El último reporte de la Agencia Nacional de Seguridad Vial debería generar todas las alarmas del mundo, pero parece paisaje. Tenemos otro mes de incremento en las muertes viales respecto a 2021. Los primeros 5 meses del gobierno que nos va a convertir en potencia mundial de la vida pasarán a los registros como los meses en que tampoco se hizo mucho para contener esta tragedia, esta pandemia, esta masacre. Y las señales son equívocas, en vez de desestimular el mayor contribuyente a las muertes viales, las motocicletas, el gobierno reduce el costo del Soat con un costo de 2 billones al año (al tiempo con taxis y vehículos de transporte público pequeños a gasolina).
Ver: Con populismo vía Soat, Petro conjura el primer gran paro en su contra.
Este valor sale de la reducción de subsidio a la gasolina, que sigue su marcha a razón de 200 pesos por galón cada mes. Es una acción consistente con la reducción del déficit fiscal: el subsidio nos cuesta $30 billones, y en gasolina se concentra en personas de mayores ingresos propietarias de vehículos particulares. También puede ser favorable en términos ambientales: puede impactar la reducción de viajes y por tanto mitigar las emisiones contaminantes del aire y de gases efecto de invernadero. Por la vía de reducir kilómetros de carro también reduce la exposición al riesgo vial, si existiera una buena elasticidad del uso de carro al precio del combustible, pero no es tanta. En cambio, la reducción de costo a las motos incentiva su uso y genera muertes y contaminación.
Ya no es noticia decir que mueren 21 personas al día, todos los días, aunque sean muertes evitables. Los anuncios de respuesta, en cambio, van en sentido contrario a lo que sugieren los expertos globales en seguridad vial. Se anuncia más pedagogía, que si bien nunca sobra, es la forma menos efectiva de reducir las fatalidades viales. Lo urgente está en control, especialmente del exceso de velocidad, el uso de casco motociclista y que las personas tengan licencia; está en señalización de acuerdo con la “LeyJuliánEsteban (50 km/h en arterias urbanas); está en mejor mantenimiento vial; en cambios de infraestructura para condicionar el manejo a velocidades moderadas; en atención oportuna a las víctimas; en avanzar rápidamente en la aplicación de reglamentos internacionales para seguridad de los vehículos; y en hacer obligatorio el uso de #SillasSeguras para menores de 12 años. La pedagogía puede hacer más efectivas todas estas medidas, pero si solo se aplican campañas educativas. Si no se ejerce control y se invierte en mejores entornos, el efecto será nulo.
Ojalá el Plan Nacional de Desarrollo nos sorprenda con una agenda de financiamiento de acciones contundentes para reducir, con el objetivo de eliminar, las muertes viales. Más allá de policías donde no hay presencia, mucha señalización y control en las grandes ciudades que concentran la mayoría de las muertes viales. Más allá de frases bonitas, acciones efectivas. Perdimos la primera década del decenio de acción por la seguridad vial. Arrancamos la segunda con pérdidas irrecuperables, vidas de muchas personas, lesiones graves muchas veces discapacitantes.
Dejo un análisis de las cifras, con el mensaje de #NoMásMuertesEnLasVías:
Entre enero y octubre hubo 6.748 muertes como consecuencia de siniestros viales, un aumento de 14.59 por ciento frente a 2021 (que fue el peor año en registro). Vamos en camino a superar 8.400 muertes por una causa totalmente evitable.