Luego de la ideologización de la política exterior del Gobierno de Iván Duque y las graves implicaciones que ha tenido para el país en el contexto internacional, se hace primordial desarrollar un completo análisis de las distintas propuestas plasmadas en los programas de gobierno.

Solo de esa manera, los sufragantes comprenderán la relevancia que tiene para el país la forma como Colombia se relacionará estratégicamente con los demás actores del sistema internacional durante el próximo cuatrienio.

Un análisis de las propuestas en materia internacional parece pertinente, en una realidad política que se desenvuelve en un escenario globalizado, donde se hace necesario construir una política exterior de Estado que deje atrás la profunda ideologización en la toma de decisiones en el plano internacional.

Mirada internacional de Rodolfo Hernández y Marelen Castillo

Usualmente, la política exterior es un tema secundario en las propuestas de los candidatos a ocupar la Casa de Nariño. No obstante, se evidencia en el actual proceso un interés y una preocupación por el futuro de Colombia en la arena internacional. Así lo confirman las propuestas de Petro y Márquez, y de Fajardo y Murillo.

Sin embargo, al estudiar los postulados de Hernández y Castillo, se refleja un profundo desconocimiento de las dinámicas internacionales y especialmente la importancia del Servicio Exterior

Preocupa que a esta altura del debate, Hernández, quien se proyecta como tercero en las encuestas, no corresponda a la confianza de muchos colombianos esforzándose para diseñar unas propuestas coherentes en materia internacional para Colombia.

Las intervenciones del candidato en cuanto a asuntos de carácter exterior no pasan de ser tweets que divagan perdidamente en el tema. “La mejor política exterior es la interior”, una reunión con el embajador de Estados Unidos en Colombia sobre la lucha contra el narcotráfico, la posibilidad de que la deuda externa sea “negociable” y el planteamiento de la sustitución de importaciones son los más destacados.

Adicionalmente, denota una flagrante ignorancia al afirmar que, con su llegada a la Presidencia, exigirá la renuncia irrevocable de todos y cada uno de los embajadores y cónsules, incluyendo el diverso espectro de categorías y niveles del servicio diplomático y consular de algunas embajadas.

Profundizando en las propuestas de Hernández y Castillo, se encuentran cuatro aspectos claves para comprender la dimensión de su mirada sobre lo internacional.

En primer lugar, el tema de sustitución de importaciones es recurrente en su discurso. Por medio de Twitter, Hernández es un duro crítico frente a las importaciones de productos como la papa y el arroz. Por ello, afirma que priorizará el apoyo al campesinado, destacando que un instrumento que utilizará será la prohibición de importaciones de aquellos productos que Colombia esté en capacidad de producir. Su argumento se sustenta en la balanza comercial negativa, lo cual se ha convertido en un problema estructural.

En el plano financiero, hace referencia a la deuda externa nacional. Considera importante revisar la posibilidad de renegociar, lo que implicaría un análisis de los intereses que el país paga a la banca internacional. En este punto, fiel a su polémico estilo, hace un fuerte señalamiento: “muchos funcionarios tomaron deudas con altos intereses, porque ellos se iban a robar la plata”. Sin embargo ninguna de estas dos ideas logran ser desarrolladas en sus entrevistas y mucho menos aparecen en su plan de gobierno, demostrando nuevamente la incongruencia entre lo que dice y lo que se supone que hará.

El tercer punto reviste una notoria importancia para la política exterior colombiana, debido a la sensibilidad hacia el tema en la platea internacional. Luego de su reunión con el embajador de los Estados Unidos, ampliamente registrada por el El Tiempo, queda claro que Hernández, está dispuesto a replantear la lucha contra el narcotráfico mediante la legalización.

En una entrevista que realizó el candidato, posterior a la reunión con el embajador, aseguró que en lugar de una lucha contra las drogas enmarcada en el enfoque de seguridad tradicional, él “quitaría la prohibición y que todos los que sean drogadictos, que se apliquen drogas intravenosas o vía oral, sean ingresados en programas de salud”.

Sin embargo, también deja claro que respetará el tradicional consenso entre Colombia y los Estados Unidos en el tema, ya que la alianza entre las partes es histórica.

Sin duda, el cuarto punto es el más polémico. La revista Semana dio a conocer en una entrevista que Hernández, suprimirá la mayoría de las embajadas. Mencionó a Argelia, Australia, Austria, Bolivia, Dinamarca, Filipinas, Finlandia, Hungría, Indonesia, Jamaica, Kenia, Líbano, Malasia, Marruecos, Paraguay, Polonia, Portugal, Rusia, Singapur, Suecia, Turquía, Uruguay, entre otras.

De acuerdo a lo expresado por el candidato, los funcionarios del Servicio Exterior “no trabajan y lo volvieron un jubiladero de politiqueros”.

La propuesta no solo tiene un carácter populista. Además, es incoherente con lo plasmado en su plan de gobierno, en el cual hace alusión a un Servicio Exterior profesionalizado.

En conclusión, la sociedad Hernández y Castillo deja un impresionante abanico de inquietudes sobre cómo manejará la política exterior colombiana.

Por una parte, no explica los caminos que tomará para cerrar las importaciones, especialmente con los países con que Colombia ha suscrito acuerdos de libre comercio. ¿Renegociará? Es la pregunta del millón.

Tampoco, explica como asumirá el país una renegociación con los organismos financieros internacionales y sus implicaciones en la calificación del país.

Por último, deja una estela de profunda preocupación sobre la posibilidad del cierre de embajadas y consulados. Colombia ya tuvo esa fracasada experiencia con el Gobierno de Álvaro Uribe quien en su primer mandato cerró 14 embajadas y 10 consulados con el fin de ahorrar $20.000.000.000, los cuales fueron destinados a la seguridad democrática.

A partir de ese momento, Colombia tendría menos embajadas en Europa (Grecia, República Checa, Hungría, Rumania y Finlandia), el Caribe (Belice, Barbados, Trinidad y Tobago, Guyana y Haití), Asia y Oceanía (Australia e Indonesia) y África y Medio Oriente (Marruecos e Irán). Además importantes consulados como Vancouver, Barquisimeto, Monterrey y Múnich.

Se puede afirmar, que las “propuestas” de Hernández y Castillo tienen notables debilidades que corroboran su desconocimiento por el sistema internacional, sus dinámicas y la importancia que tiene para Colombia un relacionamiento estratégico. Es comprensible que Rodolfo Hernández afirme que un presidente no debe “saber de todo”. Sin embargo, su desprecio por el tema deja mucho que pensar sobre la viabilidad del futuro internacional del país en los próximos cuatro años bajo su mandato.

Esta columna fue escrita en coautoría con Adriana Peña, miembro del Comité de Relaciones Internacionales grupo CERI

Es investigador asociado del Instituto de Altos Estudios Sociales y Culturales de América Latina y el Caribe. Estudió relaciones internacionales, una especialización en gobiernos y asuntos públicos, una maestría en resolución de conflicto y mediación y se doctoró en ciencias sociales. Sus áreas...