Aunque existe consenso sobre la necesidad de una reforma pensional, no hay un consenso sobre cuál debería ser el nuevo sistema.
El problema más grave del sistema pensional es el muy bajo nivel de cobertura. Por lo tanto, necesitamos un sistema que, por un lado, permita proteger a la mayoría de los colombianos sin que esto suponga sacrificar inversiones en educación, salud, o reducir las pensiones en unos años, y que, por otro, logre los demás objetivos primordiales de un sistema pensional.
Ambos regímenes actuales, el régimen de prima media (RPM) y el de ahorro individual con solidaridad (RAIS), tienen problemas de diseño de fondo que los hace inadecuados para lograr dichos objetivos.
Por una parte, el RPM otorga beneficios definidos según una regla que depende de semanas de contribución pero que no tiene en cuenta adecuadamente el valor monetario de las contribuciones. Esa desconexión entre el valor de los beneficios y de los aportes genera déficits para la nación de manera sistemática, sin importar qué tan bien se manejen los recursos que entran. Aumentar cobertura con ese sistema, sería indeseable en términos presupuestales, sobre todo teniendo en cuenta que los beneficios otorgados por el RPM implican subsidios regresivos (subsidia más a personas con mayores ingresos).
Por su parte, en el RAIS tenemos una mezcla de dos tipos de sistemas. Primero, un sistema similar al RPM que otorga beneficios pagados por el fondo de garantía de pensión mínima (FGPM), manejado por el Estado, y segundo, un sistema de cuentas individuales manejadas por las AFP.
El primero tiene la misma desconexión estructural entre los aportes y los beneficios que tiene el RPM. Por lo tanto, si se aumentara la cobertura de manera significativa con ese sistema, incluyendo a los trabajadores informales, es muy probable que los fondos y aportes al FGPM no alcanzaran, como ha ocurrido con sistemas similares en el resto del mundo (a pesar de los aportes solidarios, dada la cantidad de trabajadores informales en el país). Es decir, su diseño tampoco es autosostenible financieramente.
El segundo tipo de sistema, conformado por cuentas individuales, actualmente no genera déficits, pero no cumple con dos de los principales objetivos de un sistema de pensiones: 1) dar seguridad y suficiencia de ingresos en retiro, y 2) generar expectativas realistas e información relevante a los afiliados para sus decisiones de consumo y ahorro.
En los últimos años ha habido un aumento en los traslados de cotizantes del RAIS al RPM, y para tratar de contrarrestar esto, las AFP han venido haciendo una campaña de comunicación en la que presentan cómo una "ventaja" del RAIS, el hecho de que históricamente el RAIS ha hecho devoluciones de fondos en la fecha de retiro por montos más elevados a los que se devuelven en el RPM.
Sin embargo, la devolución de fondos constituye el fracaso más patente de un sistema de pensiones: no otorgar una pensión. De hecho, una de las razones principales de la existencia misma de un sistema de pensiones (aparte de cuentas de ahorro bancarias) es apoyar a las personas en el complejo problema de lograr una desacumulación adecuada en el periodo de retiro. Por esta razón, la devolución de fondos solo ocurre cuando las personas no logran acumular suficientes semanas de aporte para lograr una pensión, según la regulación actual.
En su campaña de comunicación las AFP también expresan que el RAIS le conviene más que el RPM a “95 % de los colombianos”. Sin embargo, esto no se debe a los méritos de su manejo de los fondos de pensiones, como la gente podría suponer.
Este hecho, aunque cierto, ocurre actualmente por dos razones: 1) la gran mayoría de afiliados no logra cumplir con el requisito del número mínimo de semanas para obtener una pensión (un poco menor en el RAIS), obteniendo así una devolución más alta, pero quedando desprotegidos en la etapa de desacumulación (sin una pensión), o 2) los afiliados que logran el número de semanas obtienen una pensión de un salario mínimo garantizada por el FGPM que maneja el Estado.
Sin embargo, el porcentaje de los afiliados cuyas pensiones son pagadas realmente por los fondos de pensiones, que, aunque no son la mayoría, también aportaron durante muchos años la misma proporción de sus ingresos que los demás, obtendrían una pensión mucho mas baja que si estuvieran en el RPM, y el monto que recibirían en el RAIS además tiene muchas posibilidades de disminuir durante el periodo de jubilación. Adicionalmente, el Rais no les garantiza ninguna tasa de reemplazo más allá de la que implica un salario mínimo, sin importar cuántos hayan sido los montos aportados por los afiliados.
En mi opinión, la reforma no puede limitarse a combinar los modelos actuales (RPM y RAIS) en pilares, si no que debe atacar los problemas estructurales de diseño, creando un sistema nuevo que provea seguridad y suficiencia de ingresos en retiro, con un diseño financieramente autosostenible para que tenga la capacidad de aumentar significativamente su cobertura, incluyendo a los trabajadores informales.
Todo esto es posible si creamos un sistema que conecte: el costo de los beneficios con el valor financiero de los aportes, los vehículos de acumulación (inversión) con los de desacumulación y los incentivos regulatorios de las administradoras de fondos de pensiones (públicas y privadas), con el objetivo de los afiliados al sistema: un ingreso suficiente y seguro en retiro.