El círculo perverso del uso de Internet

El círculo perverso del uso de Internet
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La narrativa relacionada con el acceso a internet por lo general resalta solamente los aspectos positivos: aumento de oportunidades, acceso a servicios, aumento de productividad, etc. Sin embargo, la historia no siempre es tan simple y color de rosa. 

Existen muchas variables que deben interactuar para convertir el acceso a internet en oportunidades reales y mejoras en la calidad de vida. De lo contrario, el simple acceso a internet puede tener efectos perversos. Me centraré en tres: uso excesivo de internet improductivo, problemas de salud mental y polarización política.

La Oecd en su Global Digital Overview mide el tiempo promedio diario gastado en internet y redes sociales. En 2019, Colombia resalta en el ranking como el segundo país, después de Brasil, donde las personas gastamos la mayor cantidad de horas al día: 9 horas en internet, de las cuales 3,3 son a través de celulares y 4,1 en redes sociales. 

Es muy diciente que gastemos más de un tercio del día en Internet y a la vez seamos uno de los países con más baja productividad laboral. En el otro extremo, con un bajo nivel de horas gastadas en internet y redes sociales se encuentran Japón, Alemania, Francia y Países Bajos. 

No se le puede achacar al internet la baja productividad, más bien creo que su desaprovechamiento es parte de cierta proclividad a la procastinación que nos mantiene en niveles bajos de productividad, así como factores educativos e incluso la estructura etaria (quizás países más envejecidos en promedio tienen menor uso de Internet).

Además de gastar muchas horas en Internet, preocupa los efectos de este sobre la salud mental. Ciertamente en las últimas décadas la incidencia de desórdenes mentales en los jóvenes ha aumentado, y muchos atribuyen esta tendencia a la masificación de Internet y redes sociales. 

Un artículo académico reciente para el caso de Italia muestra por primera vez el efecto causal de Internet sobre enfermedades mentales diagnosticadas. Los autores encuentran que tanto hombres como mujeres jóvenes tienen más probabilidad de presentar diagnósticos de depresión, ansiedad, abuso de drogas y desórdenes de personalidad como resultado del consumo de redes sociales.

Además, específicamente en las mujeres se evidencia mayor probabilidad de desórdenes alimenticios y del sueño. Los autores citan una intervención de Frances Haugen, ingeniera que trabajó en Facebook, afirmando lo siguiente ante el Congreso de los EE.UU.: “[Facebook] is generating self-harm and self-hate, especially for vulnerable groups, like teenage girls”.

Finalmente, la polarización política. Si bien las redes sociales pueden fortalecer la democracia porque ayudan a la acción colectiva y les da voz a los que nunca la han tenido, también permiten que fácilmente nos encerremos en ideologías, sin permitir el diálogo y atizando el odio. 

Creamos “cámaras de resonancia” (echo chambers) en nuestras propias redes sociales, excluyendo a quienes piensan diferente y fortaleciendo lazos digitales con personas que amplifican y refuerzan nuestras propias creencias. 

Y ni qué decir del uso de nuestros datos personales para ser objetivo de marketing político y "fake news". Esto al final degrada la democracia porque cada vez nos interesa menos confrontar nuestras creencias y salirnos de nuestra zona de confort ideológico.

Todos los que somos padres tarde o temprano nos empezamos a volver más sensibles ante estas cuestiones. Si bien hay programas del gobierno para promover el uso responsable de internet, como el caso de "En TIC Confío" en Colombia con más de 10 años de implementación y varios premios internacionales, es responsabilidad de todos cuidar los entornos digitales y la salud mental de los menores, al igual que la de nosotros mismos. 

Esta es una invitación para que en nuestros roles de padres y personas mayores dejemos al lado un rato nuestros celulares, nos autorregulemos en nuestro propio consumo de internet, sin prohibir, sin satanizar, y que seamos conscientes de que, sin la debida educación y autocontrol, el internet por sí solo no va a generar oportunidades ni nos va a hacer más productivos. Por el contrario, nos puede dañar, y sobre todo afectar a nuestras niñas y niños.

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