Pacho Santos está muy dolido luego de haber perdido su oportunidad de ser candidato presidencial por el uribismo en la convención del fin de semana pasado. Tanto así que decidió no dar entrevistas ni declaraciones por estos días. ¿Pero por qué aceptó Pacho ir a una convención a sabiendas de que iba a perder y cómo aseguraron el triunfo de Zuluaga? Esta es la crónica de una derrota cantada.
Así despacharon a Pacho en la convención uribista
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Pacho Santos está muy dolido luego de haber perdido su oportunidad de ser candidato presidencial por el uribismo en la convención del fin de semana pasado. Tanto así que decidió no dar entrevistas ni declaraciones por estos días. Tampoco ha querido contestarles a varios de sus colegas uribistas incluyendo a Óscar Iván Zuluaga y Carlos Holmes Trujillo, los otros precandidatos con los que se disputó la candidatura que ganó finalmente el primero de ellos. Y tiene ideado salir del país unas dos semanas a descansar y desconectarse. Por ahora, Pacho no tiene entre sus planes hacerle campaña a Zuluaga.
La Silla supo que parte de su malestar es con el expresidente Uribe, pues Pacho cree que su jefe político se prestó para que hubiese un cambio en el mecanismo de selección del candidato, que en menos de 15 días pasó de una consulta a una convención.
Sus cercanos no creen que haya habido trampa en las votaciones pero sí que el cónclave se armó para favorecer a Zuluaga, un asunto que quedó claro desde el principio. “Fuimos a que nos despedazaran. Increíble que se haga una convención para que pierda el único candidato viable”, dijo una fuente refiriéndose a la encuesta reciente en la que Pacho aventaja por dos puntos a su primo, el presidente Juan Manuel Santos.
No sólo es Pacho el dolido. También lo está un grupo de pachistas liderados por la twittera uribista Érika Salamanca quienes, en solidaridad con él, promueven en Twitter el hashtag #unmesdesilencio. Es decir que no se pronunciarán durante ese período, un asunto que han criticado uribistas no pachistas con el argumento de que esa división les da argumentos a los santistas y a la izquierda para atacar al Uribe Centro Democrático.
¿Pero por qué aceptó Pacho ir a una convención a sabiendas de que iba a perder y cómo aseguraron el triunfo de Zuluaga? Esta es la crónica de una derrota cantada.
Ramos, el antes y después de la consulta
Antes de que el hoy detenido -bajo medida de aseguramiento- ex gobernador Luis Alfredo Ramos decidiera entrar a jugar como precandidato, en el Uribe Centro Democrático no tenían claro el mecanismo para elegir su carta a la Presidencia.
Entonces, los precandidatos eran Zuluaga, Pacho, Holmes y el senador de La U Juan Carlos Vélez (al menos, él así lo anunciada, aunque esté en otro partido). Pacho aún no los aventajaba tanto en las encuestas.
Cuando Ramos decidió entrar a la baraja, lo hizo advirtiendo que sólo pondría su nombre a consideración si se acordaba la consulta popular para elegir al aspirante del uribismo. Lo anunció -como contó La Silla- en junio pasado en Medellín, frente a unos 40 dirigentes empresariales y políticos retirados del conservatismo. En ese momento Pacho tenía más popularidad en las encuestas, pero Ramos sabía que de todos los precandidatos sólo él había probado en las urnas su habilidad para conseguir votos.
Y así quedó decidido de manera casi automática que el mecanismo sería la consulta, aunque era una opción que también apoyaban Carlos Holmes y Pacho Santos, mientras que a Óscar Iván Zuluaga siempre le gustó más la idea de la convención en la que sabía que podía tener más ventaja.
A principios de agosto se anunció oficialmente que la consulta popular tendría lugar el 9 de marzo, el mismo día de las elecciones parlamentarias. Pero a fines del mismo mes, con la captura de Ramos, se cayó su aspiración y, por extensión, su inamovible de hacer esa consulta popular.
Hace 20 días, durante una reunión de los precandidatos con Uribe en el hotel Las Lomas de Medellín, hubo voces en el Uribe Centro Democrático que plantearon que con Luis Alfredo Ramos detenido no tenía sentido esperar hasta el 9 de marzo para tener candidato único. La exministra María del Rosario Guerra fue la primera que ahí promovió la convención como mecanismo.
Una fuente que tuvo acceso al encuentro le dijo a La Silla que la exministra de Uribe planteó hacer una convención con la asistencia sólo de los primeros 50 aspirantes de la lista uribista al Senado. Pero las campañas de Pacho y Holmes insistieron en la consulta y Uribe ratificó que ésta se mantendría.
Sin embargo, como lo contó La Silla, varios amigos de Uribe (entre ellos empresarios, políticos y miembros del comité político de su movimiento) comenzaron a llamarlo para pedirle que reconsiderara para no tener que esperar hasta marzo ni arriesgarse a que, en una consulta popular, otras fuerzas terminaran decidiendo.
Otra fuente de adentro del UCD nos dijo que los mayores impulsores de la convención fueron la exministra y el también exministro Fernando Londoño.
Uribe terminó haciéndoles caso y el 13 de octubre sacó un comunicado “sugiriendo” a su colectividad hacer una convención en 10 días para decidir si al fin al aspirante lo elegirían por consulta o allí mismo en ese encuentro, aunque en la práctica la primera alternativa nunca fue considerada seriamente y se planeó escoger de una vez durante la convención.
Dos fuentes muy conocedoras nos explicaron que aunque a Pacho no le gustaba la idea de la convención, y hasta reclamó por el cambio en las reglas de juego, terminó aceptando porque sentía que la “sugerencia” era en realidad una orden de Uribe.
Y que además lo hizo porque en el fondo esperaba que los uribistas tuvieran en cuenta que las encuestas lo favorecían y lo hacían más viable. “Él creyó de buena fe en que nada estaría amarrado y mucho más cuando se enteró de la encuesta que le daba ventaja incluso sobre el presidente Santos”, dijo una de esas fuentes.
Sin embargo, el hecho de que la exministra Guerra haya impulsado tanto la convención que favorecería al candidato de su simpatía abrió heridas en la campaña de Pacho. Aunque no fue la primera herida.
El poder de María del Rosario
Entre algunos miembros del círculo cercano del exvicepresidente no cayó bien que, al poco tiempo de fundado el Centro Democrático, en cabeza de la exministra hayan quedado absolutamente todas las decisiones sobre los talleres democráticos -desde dónde se hacían hasta a quién invitaban- ni que de ella dependieran los nombramientos de los comités de coordinadores en las regiones, debido a su simpatía con la campaña de Zuluaga.
Como contó La Silla, Guerra era la coordinadora de los talleres democráticos, es miembro del comité político del movimiento y mano derecha del expresidente. Y, según nos habían dicho dos fuentes de la campaña de Pacho hace varios días, a veces le mandaba a la campaña de Zuluaga el dato de los sitios en los que estaría Uribe para que el candidato llegara, mientras que no hacía lo mismo con las campañas de Santos y de Carlos Holmes.
El punto más alto del descontento, antes de la convención, se dio con la armada de las listas al Congreso. En esas listas, como lo contó La Silla, los grandes ganadores fueron precisamente Guerra, Londoño y Fabio Valencia Cossio, con varios de sus recomendados en buenos puestos. La misma exministra quedó de segunda, sólo por detrás del jefe natural del Uribe Centro Democrático.
Pacho no se metió mucho en la conformación de esas listas: su mejor carta quedó en el puesto noveno y fue José Obdulio Gaviria, a quien Londoño y Óscar Iván le pidieron la renuncia públicamente.
Pero esas listas fueron clave pues sus 100 candidatos a Senado y 159 a Cámara tuvieron derecho a voto en la convención del pasado fin de semana.
Dos días antes del primer día de la convención uribista, el comité político del que hace parte la exministra Guerra tomó decisiones que algunos interpretaron como desfavorecedoras para Pacho. Como por ejemplo que el comité regional del Urabá (en el que ocho de 10 miembros eran de Pacho) no podía asistir a la convención. Para la región del Urabá, Uribe había decidido tener un comité adicional al de Antioquia -para efectos de recolección de firmas y financiación- y se esperaba que también los tuvieran en cuenta en el cónclave del movimiento.
Ya en el primer día de encuentro uribista en Corferias en Bogotá, como narró La Silla, se presentaron varias quejas por supuestas irregularidades. Como que por ejemplo, el hijo de Pacho Santos, Gabriel, le aseguró a Uribe que había visto a la secretaria de Óscar Iván Zuluaga con un fajo de escarapelas en blanco. Aunque eso no necesariamente significa que estuviera cuadrando votos, pues no todos los invitados con credencial tenían derecho a sufragar.
Ante el ruido, la campaña de Pacho pidió aplazar la primera parte de la votación para el día siguiente, pero el comité de garantías (conformado por el expresidente Ecopetrol Isaac Yanovich, el exministro de Minas Hernán Martínez y el empresario Fabio Echeverri) y Uribe decidieron que era mejor comenzar enseguida. Por eso Uribe exigió por micrófonos que a la hora de votar se exigiera, aparte de la credencial, la cédula.
Ese día, a última hora y con el argumento de que allí votaran todos los que habían tenido problemas con su escarapela, se creó una mesa adicional a las 30 mesas de votación que estaban habilitadas. Aunque no hay indicios de que haya ocurrido nada particular con la votación en esta mesa, su improvisada creación generó aún más ambiente de incertidumbre frente a las quejas.
La campaña de Pacho pidió presencia de la Registraduría, pero esto nunca se concretó y tampoco su último intento desesperado por salvarse al pedir que -como había “sugerido” Uribe en el comunicado- los uribistas votaran si querían una consulta como mecanismo.
Tampoco se informó públicamente la cantidad de votos para cada precandidato (por micrófonos Fabio Echeverri sólo dijo que había ganado Zuluaga con el 56 por ciento de los apoyos), aunque el en UCD dicen que así se había pactado con los tres aspirantes.
Al final a uno de los que se vio celebrar el triunfo de Zuluaga en la tarima fue al excongresista Joselito Guerra de la Espriella, quien es hermano de la exministra Guerra y estuvo condenado por el proceso 8.000 (aunque luego fue favorecido con un fallo de la ONU que, según nota de prensa de Caracol, aseguró que a Guerra no se le respetaron sus garantías en ese proceso).
Durante la convención, Joselito Guerra tuvo acceso privilegiado al salón especial que tenía detrás de la tarima el expresidente Uribe. Allí estuvo sentado departiendo con Fernando Londoño. El asunto volvió a generar suspicacias pues, que se sepa, Guerra no es directivo del UCD.
Alejandro Arbeláez, el presidente del UCD, le dijo a La Silla que absolutamente todas las reglas de la convención fueron pactadas y aceptadas por los tres candidatos y que cree que el Partido de La U quiere generar un manto de duda sobre el evento.
Sobre María del Rosario Guerra, afirmó que se trata de una persona que le aporta mucho al movimiento y que en la conformación de las listas hubo muchas más manos. Eso es cierto pues en el comité político del UCD para efectos de las listas también estuvieron Andrés Felipe Arias, Fabio Valencia, Fernando Londoño, Bernardo Moreno y Nancy Patricia Gutiérrez.
Y sobre Joselito Guerra explicó de manera corta que se trata de alguien “cercano al presidente Uribe”.
Arbeláez agregó que si se presentaron algunos inconvenientes logísticos con el tema de las escarapelas fue porque llegó el doble de personas esperadas a la convención y que, en cualquier caso, las tres campañas tuvieron delegados en todas las mesas, se usó tinta indeleble para evitar cualquier irregularidad y se exigieron las cédulas de los votantes.
Ahora, con candidato listo para las presidenciales, el Uribe Centro Democrático se concentrará en la recolección de firmas para inscribir sus listas a Congreso y en definir su logo, en el que quieren que esté el rostro del expresidente.
Retos en los que aún no es claro si los acompañará un dolido Pacho Santos.