Esta columna fue escrita justo antes del atentado del ELN contra el Ejército en el Catatumbo (29 de marzo). Sin duda hay un tenso ambiente sobre la negociación y su continuidad. Puede ser, en todo caso, un momento para reflexionar más a mediano plazo sobre asuntos de la negociación que generan dudas o ameritan ajustes.
Participación con el ELN: ¿se repetirán los Diálogos Vinculantes?

La participación ciudadana es un tema central en las negociaciones con el ELN como lo fue en los acercamientos de gobiernos previos con esta guerrilla. Además lo ratifica la agenda pactada en México donde el corazón del proceso es la participación de la sociedad en la definición y ejecución de las transformaciones necesarias para la paz (numeral 5.2.4).
Sin embargo, las referencias en la agenda a la participación son tan generales que podrían llevar a una falla recurrente en Colombia: abrir espacios para recoger propuestas de la ciudadanía sin saber qué hacer con ellas y desconociendo la existencia de otras recogidas previamente.
Así fue con los Diálogos Regionales Vinculantes. El año pasado, el gobierno nacional hizo un enorme despliegue: más de 50 encuentros en distintas regiones en los que se recogieron cerca de 90.000 propuestas de la ciudadanía para el Plan Nacional de Desarrollo.
En la FIP observamos sistemáticamente 20 de esos espacios. Encontramos que fueron consultas más que diálogos y que su incidencia en el Plan de Desarrollo fue muy limitada. También, enfatizamos que no existe una ruta para saber con claridad qué pasó o qué va a pasar con las propuestas ciudadanas (que, a la fecha, no son públicas). Este balance coincide, en líneas gruesas, con la mirada de otras organizaciones independientes como Sipaz y Dejusticia.
En lo que tiene que ver con la participación, la agenda con el ELN no estaría lejos de repetir estas fallas. El punto 1 (La participación de la sociedad en la construcción de paz), el 2 (Democracia para la paz) y el 3 (Transformaciones para la paz) plantean explícitamente vincular a la ciudadanía para identificar los problemas del país y definir las soluciones.
Es un propósito loable que ayudaría a que esas soluciones sean sostenibles y más acordes a las necesidades de cada territorio. Sin embargo, la agenda no dice nada sobre cómo sería este proceso. Tampoco hace ninguna mención a ejercicios previos que se hayan parado en la lógica de identificar con la ciudadanía sus problemáticas y proponer soluciones. Da la impresión de que, al estilo de los Diálogos Regionales Vinculantes, se organizarían encuentros para recoger, nuevamente, propuestas ciudadanas.
Para cambiar un poco la historia hay que incluir en la participación con el ELN las propuestas precedentes. Como mínimo dos grupos de ellas deberían aparecer explícitamente. Primero, las cerca de 33.000 propuestas de la planeación participativa en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet) del acuerdo final con las Farc. Segundo, las propuestas de los mismos Diálogos Regionales Vinculantes.
Como se mencionó, una pregunta clave en este momento es: ¿qué hacer con ellas? Juntando esos dos ejercicios, hoy en día tenemos 120.000 propuestas construidas participativamente bajo la lógica de identificar problemas y presentar propuestas. Una cantidad muy significativa que les ha representado a las personas u organizaciones que las proponen un esfuerzo para llevarlas a los espacios de participación, y a la institucionalidad pública otro más por sistematizarlas (en el caso de las iniciativas Pdet, también de tratar de darles una ruta de implementación).
Un nuevo proceso participativo debería empezar conversando sobre estas propuestas, ayudando a darles salida, conociendo sus avances, identificando cuáles puede implementar directamente la ciudadanía y cuáles requieren un esfuerzo gubernamental (nacional, territorial o conjunto).
Pero, si en lugar de eso se termina invitando nuevamente a la ciudadanía a botar corriente desde cero, lo más seguro es que volvamos a tener un proceso poco efectivo, de baja recordación, y que sumaremos al conjunto de propuestas ciudadanas existentes otras miles más.
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