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En el exterior la mayoría seguimos atentos a los hechos, y hacemos un llamado a quienes hacen parte de este despertar para que mantengan el pulso, porque sabemos que después del 21N Colombia no volverá a ser la misma. 

El paro colombiano del 21N se ha ganado a punta de cacerola y creatividad su lugar en el podio de los fenómenos sociales más importantes de este siglo en Colombia. Ni las vastas marchas contra las Farc en 2008 o la de los estudiantes de la Mane en 2011 ni el gran paro nacional agrario de 2013, atrajeron tantas y tan diversos apoyos ciudadanos. El descontento generalizado que suscita entre la gente de a pie el gobierno de Iván Duque, visto desde afuera, no para de crecer. La Central Unitaria de Trabajadores ha cifrado en varios millones el número de participantes en las manifestaciones de las últimas semanas.

En el contexto global, el planeta está particularmente convulsionado en este final de década. 

Los manifestantes en Hong Kong completan más de 5 meses de protestas. En el Líbano, la cadena Aljazeera informa que los ciudadanos ocupan los andenes y las avenidas de las ciudades principales desde hace más de 2 meses. Hasta el momento los libaneses lograron la renuncia del primer ministro, Haad Hariri, el pasado 29 de octubre luego de dos semanas de multitudinarios bloqueos. Aunque el Líbano afronta una seria crisis económica, y al igual que en Colombia las manifestaciones han sido pacíficas de forma mayoritaria pero reprimidas violentamente por las fuerzas del Estado, los organizadores y quienes los apoyan pretenden seguir en las calles hasta que se forme un nuevo gobierno compuesto por voces emergentes no ligadas a élite política corrupta que sumió a ese país del Oriente Medio en la crisis actual.

El inconformismo con la clase gobernante se pasea por Suramérica y aunque las motivaciones y los fenómenos varían de país a país, vale la pena preguntarse si con el paso de los días podremos hablar, pese al golpe de Estado en Bolivia, de una “primavera” suramericana para describir el momento convulso que vive la región.

En Colombia el paro completa 22 días, y aunque las motivaciones son múltiples –el pliego oficial de peticiones del Comité de Paro incluye 13 puntos específicos– parece crecer como una bola de nieve ante el errático y desarticulado manejo que le ha dado Duque y sus ministros. Aunque en los medios de prensa, en las redes sociales, e incluso en los grupos de chat familiares se pueden oír algunas voces en contra de los bloqueos y del vandalismo que pese a haber existido, ha sido aislado y rechazado por los manifestantes, en esos mismos escenarios y lo más importante, en las calles. Jornada tras jornada se comprueba que no solo en Bogotá, sino en la mayoría de ciudades capitales, en la Colombia rural y en ciudades pequeñas pero estratégicas como Tumaco, Maicao y Barrancabermeja las mayorías apoyan este movimiento social de forma vigorosa.

En el exterior los colombianos hemos manifestado nuestro apoyo a este momento histórico desde todos los continentes.  Más de 60 ciudades en Canadá, EE.UU, Europa Central, Asia y Oceanía han visto llenar sus plazas con esa diáspora colombiana que espera que el país alcance más pronto que tarde las garantías sociales que ofrecen las naciones a las que millones decidimos emigrar para encontrar mejores oportunidades académicas y laborales. Somos millones los ciudadanos, adentro y afuera de Colombia que estamos cansados de los mismos en las mismas y la espontanea cacerola parece ser el fin del teflón del Uribe y los suyos. 

Desde afuera es evidente que el gobierno de Duque debería, en primera medida, lograr unidad de criterio frente a su manera de tratar a los manifestantes para evitar salidas en falso, como la de la Ministra del Interior, que solo reflejan el tono bravucón y miope con el que han abordado hasta el momento los válidos reclamos ciudadanos. Que se sienten con el Comité de paro y den, sin más largas, soluciones inmediatas a las exigencias y clamores de tantos y tantas.

Si a los números nos vamos, los 11,5 millones de votos de la Consulta Anticorrupción, están ampliamente del lado del paro, y suman más que los votos por Duque; aun así el Comité de paro no pretende cogobernar, ni cambiar la Constitución ni mucho el modelo económico.

Desde Afuera, esperamos que se oigan y se iluminen los atardeceres durante este fin de año con los cantos de villancicos y canciones decembrinas que adaptan sus letras al contexto de las manifestaciones. Que florezcan en las calles y en las verbenas populares la creatividad y pasión contra el mal gobierno. Estas expresiones nos conmueven y recuerdan la esencia de la que estamos hechos los colombianos. En el exterior la mayoría seguimos atentos a los hechos, y hacemos un llamado a quienes hacen parte de este despertar para que mantengan el pulso, porque sabemos que después del 21N Colombia no volverá a ser la misma.

Certificado en Alimentos y Sostenibilidad del EIIS. M.Sc en Economía agrícola y de los alimentos en doble titulación entre SLU -Universidad Sueca de Ciencias Agricolas- y la Universidad de Bonn. Fui durante 3 años Investigador en la UExternado y Profesor asistente del seminario de Política agraria....