Esta campaña tiene la particularidad que los cuatro candidatos más opcionados ya gobernaron en el pasado. Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández fueron alcaldes durante cuatro años, un tiempo suficiente para demostrar su talante como gobernantes, su estilo de gerencia, sus debilidades y fortalezas. En esta serie, La Silla Vacía los compara con base en la extensa reportería que hizo para el libro de perfiles “Los Presidenciables”, que acaba de salir en venta en librerías.
Así gobernó Federico Gutiérrez Medellín

Así fue Federico Gutiérrez como Alcalde:
Periodo: 2016-2019
Contexto: Gutiérrez llegó a la Alcaldía con 41 años, tras haber sido un concejal exitoso que hizo campaña de la mano de Sergio Fajardo y luego le hizo oposición. Ganó la Alcaldía por firmas tras enfrentarse al candidato del Centro Democrático, Juan Carlos Vélez. Antes de la campaña, Álvaro Uribe —quien lo había apoyado cuatro años antes en su primer intento fallido de llegar a la Alcaldía con el aval de la U— le propuso competir con los demás precandidatos por el aval, pero Gutiérrez se negó y prefirió ir solo. Contra todos los pronósticos, le ganó al candidato uribista por un márgen del 1 por ciento, con 246 mil votos.
Lo impulsó la bandera de la política sin partidos que ya habían usado antes Sergio Fajardo y Alonso Salazar. Gutiérrez llegó como un político con experiencia en varias campañas: fue dos veces concejal y una candidato a la alcaldía. Estuvo cerca del Partido de La U, del fajardismo, y del uribismo, pero no se dejó marcar por ninguno de estos sectores.
Con quién gobernó: con un círculo cerrado y pequeño de amigos sin mucha trayectoria política, con un perfil técnico y a los que les tiene mucha confianza, como el secretario de Hacienda Orlando Uribe. Hubo algunas excepciones de secretarios que sí venían de la política. Una de ellas fue su secretario de Seguridad, Gustavo Villegas, que venía de liderar la cuestionada desmovilización de los paramilitares en la ciudad, y que luego salió de la Secretaría por un escándalo judicial (ver más abajo el episodio más polémico). Otras figuras cercanas a la política en su gabinete fueron el liberal Eugenio Prieto, a quien nombró en la dirección del Área Metropolitana; y Óscar Hoyos, hermano del congresista de La U Ómar Hoyos, como secretario de Medio Ambiente.
Bandera central: la seguridad, basada en mediáticas capturas de cabecillas de organizaciones criminales. También, el acceso a la educación para niños y jóvenes, a través de la ampliación de programas sociales y becas para programas de educación superior. Su bandera se puede resumir en que a ‘los malos hay que castigarlos y a los buenos cuidarlos’.
Talante: El rasgo que más destacan de Gutiérrez las múltiples fuentes con las que hablamos fue su preocupación por los temas de imagen y comunicación, con un énfasis en posicionar su figura en los medios. Lo hizo a través del canal público Telemedellín, donde creó un programa protagonizado por él, llamado “Federico cuenta con vos”, pero también a partir de escoger coyunturas mediáticas. La figura que proyectaba allí era la de un hombre relajado, cercano, que saludaba a la gente en la calle y perseguía y regañaba a los que se portaban mal.
Demostró una habilidad grande para conectarse con la gente, estando presencialmente en los lugares, yendo a los barrios, participando en los operativos de captura. “Así como es un buen político en campaña, como gobernante siguió siendo un político en campaña”, dijo alguien que siguió de cerca su gobierno.
Gutiérrez se volvió visible por varios regaños que hizo en público, en especial a celebridades que vinculaban a Medellín con los carteles del narcotráfico, como el rapero estadounidense Wiz Khalifa, a quien le dijo “sinvergüenza” por llevarle flores a la tumba de Pablo Escobar.
Aprovechando sus dotes de comunicador, lideró una campaña llamada ‘Medellín abraza su historia’, que buscaba replantear la historia violenta de la ciudad condenando a los narcotraficantes y exaltando a héroes como miembros de la Policía. El acto más visible fue la demolición del edificio Mónaco, la mansión del narcotraficante Pablo Escobar en El Poblado. Fue un acto simbólico que materializó la idea de Gutiérrez de un triunfo moral del bien sobre el mal.
Personas que trabajaron con él dicen que es una persona trabajadora, llena de energía y optimismo, que trabaja orientado a buscar soluciones y no culpables. Eso lo demostró en su manejo de la crisis de Hidroituango en 2018, cuando puso el énfasis en el esfuerzo de los que trabajaban para solucionar la crisis y en pedirle apoyo a la opinión pública para ese fin.
Ante las polémicas de su alcaldía, Gutiérrez demostró ser una persona a la que le cuesta disculparse. Su estrategia ante las más graves fue siempre guardar silencio y tratar de poner otro tema en la agenda.
Cómo gerencia: Gutiérrez fue el rostro de su administración, la persona que estaba en la calle “poniendo la cara”, y delegó muchas de las tareas del día a día a su equipo, con el que tenía mucha confianza. Para los asuntos internos, las relaciones políticas, la elección de los contratistas, y el seguimiento al cumplimiento de las metas, fue clave la figura del secretario de Gobierno Santiago Gómez.
Nueve personas de su equipo o que lo vieron en acción coinciden en que aunque tenía claridad sobre qué quería hacer en unos temas claves como el de seguridad, no tenía mucho manejo técnico de los temas —la superficialidad en su comprensión de asuntos complejos es una constante que resaltan—. Tampoco tenía una visión propia para la ciudad, más allá de que le fuera bien, lo que hizo que le apostara en gran medida a continuar el modelo que venía de atrás, de colaboración universidad, empresa y Estado. Que igual funcionaba.
En todo caso, varias fuentes le confirmaron a La Silla que Gutiérrez no es una persona arrogante y se asesoraba y seguía las recomendaciones que le hacían.
Hacia afuera, Gutiérrez posicionó su figura en medios a través de una estrategia de pauta que, en los primeros dos años, fue la mayor de los alcaldes de las capitales, el doble de la de Alejandro Char en Barranquilla, y 30 por ciento más alta que la de Enrique Peñalosa en Bogotá, pese a que la capital tiene un presupuesto cinco veces mayor que el de Medellín.
La mayoría de ese gasto, según la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), estuvo destinado más a exaltarse a sí mismo que a promover los programas de su administración. En su último año de gobierno, Gutiérrez multiplicó la pauta en medios como El Colombiano y Semana, donde luego tuvo espacio como opinador tras dejar la alcaldía.
El estratega de redes de Gutiérrez, Mateo Gómez Vahos, coordinó la creación de cerca de 200 perfiles falsos en Twitter, que fueron usados para promover las campañas en redes sociales del Centro Democrático y atacar a rivales de Gutiérrez, como la concejal Luz María Múnera y el candidato Gustavo Petro. Nunca se comprobó que Fico hubiera estado involucrado en esta estrategia. Sin embargo, integró a Gómez Vahos ahora a su equipo de campaña.
Otra característica de su estilo de gerencia fue que se fijó metas claras en áreas como educación y movilidad. Los resultados en algunos de esos campos, sumados a su buena relación con el establecimiento paisa y al énfasis que hizo en su propia figura, le permitieron terminar la alcaldía con una popularidad del 84 por ciento.
Su relación con otros poderes: Gutiérrez tuvo una relación muy cercana con el empresariado paisa y gobernó sin mayores contratiempos en el Concejo, donde siempre mantuvo una coalición mayoritaria y solo una opositora declarada: la concejal del Polo Democrático Luz María Múnera. Con la prensa también tuvo buena relación, ambientada por su gasto en publicidad y por su entendimiento con el establecimiento paisa.
También tuvo una relación fluida con los dos presidentes con los que coincidió en su periodo: Juan Manuel Santos e Iván Duque. Con el primero tuvo un vínculo más institucional. Gutiérrez tuvo muchas reservas frente al Acuerdo de Paz con las Farc. Según miembros de su equipo, votó Sí en el plebiscito de 2016 ante la presión, pero no se comprometió haciendo campaña activamente ni respaldando el acuerdo después de la derrota del Sí. Con Duque, en cambio, Gutiérrez fue un aliado cercano e incluso sonó como ministro luego de dejar la Alcaldía, aunque él lo rechazó.
Con el poder que más tuvo problemas fue con el judicial. En su afán de obtener resultados en seguridad llegó a presionar a los jueces, a los que les pidió “remar para el mismo lado” y no liberar a los criminales capturados. Esta actitud lo llevó a episodios polémicos como el de abril de 2019, cuando Gutiérrez publicitó la captura de un hombre que supuestamente era alias ‘Gago’, responsable de la muerte de tres jóvenes, cuando en realidad se trataba de la persona equivocada (como reconoció cuatro meses después la Fiscalía) y por cuenta de la acusación pública de Gutiérrez esta persona fue despedida de su trabajo y amenazada. Gutiérrez no lo volvió a mencionar ni se disculpó.
Sus principales logros: entre los logros de Gutiérrez estuvieron los resultados en atención de niños y jóvenes. A través de su programa ‘En el colegio contamos con vos’ consiguió, según cifras de su administración, que 7.600 niños volvieran al colegio entre 2016 y 2019. La tasa de deserción disminuyó levemente en el periodo de Gutiérrez: 9.030 estudiantes desertaron, para una tasa de 2,9 por ciento, 0,3 por ciento menos que en 2016.
También cerró su gestión con una mayor tasa de cobertura en educación de primera infancia, que pasó de 72 por ciento a 83,5 por ciento. (Aunque las tasas en otros grados bajaron).
El programa Buen Comienzo, encargado de atención a la primera infancia, aumentó su cobertura: pasó de 69,2 por ciento a 81,8 por ciento en 2019, la cifra más alta en los 15 años de existencia de ese programa.
Gutiérrez también se puso como meta dar 10 mil becas para programas tecnológicos a través de la Alcaldía y lo cumplió. Entregó 14 mil becas para cursar programas tecnológicos en las instituciones de educación aliadas del municipio, como el ITM y el Pascual Bravo.
Otro frente en el que cerró con buenos resultados fue el empresarial. En su programa de Gobierno, Gutiérrez se planteó dar 80 mil microcréditos para crear empresas. Al final de su gobierno, a través del Banco de las Oportunidades, una entidad pública, entregó 119.261 créditos a personas de estratos 1 al 3 para invertir en sus negocios.
En su principal bandera, la seguridad, aplicó su estilo proactivo: constantemente estaba en la calle acompañando operativos de la Policía y hacía grandes ruedas de prensa para exponer a los cabecillas de los grupos criminales que eran capturados.
Sin embargo, su énfasis en la seguridad no evitó el aumento de homicidios. Gutiérrez propuso en su programa de gobierno bajar la tasa de homicidios de 20,1 a 15 por cada cien mil habitantes. Lejos de bajar, esta tasa aumentó durante su mandato y subió hasta 23,8 en 2019. Entre 2016 y 2018 aumentaron los homicidios año a año, con una leve reducción en 2019. Fico argumenta que el pico de homicidios se debió a las guerras internas que desataron sus políticas de captura de cabecillas de bandas y que cuando dejó la alcaldía había una tendencia a la reducción. La tasa (y la cantidad de homicidios) bajaron en los siguientes dos años, bajo la administración de Daniel Quintero.
El episodio más polémico: la captura de su exsecretario de Seguridad, Gustavo Villegas. En julio de 2017, Villegas fue detenido, acusado de favorecer con información a bandas criminales y de una alianza con la Oficina de Envigado. La captura fue un golpe duro para la administración de Gutiérrez, ya que cuestionaba su principal bandera, pues según la acusación de la Fiscalía Villegas se reunía con capos de la Oficina para coordinar capturas que luego eran presentadas como logros por la Alcaldía; el ente acusador también dijo que el exsecretario estaba ayudando a redactar un proyecto de ley para el sometimiento de las bandas criminales.
Sin embargo, Villegas llegó a un preacuerdo con la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez en el que aceptó los delitos de abuso de función pública y abuso de autoridad por reunirse con integrantes de la Oficina de Envigado para intentar evitar una extorsión a una empresa de alimentos de su familia. Sin embargo, desde Bogotá desautorizaron el preacuerdo alcanzado por el fiscal del caso, porque cambió el delito de concierto delinquir por dos delitos mucho menores. Por eso, unas semanas después, pidieron la nulidad del preacuerdo y luego apelaron la primera sentencia. Pero finalmente el juez mantuvo la condena solo por los primeros delitos, porque consideró que la Fiscalía no estaba autorizada para apelar.
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