¿Gobernanza de la Conservación en crisis? El caso del Parque Uramba

¿Gobernanza de la Conservación en crisis? El caso del Parque Uramba
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Los Parques Nacionales Naturales (PNN) representan la conservación de nuestro patrimonio natural. Y los guardaparques son unos héroes de la conservación. Con escasos recursos, cuidan el 11% del territorio nacional.

Los parques no son de papel. Evaluaciones de impacto demuestran que, para Colombia, en ausencia de los parques la deforestación, por ejemplo, sería mayor. Sin embargo, la organización que maneja los parques, su gestión y la gobernanza en el territorio presentan en la actualidad muchos retos.

PNN ha sido desde su origen mucho más fuerte como institución que como organización.

Como institución, su gran fortaleza ha sido por un lado la protección normativa que otorga a las áreas y, por el otro, tal vez más importante, la protección simbólica que ofrece a los parques, aun cuando la capacidad de gestión y los recursos que tiene la organización para obligar el cumplimiento de sus mandatos sean limitados.

Como organización, sin embargo, PNN es una entidad sobrecargada de responsabilidades y funciones con un déficit de capacidad administrativa. Es una organización centralizada, con concentración de poder en las oficinas en Bogotá y baja gobernabilidad en las áreas protegidas.

En términos de gobernanza los retos no son menores. En la región amazónica, por ejemplo, las disputas de actores armados por el control territorial y la falta del monopolio de la fuerza por parte del Estado han resultado en expulsiones y amenazas a los funcionarios de parques, impidiendo la gestión directa de la organización en estos parques, y dejando toda la gobernanza de la conservación en la capacidad de los actores locales.

En la región del Pacífico colombiano, vimos hace algunas semanas cómo las comunidades sentaron un grave precedente al ocupar el Parque Nacional Utría como medio de presión para manejar una negociación con la autoridad ambiental.

En algunos parques hay conflictos con comunidades que ocupan los parques porque llegaron allí campesinos sin tierra colonizando lo que consideraban “baldíos” y no sabían que estaban entrando a una zona protegida, o porque la zona protegida fue declarada como tal después de su llegada, como fue el caso del PNN Sierra de la Macarena.

Según el informe de Parques Cómo Vamos, en el 2021, la población total en los parques rondaba las 22.300 personas en 49 parques, con 4 de estos con más de 1.000 habitantes por parque, siendo los parques del Pacífico los que contienen el mayor número de habitantes (37,7%).

Para el 2022, según la misma entidad, de los PNN donde se tiene información, hay un total de 1.176 acuerdos de uso ocupación y tenencia, con 2.383 familias, siendo Yariguies y Macarena los parques con mayor número de acuerdos (alrededor de 100 cada uno).

Estos acuerdos implican que las comunidades pueden permanecer en los parques si realizan las actividades permitidas y relacionadas con la conservación de los mismos. Estos acuerdos son claramente un avance para la gobernanza de las áreas.

Los Parques Nacionales no son los únicos regímenes de propiedad para la conservación. Más del 30% del territorio nacional es propiedad colectiva de comunidades étnicas, negras e indígenas, las cuales también, según evaluaciones de impacto recientes, muestran que en su ausencia la conservación sería menor.

De hecho, hay parques con traslape con territorios indígenas, y el caso del Parque Yaigoje Apaporis, por ejemplo, muestra que en la zona con traslape aumentó la conservación. Sin embargo, las áreas de traslapes con comunidades negras son más complejas.

Entre otras, porque los territorios de comunidades negras no tienen la posibilidad de convertirse en entidades territoriales como sí la tienen los resguardos indígenas —es un hueco que la Ley 70 no resolvió.

El Parque Nacional Marino Uramba

En 2008-2009 empezó el rumor sobre la posible construcción de un puerto de aguas profundas en Bahía Málaga, Buenaventura, en el Valle del Cauca. Un lugar privilegiado en términos ambientales donde, entre otras cosas, las ballenas jorobadas llegan desde el sur a tener sus crías.

Bahía Málaga está rodeada de cinco Consejos Comunitarios (CC) que gobiernan territorios colectivos de comunidades negras. Al enterarse del posible puerto, las comunidades, apoyadas por ONG ambientales, decidieron continuar con su proyecto de consolidar la conservación como forma de vida solicitando la creación de un parque marino para así cerrarle la puerta al megaproyecto. 

Para esto, se hizo una consulta previa rápida con las comunidades negras de los cinco consejos comunitarios (en ese entonces cuatro, pues uno se dividió posteriormente).

Lo que pasó en el Consejo Comunitario de La Plata Bahía Málaga lo hemos venido siguiendo desde entonces.

La declaratoria del PNN Uramba-BM el 4 de agosto de 2010 fue para este consejo un paso más dentro de un largo proceso de fortalecimiento y formalización de los usos que ellos definieron para su territorio que incluye, entre otros:

  • elaboración de una constitución interna;
  • creación en 2004 de una Reserva Natural;
  • creación entre 2007 y 2008 de dos áreas protegidas, un Parque Regional Natural y un Distrito Regional de Manejo Integrado.

Estas últimas, con la peculiaridad de que la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) aceptó que la administración de estas áreas se hiciera con el liderazgo de los CC bajo la figura de comanejo.

El Parque Uramba se pensó como un área protegida que también utilizaría el comanejo con las comunidades negras de todos los consejos vecinos. Esto implica que funcionarios de parques y líderes de consejos deben definir colaborativamente el Plan de Manejo Conjunto, y que las decisiones sobre el parque se definen en el espacio de la Mesa Conjunta.

Sin embargo, esto realmente nunca se pudo materializar. 13 años después, el Parque Uramba no tiene plan de manejo y hace un par de semanas el Consejo Comunitario de la Plata Bahía Málaga rompió oficialmente relaciones con el Parque.

¿Gobernanza de la Conservación en crisis? El caso del Parque Uramba
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Vale la pena explicar aquí que el CC de La Plata ha sido un ejemplo de organización y manejo sostenible de sus recursos en la región. Con una vocación clara de conservación, el CC tiene muchos ejemplos de proyectos productivos sostenibles y un liderazgo ejemplarizante que les ha permitido ejecutar proyectos de conservación en su territorio.

¿Por qué entonces su distancia con Parques Nacionales?

Todo se remonta al incumplimiento de los acuerdos que se desarrollaron en el marco de la consulta previa realizada para la definición del Parque, cuando las comunidades, como lo demuestran las actas firmadas entonces, pidieron que el límite fuera la marea baja y que las islas e islotes habitados ancestralmente por ellos quedaran por fuera del parque para garantizar su autonomía.

Sin embargo, al llegar la resolución del Parque Uramba, estaba delimitado hasta la marea alta y las islas y los islotes, de un plumazo, quedaron dentro del Parque. Desde entonces el CC de la Plata ha intentado revertir esta decisión, sin éxito.

¿Por qué importa esta disputa?

Primero, por un tema de justicia procedimental. Esto no fue lo acordado y la comunidad siempre se sintió engañada.

Segundo, porque parece no haber espacio en la normativa para revertir esta decisión o modificar los límites del parque, ni voluntad en PNN para resarcir a las comunidades por esta decisión.

Tercero, porque esto tiene implicaciones en la práctica. Por ejemplo, una vez la comunidad perdió acceso a una planta solar en La Plata donde viven más de 62 familias porque Parques no envió a tiempo una carta de apoyo para el proyecto y, técnicamente, las islas donde vive la mayor parte de la comunidad son parte del Parque.

Cuarto, porque el comanejo realmente no ha sido tal, y las opiniones de la comunidad no tienen el mismo peso que las de la administración del parque. Como lo dijo alguna vez un investigador, el comanejo para el Parque es que todo pasa por el funcionario de turno, y el avance o retroceso de los procesos de gobernanza dependen de la capacidad del director de turno de establecer un diálogo con las comunidades y expertos locales de las comunidades.

Las comunidades temen, por ejemplo, que se puedan tomar decisiones sobre concesiones a privados sin su consentimiento dado que las islas e islotes están dentro del Parque. Esto quizás es improbable, pero refleja el nivel de desconfianza en la institución.

PNN debe buscar mecanismos concretos para restablecer las relaciones. El Consejo Comunitario de la Plata Bahía Málaga ha pedido específicamente que se elimine el parágrafo primero de la resolución que crea el Parque Uramba donde se especifica que: “Dentro de los límites del Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga quedan comprendidas todas las islas, islotes y bajos marinos allí existentes”.

¿Es posible modificarlo? PNN y el Ministerio de Medio Ambiente deben resolver esta disputa y deben buscar en el ejercicio del comanejo un espacio de reparación, de construcción de confianza y de tranquilidad para saber que este paso de la declaratoria, que las mismas comunidades promovieron para hacer realidad sus proyectos de vida, no fue un paso en falso que en lugar de facilitarles la mejora de su calidad de vida a partir de la conservación termine volviéndose en su contra.

El caso de Uramba refleja un estilo de gestión y gobernanza de PNN que se está quedando corto frente a los retos de la conservación cuando este implica otros actores en el territorio. Refleja, además, una organización poco flexible donde aún predomina una visión clásica de la conservación y donde no se ha incorporado con claridad el rol de múltiples actores sociales, en particular comunidades étnicas como las comunidades negras, en su labor.

Es necesario cuidar la fortaleza de la institución, así como una revisión en la organización de cuáles son los factores en sus procesos de gestión que dificultan el fortalecimiento de procesos de gobernanza más democráticos, incluyentes y adaptativos.

De esta manera la organización PNN logrará participar en verdaderos procesos de gobernanza colaborativa alrededor de la conservación y para el caso del Parque Uramba permitirá finalmente implementar un proceso de comanejo que sea ejemplo para la región. 

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