El desinfle de las expectativas
La promesa de transición energética del gobierno pasa por aumentar la energía eléctrica basada en fuentes renovables no convencionales. Actualmente sólo el 3 por ciento viene de estas fuentes, como solar, eólica y biomasa. El sistema de generación descansa mayoritariamente en las hidroeléctricas, que aportan el 70 por ciento de la energía, y si bien son renovables llegaron a un tope en Colombia, como lo mostró el caso de Hidroituango.
Con la llegada de Petro creció la expectativa en el sector de renovables no convencionales. Se esperaban mayores inversiones en proyectos eólicos de gran envergadura y de pequeña escala. Esto, en un contexto en el que el país ya había avanzado. Durante el gobierno de Iván Duque se amplió en 25 veces la capacidad instalada en energías renovables. Eso se construyó a partir de una legislación que promovía esas energías, como la ley 1715, de 2014, que ofrecía incentivos para que los proyectos pudieran completarse.
Pero distintos actores del sector de energía eólica y solar dicen que las expectativas iniciales con Petro se han visto golpeadas desde varios frentes en los últimos meses.
El primer golpe vino con la reforma tributaria, que estableció que la tarifa mínima de tributación para las empresas grandes y los grandes capitales no debe bajar del 15 por ciento, algo que les pega también a los grandes proyectos de energías renovables. También les puso tres puntos adicionales de tributación a las hidroeléctricas grandes (que aunque el gobierno no reconoce como casos ejemplares de energías limpias, siguen siendo uno de los modos de generación de energía más eficientes y menos contaminantes).
Un segundo golpe, más decisivo, está en el proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo. Las transferencias monetarias a las comunidades vecinas y municipios por parte de los generadores de energías eólicas y solares (con capacidad instalada de más de 10 megavatios) pasarían del 1 por ciento de los ingresos brutos al 6 por ciento.
Para Manuel Maiguaschca, viceministro de Minas y Energía entre el 2003 y el 2009, y experto de La Silla Llena, estos cambios ya sacan a muchos proyectos en renovables del juego: “entre el plan de desarrollo y la reforma tributaria hay varios proyectos que ya no van a ser viables porque las exenciones tributarias con que se hicieron inicialmente ya no existen, se las han venido mermando”, dice.
Un punto semejante plantea Germán Corredor, que viene de ser el Director Ejecutivo de la Asociación de Energías Renovables de Colombia, y actualmente es profesor en la Universidad Nacional: “el inversionista que se ha comprometido y que participó en subastas realizadas en 2019 y 2021 lo hizo sobre la base de unas condiciones jurídicas vigentes en ese momento. Pero si se aprueban esas transferencias se reduciría de manera dramática la rentabilidad de estos proyectos”, dice. Un punto que explicó también en esta columna.
Un tercer escollo, que viene de antes, han sido las demoras con las consultas previas. Se trata del mecanismo por medio del cual las comunidades tienen voz para opinar sobre sus posibles afectaciones frente a proyectos de infraestructura, como la construcción de una hidroeléctrica o una línea de transmisión eléctrica. Las dificultades alrededor de esta figura se ven plasmadas en el caso de La Guajira y las inversiones que se han hecho allí en energía eólica.