La reforma política que avanzaba en su discusión en el Congreso hace parte de la historia. Después de haber logrado cuatro de los ocho debates necesarios por tratarse de una reforma constitucional, el presidente Gustavo Petro ha pedido su hundimiento, muy a pesar de que fue su propio gobierno fue el que presentó el texto para ser debatido.
Reforma sí, pero no así

Preocupa que, con tantos temas pendientes en el sistema político colombiano no sea posible una discusión seria y alejada de la búsqueda de intereses particulares en el Congreso de la República. La reforma política requiere un compromiso por parte de todos los partidos políticos para encontrar consensos en los temas fundamentales.
En primer lugar, el fortalecimiento y búsqueda de mayor transparencia en la institucionalidad electoral propuesta el semestre pasado por el senador Humberto de la Calle debe ser incluida nuevamente. No es posible que los miembros del Consejo Nacional Electoral sigan representando intereses partidistas al ser su elección una representación proporcional del Congreso de la República.
Adicionalmente, la Registraduría debe tener un mayor control en la organización de las elecciones, transformándose en un órgano colegiado que garantice mayor transparencia en la celebración de las mismas. El gobierno nacional nunca manifestó su apoyo a tan importante iniciativa legislativa y el proyecto se hundió en su primer debate.
En segundo lugar, muchos de los congresistas que hoy celebran el hundimiento del proyecto de reforma política se quedaron pensando en sus intereses personales cuando se discutió el tema de las listas cerradas obligatorias. No importa en que lista estén siempre y cuando sus votos personales estén garantizados.
El sistema político colombiano requiere del fortalecimiento de partidos políticos que representen realmente los intereses de los ciudadanos. De nada nos sirven grandes liderazgos que no permanecen en el tiempo y se esfuman cada 4 años.
Las listas cerradas deben ser discutidas nuevamente garantizando el fortalecimiento de la democracia interna de los partidos y añadiendo la obligatoriedad de las listas cremallera. Es muy popular estar en contra de las listas cerradas, por la impopularidad misma de los partidos políticos, pero es necesario la construcción de proyectos colectivos y para lograrlo, la vía es la consolidación del sistema de partidos.
En tercer lugar, el crecimiento desproporcionado de personerías jurídicas para partidos políticos, que nos tienen hoy en día con 33 partidos políticos dispuestos a otorgar avales en las próximas elecciones sumado a los más de 900 grupos significativos de ciudadanos que hasta ahora se han registrado y la posibilidad de aumentar aún más las personerías jurídicas, deben ser un punto fundamental a discutirse en un nuevo proyecto de reforma política.
El acuerdo de paz dejó planteado un compromiso en el punto 2.3.1.1 la construcción de un sistema de adquisición progresiva de derechos para partidos y movimiento políticos que elimina el incentivo de buscar personerías jurídicas que se convierten en fabricas de avales.
Los resultados de los espacios de discusión que se implementaron para sacar adelante el “Estatuto de oposición” con participación de la mayoría de los partidos políticos son una demostración de que, previo a las discusiones formales en el Congreso, es posible buscar consensos para avanzar en temas tan importantes como la reforma política.
El objetivo a corto plazo debe ser el de trabajar en un proyecto entre la mayoría de los partidos políticos que pueda ser presentado en la siguiente legislatura y que ponga sobre la mesa de discusión los temas fundamentales de la reforma política, con líneas rojas como la puerta giratoria entre el Congreso y el gobierno o incluso el transfuguismo por tiempos limitados.
Exijámosle a nuestros congresistas un debate serio y transparente que le devuelva algo de credibilidad al desprestigiado Congreso.
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