Cada tanto leemos titulares en las noticias que advierten las próximas suspensiones del servicio de agua. El 10 de mayo, por ejemplo, se anunció que más de 100 barrios de Barranquilla no tendrían acceso al servicio. Ese mismo día, seis localidades de Bogotá y 15 mil barrios de Medellín correrían la misma suerte.

Estos comunicados de prensa son emitidos por las mismas empresas prestadoras del servicio. En ellos se enlistan barrios, sectores y hasta las horas del corte de agua. Así, sabemos que entre 10 y 20 horas será la suspensión para los atlanticenses, hasta 28 horas para los capitalinos y 6 horas para los antioqueños. Entre las causas más comunes se encuentran el mantenimiento, las reparaciones de daños y las modificaciones técnicas. 

A estas normalizadas noticias desde las ciudades principales se le suman otras desde los municipios más pequeños. Muchas veces, más invisibilizadas. Las protestas por la carencia de agua. Estas pueden ser desde bloqueos en vías públicas hasta reclamaciones en redes sociales.

En lo que va corrido del año, hemos visto manifestaciones en el corregimiento La Palmira en Toluviejo, en el municipio de Cajicá, en Cundinamarca y en el municipio de Guacarí, Valle del Cauca. Sólo por mencionar algunos.

Más notablemente han sido las peticiones en Santa Marta, donde 75% de la población estuvo sin agua durante varias semanas. También en la Alta Guajira, donde el tren del agua que abastece a caseríos de Uribia fue suspendido temporalmente por protestas relacionadas. 

Este festín de noticias relatan un círculo continuo de suspensiones y protestas que pareciesen no querer terminar pronto. Y si este es nuestro presente nacional, cabe preguntase cómo será el futuro del agua del país.

Se estima que a mitad de siglo la demanda hídrica aumente en un 80%. El cambio climático es el principal factor para que se vea amenazada la accesibilidad del servicio. Pero también lo es el crecimiento poblacional. Esto supone más inversión y mantenimientos para lograr el abastecimiento que necesitamos. Y, muy probablemente, más suspensiones de agua.

¿Cómo asegurar la demanda hídrica? Una pista para acercarnos a esta respuesta puede venir de la transición energética. Hoy en día, un hogar puede instalar sistemas de paneles solares y vender la energía sobrante al sistema general eléctrico.

Esta misma lógica podría aplicarse si cada hogar captura agua lluvia, por ejemplo, y contribuye la demanda hídrica de su región. El tema acá es aplicar los mimos principios de la transición energética: descarbonización, descentralización y diversificación.

Los servicios básicos son derechos humanos y deben ser tratados como tal. Y las personas deben estar en el centro, siendo tratadas como parte de la cadena de valor e, incluso, como productores de estas. Para que esto suceda, todos los servicios básicos deben desmercantilizarse y abandonar la idea que son productos que obedecen a un mercado de oferta y demanda.

Es cofundador y director de operaciones de Tierra Grata. Es diseñador, emprendedor social y gestor de proyectos.