El sábado pasado, 24 de septiembre de 2022, se despidió Totó la Momposina de los escenarios musicales en el marco del Festival “Cordillera”, dedicado a la música de este continente. Entre tambores, músicos con maracas y sombreros vueltiaos y otras grandes mujeres cantantes de las melodías del Pacífico colombiano, estaba Totó, en el centro de la escena, vestida de rojo, como una vela encendida.
La despedida de Totó, pura candela

Fue un momento muy emotivo. Acompañada de Adriana Lucía, Nidia Góngora y su nieta Talita Oyaga, Totó brilló con su luz propia, insertando su voz en las canciones que la han hecho un ícono de la música caribeña: “Aguacero de mayo”, “El Pescador”, “Yo me llamo cumbia”, “La candela viva” y “La verdolaga”, entre otras interpretaciones que sonaron en el Parque Simón Bolívar.
La música de Totó La Momposina es difícil de definir. Por un lado, rescata los ritmos más representativos de la música popular colombiana: la cumbia, el porro y el mapalé, donde afloran las gaitas y las percusiones. Por el otro, Totó fusiona su voz como instrumento propio y reelabora esa tradición musical caribeña de ir sumando ritmos y melodías, con letras que hablan de la vida de la gente común. Quizás por eso sus canciones, entonadas con esa voz grave y potente que tiene, son ya un símbolo de identidad en Colombia.
A pesar de que ya se le dificulta cantar, por tener 82 años y afasia frontal primaria que le trastoca el habla y la memoria, Totó estaba ahí como la reina que es: conquistando el escenario. Sin duda, contó con un gran acompañamiento. No solo por los músicos, parte de su colectivo, que son su familia extendida, sino por las cantantes como Adriana Lucía y Nidia Góngora, que siguen ese legado musical de Totó.
Adriana Lucía, en vestido de gala negro, dio cátedra musical al interpretar junto a Totó “Yo me llamo cumbia”, que es una oda a la génesis de la cumbia en el caribe colombiano, canción hermosísima que nos sacó varias lágrimas a las espectadoras amantes del género, y también varios bailes, pues, como dicen los versos de esta gran canción: “no hay una cadera que se esté quieta donde yo estoy”.
Las palabras que le dedicó Adriana Lucía fueron un homenaje a toda la carrera de Totó, culminando con una invitación a continuar su legado musical: “¡Que no vamos a permitir que se acabe nunca!”, como exclamó Lucía antes de retirarse y darle paso a Nidia Góngora.
El hecho de que Nidia Góngora estuviera ahí también es muy diciente de ese legado. Nidia es otra gran exponente de la música del Pacífico colombiano, promotora del festival Petronio Álvarez y fundadora de la agrupación musical y proyecto de formación Canalón de Timbiquí, que ha producido grandes bandas musicales contemporáneas que fusionan la música electrónica con la cumbia, como Quantic (también parte del festival Cordillera). Su presencia en el escenario cantando y bailando con Totó al ritmo de los tambores fue otro de los puntos columinantes del homenaje.
Estas grandes mujeres no la han tenido fácil para abrirse paso en la industria de la música. Totó nació en Talaigua, que está en la isla de Mompox, Bolívar, cerca de Cartagena. Es hija de Daniel Bazanta Durán y Liba Vides, quien la impulsó para cantar y entrenar tu voz. La familia tuvo que salir del pueblo por la violencia. En Bogotá sobrevivieron gracias a los buenos oficios de zapatería y sastrería de su padre y la tenacidad de su madre, dedicada también a la música. La familia enfrentó el racismo en la ciudad de Bogotá y Totó seguramente también el machismo.
Sin embargo, a pesar de la discriminación y gracias a su talento, su casa se convirtió en “La Casa de los Bazanta”, un centro cultural del grupo Danzas de Caribe. Totó ingresó en los años setenta al Conservatorio de la Universidad Nacional para aprender cómo usar su voz. Ahí conoció a la maestra Delia Zapata que dirigía un grupo de danzas folclóricas.
Capitalizando lo aprendido en la Universidad Nacional, en la década de 1980, Totó participó en el festival “World of Music, Art and Dance, Womad”, el más importante de música folclórica del mundo. Posteriormente, gracias a su éxito internacional, se produjo el disco “La Candela Viva” con el respaldo del Womad. Lo demás es historia: una gira de conciertos por Europa que la posiciona como una de las más grandes artistas colombianas en la escena mundial.
Sin duda, la despedida de Totó fue pura candela. Una candela viva para quienes tuvimos el placer y el privilegio de verla cantar y bailar en su último concierto. Entre lágrimas, música y agradecimiento nos dimos cuenta del momento histórico que estábamos presenciando. ¡Qué siga la candela viva!
Gracias, Totó, por encender la vela.
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