La ciencia nuclear beneficia la agricultura. La afirmación parece incompatible, incluso un oxímoron. Para los que desconocemos del tema, lo primero que pensamos cuando hablamos de energía nuclear está ligado con el desastre y la destrucción (léase Chernóbil o los desastres de la Segunda Guerra Mundial), mientras que la agricultura se asocia con lo verde y lo vivo.
Pero este es un juicio ignorante y sesgado. No existe ninguna contradicción: la ciencia nuclear ya es y será fundamental para avanzar en la seguridad alimentaria. Gracias a su tecnología se han dado avances significativos en diversos temas como:
- creación de un material genético más resistente y rendidor;
- monitoreo para mitigar la degradación de los suelos;
- técnica del insecto estéril para el control de plagas;
- mejoras en el manejo de postcosecha, para prolongar la calidad e inocuidad de las frutas y los vegetales.
Precisamente por los beneficios de la ciencia nuclear a la agricultura, existe un acuerdo entre el Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este acuerdo se materializa en un centro conjunto donde se desarrolla investigación aplicada realizada en sus propios laboratorios en Seibersdorf, Austria.
Este, a su vez, se complementa con el apoyo y la coordinación de 25 proyectos de investigación, donde participan 400 instituciones y estaciones experimentales, y con el desarrollo de proyectos para transferir el conocimiento y la tecnología producida, a través de 200 proyectos técnicos.
Para entender la importancia que tienen estos proyectos vamos a describir algunos beneficios concretos que ha traído esta alianza para la agricultura.
1. Al inducir cambios genéticos, se da mayor diversidad de material genético y, en consecuencia, mayores posibilidades de mejoramiento.
La irradiación de semillas con rayos X, rayos gamma, haz de iones o/y haz de electrones permite inducir cambios genéticos. Esto genera mayores opciones de variedad y, por ende, probabilidad de mejoramiento genético.
Esto ya se dio con la semilla de maní en Sudán, donde gracias a la ciencia nuclear se logró encontrar una semilla de maní menos dependiente de la lluvia (pasando de 350 milímetros/año a 250 milímetros/año), es decir, una semilla que se ajusta mejor al cambio climático. Además, su rendimiento es 27% superior a las variedades tradicionales. Esto ha permitido que Sudán vuelva a la senda de ser uno de los principales productores de maní del mundo.
2. Monitoreo preciso y confiable de los suelos mejorando su fertilidad y evitando su degradación.
Las técnicas nucleares e isotópicas permiten recoger datos cuantitativos de manera precisa y confiable sobre el estado de los nutrientes del suelo (una planta necesita al menos 18 nutrientes principales), lo que a su vez facilita a los técnicos la realización de un diagnóstico para intervenirlo, y de ese modo poder minimizar la pérdida de nutrientes y mejorar su fertilidad.
Esto trae en consecuencia una mejor conservación de los suelos y una reducción de la erosión u otras degradaciones. En Laos se incrementaron los rendimientos de arroz en un 60% gracias a mejoras en la nutrición de los suelos.
3. Técnica de insecto estéril para el control de plagas.
Acá me voy a detener en el control de la plaga de la mosca del Mediterráneo, una plaga que afecta el cultivo de la fruta en el trópico y que es uno de los grandes obstáculos para la comercialización de la fruta fresca, en particular para la exportación.
Acá la ciencia nuclear ofrece una solución: se trata de la cría en masa y esterilización de moscos machos que, luego, son liberados en las zonas donde se desea intervenir. Estos moscos estériles, pero sexualmente competitivos, entran a competir con los otros moscos para aparearse con las hembras silvestres y, en consecuencia, al no poder reproducirse, se reduce de manera significativa la población de la plaga. Es importante destacar que este método es amigable con el medio ambiente, y que también se utiliza para otro tipo de plagas.
4. Ondas UV para prolongar la calidad e inocuidad de la fruta y los vegetales en los anaqueles.
Las ondas ultravioleta -UV- reducen de manera significativa la actividad microbiana de las frutas y las hortalizas, pero de tal manera que no se afecta la inocuidad del producto ni sus propiedades organolépticas (sabor, color, olor, textura, entre otras).
Al reducirse los microbios se amplía el tiempo de inocuidad y calidad de las frutas y hortalizas frescas, es decir, se incrementa su vida de anaquel. Recordemos que el desperdicio de alimentos es uno de los grandes retos que existen para mejorar la seguridad alimentaria.
En un mundo que cada vez presenta mayores desafíos, parte de la respuesta se encuentra en la ciencia nuclear. Es hermoso que esta ciencia, que en algún momento se concentró exclusivamente con un fin destructivo, hoy esté al servicio de la agricultura, la mitigación del cambio climático, la seguridad alimentaria y, en últimas, la continuidad de la vida.