Un análisis histórico y organizacional para leer la coyuntura elena

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Para analizar y entender las dinámicas armadas del ELN, hay que cambiar los enfoques metodológicos que se utilizaron con las extintas Farc-EP.

Esta columna fue escrita en coautoría con Andrés Aponte González, investigador del equipo de Conflicto y Paz del CINEP. 

En el marco de la reciente coyuntura se ha vuelto a poner sobre la mesa la discusión sobre la unidad de mando dentro del ELN y si el Comando Central (Coce) de dicha organización armada representa a todos sus frentes de guerra.

Dos hechos han suscitado un amplio debate sobre la unidad de esta guerrilla. El primero está relacionado con la alerta que emitió la embajada de Cuba al gobierno colombiano sobre la posibilidad de que una estructura de esta insurgencia desarrollara una acción armada en la ciudad capital. El segundo está vinculado con una nota periodística publicada por el diario El Tiempo donde se visibilizaba ciertas tensiones y divisiones en la comandancia. Entre ellas, amerita destacarse el debate que parece haber al interior de esa insurgencia frente algunas fuentes de financiación, en particular respecto a la economía cocalera.

En un artículo anterior afirmamos que sus problemas de acción colectiva son el reflejo de luchas internas por el posicionamiento estratégico de sus estructuras dentro del proyecto nacional, mas no una clara ruptura que lleve a la fractura o atomización de dicha organización insurgente. Esta característica se expondrá de forma detallada en el libro "¿Por qué es tan difícil negociar con el ELN? Las consecuencias de un federalismo insurgente, 1962-2020".

En este artículo nos dedicaremos a analizar las implicaciones que tiene el debate en torno a las negociaciones de paz y su desarrollo en el tiempo para entender el presente del ELN en esta dimensión. Para esto, abordaremos la dinámica organizacional de esta insurgencia y las implicaciones que tiene el ascenso de nuevos cuadros a las instancias de comando y dirección nacional de esta guerrilla. Con ello mostraremos que este proceso responde a dinámicas de largo aliento que se han conjugado con la llegada de nuevo agentes. 

El origen del federalismo eleno para entender sus vínculos con la coca

Variados análisis sobre el ELN señalan su carácter federado. No obstante, esto no siempre fue así. En sus inicios, entre 1964 y 1974, el ELN fue una guerrilla centralizada y dicha centralización derivó en una conducción autoritaria que privilegió el fusilamiento como mecanismo de resolución de controversias internas. Esto lo llevó a enfrentar su primera gran crisis interna en el marco de la derrota militar de Anorí en 1974 y el “Replanteamiento” entre 1975 y 1983.

Como estrategia de recomposición, el ELN adoptó un una estructura colegiada y federada para evitar concentrar el poder en una sola persona, para lo que instituyó en su interior una dirección colectiva, horizontal y democrática, con amplia discusión política sobre la estrategia revolucionaria y la táctica armada; algo de eso se mantiene activo en el presente.

Esto le dio rienda a suelta a los impulsos autonomistas de sus Frentes de Guerra, que han respondido más al sentir de las condiciones territoriales y de las bases que dicen representar, que a la organización nacional. De ahí los reiterados problemas que ha tenido el Coce para homogenizar y centralizar políticamente a la organización con el fin de redistribuir recursos entre sus frentes, y en las dos últimas décadas, para mantener la línea prohibicionista frente a la economía cocalera.

La expansión y proliferación de los cultivos ilícitos en zonas de frontera y áreas marginales de diversas regiones del país puso en entredicho, en particular en los años noventa, la postura moralista y prohibicionista del ELN nacional en las zonas donde sus frentes tenían presencia. No solo fueron las presiones y apuestas de los actores armados las que incidieron en dicha dinámica; también las exigencias de los propios pobladores que “obligaron” a algunos cuadros medios y comandantes territoriales a dejar entrar los cultivos de coca y amapola en sus zonas de influencia.

Al inicio del milenio -entre 2002 y 2010- su retroceso territorial, la inconexión entre sus estructuras, la comandancia nacional y la estrategia de recomposición, a través de diversas economías legales e ilegales -en las periferias de sus periferias-, profundizó la autonomía de los Frentes y su mayor vinculación con la economía cocalera. Evidencia de esto fueron las alianzas y disputas con las Farc y los Grupos Sucesores del Paramilitarismo (Urabeños, Rastrojos, Águilas Negras, etc.) en zonas del Cauca, Chocó, Sur de Bolívar, Bajo Cauca, etc. con el fin de monopolizar o coadministrar dichas rentas.   

Así, esta insurgencia y, en particular, estos diversos frentes vinculados a la coca fueron adquiriendo destrezas y conocimientos del negocio, con los que han orientado en el tiempo del posacuerdo su aparato armado y sus ofertas regulatorias para monopolizar o intentar hegemonizarse en toda la cadena del narcotráfico -Chocó-, en algunos eslabones -cultivo y procesamiento como Catatumbo- o mantenerse en la etapa del cultivo -Sur de Bolívar-.

Así, lo que muestra esta dinámica descrita, de un mediano aliento, es que la vinculación de las estructuras territoriales del ELN obedece más a una postura discrecional de las diversas organizaciones que la componen que a una política desde el nivel central de la organización. Lo que explica a su vez que existan en este proceso, variaciones temporales y espaciales en el tipo de vínculo que han establecido sus diversos frentes con la economía cocalera.

La clave en los agentes: los cuadros medios

El rompecabezas descrito no se puede entender sin los agentes y actores de la escena, es decir, sin los cuadros medios de estos frentes territoriales. En años recientes, tanto en los medios de comunicación nacionales y regionales como en los órganos de difusión de esta insurgencia, es palpable la emergencia de una nueva camada de mandos medios que tienen una importante figuración al interior y exterior del mundo eleno.

La particularidad de este nuevo contingente de guerreros es que no se formaron o no tuvieron tanto contacto con los mitos fundacionales, y su experiencia se dio al son del momento de recomposición de los años iniciales del nuevo milenio.

En nuestro entender, las exitosas experiencias de las Farc y de los paramilitares en su vinculación con la coca, ya que ampliaron su pie de fuerza y bases sociales, no solo fueron un referente para este grupo de nacientes mandos. De igual forma, su atender al sentir de los territorios donde hicieron presencia los llevaron a vincularse de forma pragmática, obligada, o como una mezcla de las dos con la economía cocalera.

Este proceso evidencia que este nuevo grupo de personas, no solo estaban abriendo una brecha con la dirigencia tradicional, reunidos en el Coce con una mirada nacional e ideológica del conflicto armado, y unos mandos regionales liderando los Frentes de Guerra con visiones pragmáticas y subregionales de sus conflictos.

Ahora bien, en la práctica, como se señaló en nuestra reciente columna, si bien esto no significa un quiebre con lo nacional, sí implica una mayor autonomía regional en la conducción de la guerra, elección de aliados, financiación y posturas frente a la negociación. Todo en un marco en el que se mantiene una dirección nacional, que se sostiene sobre un cambiante equilibrio de fuerzas y contrafuerzas que buscan ampliar o mantener su capacidad de influencia sobre otras estructuras.

A modo de conclusión 

Con este recuento queremos mostrar e insistir que tenemos que elaborar un nuevo prisma para entender y analizar al ELN. En primera instancia, esta guerrilla no solo difiere de las Farc de su momento fundacional; también las decisiones de sus líderes tuvieron importantes repercusiones en la trayectoria organizacional que ha tenido esta insurgencia: son muchos más criminalizados en sus medios, pero no en sus fines, y siguen ordenando y gobernando los territorios donde hacen presencia activa.

Asimismo, queremos mostrar que la vinculación de la coca suscita una serie de debates ya que implica tumbar un discurso moralista de los líderes fundacionales, que le ha dado base al discurso revolucionario eleno y, a la vez, implica el ascenso de una nueva generación de mandos que se están posicionando en la organización nacional en detrimento de una comandancia vieja y desgastada.

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