Las tres semanas de campaña de la segunda vuelta para Gustavo Petro han transcurrido entre los manteles de las reuniones políticas y las casas de los campesinos y pescadores en las que se ha quedado: una mezcla de nuevas alianzas, para mostrarse como la opción institucional contra Rodolfo Hernández, y una campaña cercana a la gente y lejos de las tarimas de la primera vuelta.
La noche del 7 de junio, por ejemplo, Petro la pasó en la casa de Genoveva Palacios, en el barrio Palenque de Quibdó, una mujer cuyo esposo y su hijo fueron asesinados. Petro cocinó patacón “pisao” en su cocina, hizo una competencia de baile con su otro hijo, Kevin, y se reunió con otros habitantes del barrio.
Y mientras Petro ha pasado sus noches en habitaciones con paredes de madera, sus aliados en las principales ciudades han desplegado una estrategia en las calles basada en los datos: focalizada por mapas de calor en las zonas en las que tienen votos en disputa o hubo mayor abstención.
“Esto es como la guerra, la gana el que tenga más generales. Y Petro tiene al menos 30 en Bogotá”, dice Ariel Ávila, senador electo de la Alianza Verde que llegó en la segunda vuelta a la campaña de Petro y ha salido todos los días a puntos estratégicos (por la cantidad de tránsito o por la votación en primera vuelta) a hacer campaña.
Con una bancada de 20 senadores y 32 representantes electos por el Pacto Histórico, más las otras figuras que se han sumado de partidos como el Verde, el Liberal, Cambio Radical y La U, Petro organizó sus fichas para hacer una campaña presencial y con líderes políticos visibles, muy distinta de la estructura tipo multinivel por Whatsapp que impulsa a Rodolfo Hernández.
Los generales de Petro en la calle
María José Pizarro, senadora electa por el Pacto Histórico, se acerca a un edificio en la localidad de Teusaquillo, en Bogotá, y toca todos los timbres de los apartamentos. “Este es el sueño de cualquier niño. Solo que yo no salgo corriendo”, dice y se ríe. Luego comienza a hablar por el citófono a quienes contestan. Trata de convencerlos de que voten por Petro.
“Dime si está en tu pensamiento la palabra Rodolfo y te convenzo de que votes por Petro”, le dice a una empleada del servicio que sale a la puerta en uno de los edificios. Habla por casi 10 minutos con ella hasta y solo se va cuando la deja dudando de por quién votar.
Luego sigue el recorrido. Deja carteles para que las personas los peguen en sus ventanas, camina por las calles del barrio buscando las caras de Petro y Márquez en los cristales y cada que las encuentra se emociona: “Esa casa ya está petrificada”, dice.
Pizarro no está allí por casualidad: fue una de las zonas de Bogotá que le asignó la campaña. Los estrategas les asignaron localidades de la ciudad a los congresistas y concejales del Pacto Histórico: Támara Argote, del Polo tiene Ciudad Bolívar, Tunjuelito y Usme; Gabriel Becerra, de la UP, tiene Los Mártires, Antonio Nariño y San Cristóbal, etcétera.