Trasnochos, reuniones a puerta cerrada, un batallón de asesores entrando y saliendo de las sedes centrales de los grupos Sura* y Argos en Medellín, rumores y teorías de conspiración. En resumen, incertidumbre: ese es el ambiente general que se vive por estos días en los círculos de poder del llamado Grupo Empresarial Antioqueño o GEA.

La razón del alboroto es la oferta que presentó la familia Gilinski para comprar entre el 50,1 y el 62 por ciento de las acciones de Nutresa, la que hace las chocolatinas Jet, el ChocoListo, el Café Sello Rojo y el salchichón Zenú. Es la compañía de alimentos más grande de Colombia, y una de las más rentables del GEA.

Parte de la incertidumbre se resolverá esta semana, cuando la Superintendencia Financiera decida si la oferta inicial de los Gilinski cumple con la regulación colombiana. En el anuncio de la Oferta Pública de Adquisición se revelaron solo algunos detalles, como el precio al que proponen comprar. Pero una vez la Superintendencia dé el visto bueno a la transacción es que se conocerá la letra menuda de la oferta. 

Esto es clave porque en los detalles se sabrá hasta qué punto los Gilinski están dispuestos a negociar con los empresarios del GEA, a ofrecer un mayor precio, si aceptan condiciones, como que la empresa alimentos se salga de otras empresas del grupo, y los plazos para la transacción.

Analistas del mercado y fuentes conocedoras del GEA coinciden en que, al precio que está, es poco probable que la venta se concrete. Pero la audaz movida de los Gilinski logra poner a los líderes del grupo a defender una estructura corporativa que ha sido criticada desde hace varios años, pero que también les ha servido para mantener las compañías en manos paisas.

Una estructura que, de entrar los Gilinski a Nutresa, podría romperse. Y que aún antes del negocio, se está sacudiendo.

Gilinski, con las apuestas en contra

Un informe publicado por el equipo de analistas de ScotiaBank en Nueva York concluye que la oferta de los Gilinski está destinada al fracaso. Aunque los Gilinski ofrecen un 37 por ciento más de lo que vale en este momento la empresa de alimentos en la bolsa colombiana, para ellos Nutresa vale mucho más que eso.

Dice el reporte que la razón por la que la acción de la empresa cuesta tan poco es una subvaloración generalizada de las empresas en los mercados de América Latina, la devaluación del peso colombiano frente al dólar y en cierta medida la incertidumbre política que viene de ser un año previo a las elecciones.

“Si bien una prima del 37 por ciento puede sonar bien para algunos, una mirada más profunda muestra la realidad de que Nutresa es una de las empresas de alimentación más atractivas de América Latina, con liderazgo en el mercado en casi todas las categorías.y que para comprar el control, hay que pagar caro”, dice el informe de ScotiaBank.

Algo parecido opina el analista Felipe Campos, quien sostuvo que el precio ofrecido por Gilinski no parece contemplar el valor adicional que un inversionista debe pagar cuando compra la mayoría de las acciones de una empresa, o lo que los especialistas llaman una prima de control.

Y Corredores Davivienda, en un informe, añade que el precio ofrecido está por debajo de las transacciones del sector de alimentos en América Latina. Frente al promedio de las ofertas exitosas en el sector de alimentos de la región, la que hacen los Gilinski en 22 por ciento inferior.

Mientras que una fuente del Grupo Gilinski dijo a La Silla que, contrario a lo que dice ScotiaBank, consideran que su oferta es justa porque es el precio más alto que ha alcanzado Nutresa en la última década. Agregó que el negocio tiene ventajas adicionales: a Argos y Sura les permitiría reducir su endeudamiento y para los accionistas minoritarios significaría una inyección de capital que dinamizará la Bolsa de Valores de Colombia.

Pero la plata, no es la principal preocupación de los líderes del GEA.

El martes, durante la presentación de los resultados del tercer trimestre, el presidente de Sura, Gonzalo Pérez, dijo que están a la espera de que la Superintendencia se pronuncie y que una vez tengan la información completa analizarán la conveniencia de la propuesta. Agregó que no solo tendrán en cuenta la oferta económica sino también aspectos “ambientales, sociales, de gobierno corporativo y de estrategia a largo plazo”.

“Con esa respuesta quedó claro que no les interesa vender”, dijo uno de los analistas que estuvo en la conferencia y que no está autorizado para hablar en medios.

Las razones son que, a largo plazo, se espera que Nutresa recupere su valor en bolsa, Además es una de las empresas más rentables y confiables del GEA, por estar en el sector de alimentos.

Otra fuente que lo sabe de primera mano dijo a La Silla que varios líderes del grupo han manifestado su preocupación por lo que significaría para Nutresa y para el GEA el cambio de dueños: “Muchos no duermen”, dijo la fuente.

El estilo de negocios de los Gilinski es otro factor que entra en la ecuación del GEA. Un cacao empresarial que conoce de primera mano las estrategias de los banqueros le dijo a La Silla que la movida es típica de este conglomerado: aprovechar un momento del mercado para hacer una oferta por una empresa que está más barata de lo que en realidad es, tiene mucho potencial, y luego venderla por partes para obtener grandes ganancias. Es decir, no le apuestan a largo plazo, sino a ganancias rápidas.

Lo que dificulta a los dueños de Nutresa negarse a la propuesta de los Gilinski es que legalmente tienen una responsabilidad con sus accionistas minoritarios, que podrían ver en la oferta de los Gilinski una oportunidad interesante. Tampoco pueden tomar una decisión como GEA sino que Argos y Sura deben tomar la decisión de manera independiente, para evitar conflictos de intereses.

Esto también aplica para los varios fondos de Protección, el administrador de pensiones del GEA, que tienen un 5,2 por ciento de participación en la empresa. Aunque son administrados por una empresa del GEA tienen plata de cotizantes de pensiones, cuyo principal interés es tener una rentabilidad alta.

A esto se suma que los Gilinski vienen con el respaldo financiero de la familia real de Abu Dabi, lo que les da bolsillos hondos para incluso aumentar su oferta.

Una eventual entrada de los Gilinski a Nutresa, Argos y Sura, significaría el fin del GEA como se conoce hoy en día.

El enroque en juego

El Grupo Empresarial Antioqueño como se conoce se empezó a gestar a finales de la década de los 70. Nicanor Restrepo, quien fue presidente de Suramericana y uno de los responsables de popularizar el nombre de GEA, contó en su tesis de doctorado que esta alianza entre las élites empresariales antioqueñas se creó para defender a las empresas paisas de tomas hostiles de los grandes millonarios de la época: Jaime Michelsen, del grupo Gran Colombiano, Julio Mario Santodomingo y Carlos Ardila Lülle. Y luego les permitió evitar que narcotraficantes, ya en los 80 y 90, terminaran adueñándose de compañías emblemáticas de la región.

Treinta años después, aunque se mantiene el enroque de acciones, la oferta de otro billonario, Jaime Gilinski, es más difícil de rechazar. En primer lugar, porque hay mayor regulación y una Superintendencia cuya función principal es defender los intereses de los accionistas minoritarios.

Adicionalmente, desde hace años, analistas independientes que observan el GEA han criticado el esquema cruzado de participación accionaria de las empresas del grupo. En el esquema, Nutresa, una empresa de alimentos, tiene como principales accionistas al Grupo Sura, una compañía financiera y de seguros, y al Grupo Argos, una compañía de infraestructura.

De acuerdo con Corredores Davivienda, para los inversionistas internacionales es difícil entender ese esquema de participaciones cruzadas entre compañías, y por eso si en efecto estas tres empresas se llegan a independizar el GEA ganaría simplicidad. Y aunque los tres grupos tengan una administración independiente, su entrelazamiento hace que a la hora de evaluar una compañía los analistas tengan en cuenta los riesgos que enfrentan las otras.

Incluso al interior del grupo esto se ha discutido. Así lo supo La Silla por una fuente del GEA que ha estado en estas conversaciones.

Adicionalmente, como recuerda el historiador empresarial y profesor de la Universidad Eafit, Juan Carlos López, cuando se creó el Sindicato Antioqueño había un sentimiento a favor de los empresarios regionales que es difícil de replicar.

“Es difícil que salga todo el mundo en defensa de las empresas paisas como ocurrió en ese entonces, yo veo difícil esa pelea”, dijo a La Silla.

Más aún cuando en los últimos años el GEA ha sido objeto de ataques públicos del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien ha criticado la influencia del grupo en las decisiones del sector público. Por ejemplo, los ha señalado de ser corresponsables de la crisis de Hidroituango

Con el visto bueno que dará la Superintendencia el paso siguiente en esta novela será la publicación oficial de la oferta, que definirá qué tanto margen tienen las empresas del GEA para evitar que los Gilinski, sus viejos enemigos, se les metan al rancho.

Porque como escribió el mismo Nicanor Restrepo: “la influencia de las élites patronales antioqueñas en lo político, lo económico y lo social se mantendrá solamente si la propiedad de las empresas que dirigen continúa siendo controlada por accionistas institucionales y pequeños accionistas nacionales”.

*Advertencia: El Grupo Sura financia el podcast El Futuro del Futuro de La Silla Vacía y Bancolombia financia la Sala de Redacción Ciudadana, la Red Cachaca de La Silla Llena y las hackatones de La Silla Vacía.

Fui periodista de temas económicos de La Silla Vacía. Estudié periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana. Fui corresponsal de El Tiempo en Bucaramanga y cubro temas económicos desde 2010, primero en Vanguardia Liberal (Santander), y después en el diario Portafolio, donde también fui coordinadora...