Putumayo, lecciones aprendidas para el Ejército Nacional

Putumayo, lecciones aprendidas para el Ejército Nacional
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Moshe Yaalon, Teniente General retirado del ejército israelí, quien fuera jefe de estado mayor (equivalente a comandante del Ejército) durante la segunda Intifada (2000-2005), narra la siguiente experiencia en el libro “Start-up nation: la historia del milagro económico de Israel”.

“Una unidad de reservistas llevó a cabo una operación en Dabu, un pueblo libanés. Murieron 9 soldados y oficiales; otros salieron heridos, entre ellos mi sobrino. Los soldados supervivientes acusaron al comandante del batallón de incompetencia. Acudieron al comandante de la brigada para quejarse de cómo el comandante del batallón había dirigido la operación. Por supuesto, lo primero que hizo el comandante de brigada fue encargar una investigación. El final de la historia es que el comandante del batallón tuvo que abandonar su cargo por un proceso iniciado por sus subordinados. La llave del liderazgo es la confianza de los soldados en su comandante. Si no confías plenamente en él, no puedes obedecerle”.

Definitivamente, esta particularidad del ejército israelí le da un sello de legitimidad y efectividad, y nos deja valiosas lecciones para las Fuerzas Militares de Colombia. “La confianza es el fundamento de la profesión militar” y “la ética debe ser la única regla para tomar decisiones”. Estos son preceptos escritos en la doctrina Damasco, Manual Fundamental 1.0 “El Ejército”.

Frente a los hechos ocurridos en una operación militar en la vereda Alto Remanso en el Putumayo en la mañana del 28 de marzo, en la cual fueron abatidos en combate once presuntos integrantes del grupo disidente de las Farc “Comandos de la Frontera”, surgen varias reflexiones profesionales que ameritan un análisis con pensamiento crítico y alejado del pensamiento de grupo, que no permite ver más allá de la superficie.

La información recogida por los medios de comunicación indicaría que en la operación murieron por lo menos cuatro civiles, que no participaban directamente en las hostilidades. Sin embargo, el comandante de la División de Aviación de Asalto Aéreo hizo una completa explicación de la maniobra táctica, lo que arroja una primera conclusión profesional: en dicha operación militar se hizo un adecuado planeamiento, conforme a lo estipulado doctrinalmente en el proceso de operaciones (planear, preparar, ejecutar y evaluar) y se aplicaron los métodos disponibles para la planificación militar, a saber, el proceso militar para la toma de decisiones (Pmtd), el procedimiento de comando y el arte y diseño operacional.

También se pudo entender que había inteligencia militar suficiente. Sin embargo, es posible que, durante la ejecución, no se haya asumido un riesgo prudente y se haya ponderado la presencia de cabecillas guerrilleros sobre la presencia de civiles desarmados no hostiles en una nutrida fiesta veredal que, según lo informado por el general Correa a los medios de comunicación, era un “bazar cocalero”.

Para un comandante militar es fundamental entender ese volátil, incierto, complejo y ambiguo ambiente operacional; el principal sustento económico en la zona es el cultivo de la hoja de coca y sus pobladores cohabitan con los grupos armados al margen de la ley, generándose una suerte de connivencia; esto, por supuesto, no los hace terroristas ni delincuentes a todos.

Conocemos del profesionalismo de las unidades élite que llevaban el esfuerzo principal en la operación. No hay la menor duda de su experticia y la rectitud de sus comandantes, pero ello no los hace infalibles. Ningún ser humano lo es. Cometer un error y aceptarlo es digno de admiración y grandeza. Ojalá que si la investigación revela que se cometieron errores, estos hayan sido sin dolo; y si no los hubo, sería la mejor noticia en este momento para el país.

La incompetencia militar hace parte de la historia de las guerras y conflictos, y lamentablemente produce muertos y heridos, y, además, genera desconfianza. No solo en los subordinados, sino en la población de un país.

Colombia requiere hoy más que nunca líderes militares íntegros y capaces para producir los cambios necesarios acorde con los nuevos retos y desafíos que enfrenta nuestra nación. ¡El combustible del liderazgo es el buen ejemplo!

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