auge del cual es protagonista Hernán Giraldo en la Snsm es propio de la legitimación por parte del estado de mecanismo de autodefensa para repeler la actividad subversiva en lugares sin presencia estatal.

Tal legitimación se ve signada en los decretos Ley 2453 de 1993 y 356 de 1994, los cuales crearon empresas de vigilancia privada y cimentaron las disposiciones legales del Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada, del cual se valieron varios grupos ilegales de autodefensas a nivel nacional para intentar legalizar su accionar delincuencial. Entre estos estuvo el grupo de Giraldo, quien se autodenominó e inscribió a la Cámara de Comercio de Santa Marta como Conservar Ltda. (Serna, 2010).

Con esta legitimación se hizo más factible el tránsito de autodefensas campesinas a grupos paramilitares constituidos. Una prueba de ello fue la alianza militar con Salvatore Mancuso para el apoyo de actividades delictivas mediante la conformación de un frente paramilitar en la Zona Bananera y ataques conjuntos contra las Farc, para lo cual contó con el apoyo militar del Ejército Nacional que le suministró a los hombres de Giraldo entrenamiento, armas, hombres e inteligencia para campañas contraguerrilla en el Batallón Córdoba de la ciudad.

Orgánicamente, este grupo contaba con un comandante general, que era Hernán Giraldo, y dos comandantes militares: los hermanos Luis y Norberto Quiroga Poveda (Serna, 2010).

Como resultado de esta transformación político-militar de las Acmg surgen mayores puentes de interacción con los Castaño, quienes dirigían la mayoría de los grupos paramilitares en el país, sofisticando sus tácticas y estrategias de combate.

Giraldo inicia una campaña militar en contra de posibles simpatizantes de la guerrilla, pero también en contra de otras estructuras paramilitares que tuvieran potestad de la Sierra e intentaran sostener el dominio de los cultivos de cocaína, una de las mayores fuentes de dineros y poder.

Uno de los grupos más atacados por Giraldo es el del clan “Los Rojas”. Esta pugna entre ambos bandos dejaría una serie de homicidios sistemáticos en contra de la población civil, víctima de sus estrategias de terror (Audiencia Concentrada de Formulación y Aceptación Parcial de Cargos, 2010).

Sin embargo, el grupo de los Castaños terminó ganando la confrontación en número y estrategia militar, por lo cual las Acmg, dirigidas por Giraldo, se vieron en la obligación de unirse a las AUC dirigidas y unificadas bajo el mando de Carlos Castaño. El grupo de Hernán Giraldo se unió al Bloque Norte de Castaño en la Costa y se autodenominaron Frente Resistencia Tayrona (FRT).

El renovado grupo paramilitar emprendió una campaña de posicionamiento en la parte media y alta de la Snsm, Ciénaga, Aracataca, Fundación, Guachaca, Chimborazo y San Pedro de la Sierra, logrando esta expansión para el año 2005 cuando todas las fuerzas paramilitares del país negociaban la dejación de sus armas.

En tal momento, el grupo de Giraldo decide independizar al FRT del Bloque Norte, pasando a denominarse Bloque Resistencia Tayrona (BRT) desligado de las autodefensas, el cual tuvo su accionar delictivo hasta el día 3 de febrero del 2006, día de la desmovilización en los sectores comprendidos entre: “el Río Palomino en el municipio de Dibulla en el departamento de la Guajira, hasta el sector conocido como puente Córdoba en la troncal del Caribe entre el Rodadero y Ciénaga; el sector de los corregimientos de San Pedro de la Sierra y Siberia con sus respectivas veredas y todas las veredas de la parte media y alta de la Sierra Nevada de Santa Marta, correspondientes a los corregimientos de Minca, Bonda y Guachaca” (Audiencia Concentrada de Formulación y Aceptación Parcial de Cargos, 2010, pág. 24).

Este proceso de expansión incluyó acciones de control territorial diversas que permitieron su posicionamiento y que incluso después de la desmovilización en 2006 del FRT, los herederos de Hernán Giraldo continuaran y fortalecieran la narrativa paramilitar en la Sierra Nevada y que dicho proceso de expansión haga parte de lo que algunos académicos han denominado el “POT Paramilitar”, del que son responsables hoy las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada.

En esto profundizaremos en la próxima parte en la que abordaremos principalmente el uso de la violencia sexual como arma de guerra, cómo hoy en día estas estructuras ilegales mantienen el control territorial y cuáles serían las conclusiones y recomendaciones en el marco de la paz total para la Sierra Nevada. La Snsm es un territorio en el que, como diría Úrsula Iguarán, “el tiempo gira en redondo” y los paramilitares van y vuelven.

Es defensora de derechos humanos y consultora en convivencia y seguridad. Estudió una licenciatura en educación especial, una especialización en promoción y protección de los derechos humanos y una maestría en derechos humanosy derecho internacional humanitario.