Así se lanza Alejandro Gaviria a la Presidencia

Después de meses de indecisión, Alejandro Gaviria finalmente decidió lanzarse a la Presidencia. 

Mañana presentará su renuncia en el comité directivo de la Universidad de Los Andes y en el Consejo Superior (del que es miembro Juanita León, la directora de la Silla) y anunciará su candidatura por redes sociales con un discurso que da puntadas sobre el tono que tendrá su campaña.

“El miedo y la rabia hacen parte de la política y de la vida. Yo prefiero sin embargo otra emoción, más incierta tal vez, pero más constructiva. El sesgo por la esperanza —dice el borrador del discurso que conoció La Silla—, la invitación, desde el discurso y desde el ejemplo, a ser mejores. La valentía de luchar contra las formas de poder que impiden el cambio social. Mi visión de la política tiene esas tres dimensiones: el respeto, la construcción de ciudadanía y la lucha en contra de la acumulación de poder en lo público y en lo privado.”

De esta manera, el hasta hoy rector de los Andes pone fin a la especulación mediática de meses alrededor de su aspiración y arranca su candidatura como la novedad de esta campaña con el potencial y pretensión de patear el tablero del centro y disputarle el progresismo a Gustavo Petro.

El ex ministro de Salud de Juan Manuel Santos, ex subdirector de Planeación Nacional de Álvaro Uribe y uno de los principales expertos académicos del país en temas de pobreza, desigualdad y política de drogas se lanza por firmas con un eslogan alrededor de la idea de que “Colombia tiene futuro”.

Con la decisión de las firmas, Gaviria marca una independencia frente a los partidos, en particular el liberal y el Verde, desde donde, respectivamente, tanto Cesar Gaviria como Angélica Lozano y Juanita Goebertus lo habían invitado a enarbolar las banderas de sus partidos.  Pero también porque le permite, por un lado, arrancar desde ya a darse a conocer más allá de las élites mediáticas e intelectuales de Bogotá y Medellín, de donde es oriundo. Y por el otro, sumar eventuales apoyos de políticos de diversos partidos.

Aunque muchos habían anticipado que Gaviria entraría en la Coalición de la Esperanza, ese no es el camino que escogió para lanzarse. Su plan, según supo La Silla, es irse por firmas con miras a participar al final del año o comienzo del siguiente en un eventual mecanismo de selección del candidato del Nuevo Liberalismo, el partido de Luis Carlos Galán que resucitó recientemente a través de un fallo de la Corte Constitucional.

El papá de Alejandro Gaviria fue concejal del Nuevo Liberalismo en épocas de Galán y entre Juan Manuel y Carlos Fernando Galán y Gaviria existe una afinidad personal e ideológica. Pero, sobre todo, Gaviria —que es un defensor de ideas auténticamente liberales— cree que ese es el espacio que mejor representa el tipo de política y las ideas que quiere enarbolar en la campaña.

Si finalmente el Nuevo Liberalismo logra superar los últimos escollos administrativos que le faltan para dar avales, Gaviria podría competir contra Juan Manuel Galán, Rodrigo Lara y otros aspirantes que entren en esa contienda. Y, que de ahí salga el candidato para participar en una consulta interpartidista del centro con el candidato de la Coalición de la Esperanza, y otros candidatos que son de centro pero están más ubicados a la derecha como Enrique Peñalosa.

¿Quién es Gaviria?

Alejandro Gaviria tiene 55 años y es ingeniero civil de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, aunque casi toda su carrera profesional ha sido como economista. Hizo una maestría en Economía en los Andes (facultad de la que luego fue decano) y posteriormente, un doctorado en Economía en la Universidad de California.

Durante las últimas décadas ha alternado la vida académica y como investigador (en Fedesarrollo y en los Andes) con el trabajo en el sector público.

Ha publicado varios libros sobre temas tan diversos como la educación como vehículo para superar la desigualdad, la desigualdad y el autoritarismo en épocas de covid, la política antidrogas de Colombia o superar el cáncer.

La idea de la campaña es que a partir de representar emociones positivas, más ligadas a la esperanza y la compasión, Gaviria podría desatar una fuerza transformadora. Y que tiene el conocimiento del Estado, el conocimiento teórico y la experiencia práctica para influir en los temas críticos del país.

Los ejes del discurso de Gaviria girarán alrededor del respeto, la construcción de ciudadanía y la lucha en contra de la acumulación de poder en lo público y en lo privado, que él siempre ha dicho que constituyen una talanquera para la transformación social.

Los que pierden con Gaviria

Su entrada al ruedo, es una mala noticia para Gustavo Petro y una amenaza grande para Sergio Fajardo.

Para Petro, porque entra de lleno a disputarle el progresismo, con un discurso liberal que tiene la ventaja sobre el candidato del Pacto Histórico, de haberlo llevado a la práctica. 

Como ministro de Salud de Santos, Gaviria reglamentó el derecho a una muerte digna vía la eutanasia, promovió la suspensión de las fumigaciones aéreas de coca, reglamentó la marihuana medicinal y defendió a capa y espada la interrupción del embarazo en los tres excepciones establecidas por la Corte Constitucional.

Con este legado competirá con Petro por lo que éste último ha llamado las nuevas ciudadanías: los movimientos de mujeres, lgbti, ambientalistas, animalistas y representantes del mundo cultural, académico e intelectual.

A diferencia de Petro, Gaviria nunca ha hecho política electoral, jamás ha estado en una plaza pública, ni ha estado expuesto a campañas sostenidas en su contra. Lo que sí tiene es un discurso, un dominio del mundo digital, un bagaje intelectual y la capacidad de desatar emociones, y en eso se parece a Petro. 

Para Sergio Fajardo, Gaviria también se convierte en una amenaza. Entra a competir por el mismo electorado de centro, con una propuesta programática similar y la misma apuesta por no polarizar. Gaviria, como Fajardo, viene del mundo académico y, además, son amigos desde hace años. Ambos comparten la bandera de la educación y son paisas residentes en Bogotá.

Gaviria tiene la ventaja en esta campaña de ser la novedad, con capacidad de movilizar a los jóvenes y a la gente del mundo de la cultura, y tener más vasos comunicantes con políticos que eventualmente le permitirían sumar apoyos de estructuras políticas. Pero Fajardo ya hizo una campaña presidencial, ganó 4,5 millones de votos, ya conoce los flancos por donde lo pueden atacar y tiene más cuero tras cuatro años de recibir palo en redes.

El otro riesgo para Fajardo es que la Coalición de la Esperanza termine siendo un cascarón. Porque si lo del Nuevo Liberalismo cuaja, Galán se saldría y le están coqueteando a Humberto de la Calle para que también lo haga.

En todo caso, la entrada de Gaviria le meterá una competencia al centro que puede volver la consulta de marzo más interesante. Sobre todo, frente a la del Pacto Histórico que será menos competitiva pues ya se sabe que la ganará Petro.

Alejandro Gaviria, como lo hizo en el Ministerio de Salud y en la Universidad, entra a esta campaña con nuevos paradigmas. Y cuatro meses para demostrar si es capaz de convertirse en un candidato viable