Después de hablar con las Secretarías de Salud de estos tres departamentos, identificamos tres factores que favorecieron la vacunación de municipios rurales y dispersos por encima de las ciudades:
- Menor dispersión y mejor acceso: Llegar a las zonas más alejadas toma, como máximo, seis u ocho horas. En Atlántico ni siquiera hay municipios rurales dispersos, según la clasificación del DNP. Además, el transporte es mayoritariamente terrestre, y los tres entes territoriales consideran que las vías son relativamente buenas. Aunque en el caso del Valle mencionan problemas de acceso en ciertas zonas por temas de seguridad.
Al ser menos dispersos, los municipios rurales resultan incluso más fáciles de cubrir que las ciudades, por ser más pequeños. Y con la unificación de etapas, que se generalizó en el país desde agosto, ha sido aún más fácil conseguir mayores coberturas. El Valle, que empezó a realizar pilotos de esta estrategia entre mayo y junio, señala que es lo que más les ha permitido avanzar en la vacunación rural.- Estrategias de intensificación y búsqueda casa a casa: Los tres departamentos han implementado estrategias muy similares para cubrir las zonas más rurales y dispersas. En Atlántico y Valle, llevan a cabo jornadas masivas de intensificación con acompañamiento de los equipos de la Secretaría departamental, en las que aumentan los puntos de vacunación durante unos días y hacen barridos casa a casa. “Casi que invadimos el corregimiento haciendo búsqueda activa”, dice Alma Solano, secretaria de Salud de Atlántico.
En Santander, hicieron esfuerzos para que los municipios aumentaran sus equipos vacunadores y pudieran salir a recorrer las poblaciones dispersas. También hacen barridos casa a casa, y además jornadas de microconcentración, donde identifican los lugares más poblados para que los habitantes de las zonas aledañas se concentren ahí para vacunarse. Incluso hubo municipios que organizaron transporte en buses para que las personas pudieran llegar hasta la cabecera.
- Más confianza en la vacunación: Todas las Secretarías destacaron que entre la población de municipios rurales ha habido menos rechazo a la vacunación. En el Valle lo asocian al trabajo cercano que ha habido históricamente entre el personal de salud y las poblaciones rurales del departamento, que hace que esta población sea mucho más adherente a todos los programas de salud que aquella de las ciudades.
En Santander también señalan que la población rural confía más en las intervenciones de salud —aunque han encontrado resistencia por parte de las comunidades indígenas—, y en Atlántico lo atribuyen a que la desinformación de las redes sociales tiene un menor impacto en el campo. En los tres casos manifiestan que el rechazo a la vacunación en las ciudades es mucho más marcado.
Todos los departamentos que consultamos, tanto los que van bien en los municipios rurales como los que van colgados, manifestaron que las vacunas de Janssen, por ser de una sola dosis, son una ayuda muy importante para cubrir a la población rural y dispersa.
En efecto, revisamos los municipios que recibieron Janssen en junio y julio (los únicos lotes que habían llegado al país hasta antes de esta semana) y encontramos que, aunque hay cierta variabilidad, en promedio su cobertura está en 32,18 por ciento —dos puntos por encima de la cobertura nacional. También tienden a estar 3,7 puntos por encima de la cobertura de sus respectivos departamentos.
Y aunque en dos Secretarías nos dijeron que las dosis de Janssen que han recibido hasta ahora son muy pocas para aportar significativamente a las coberturas, el fin de semana llegaron al país 2,8 millones de dosis de esta farmacéutica que ya empezaron a distribuirse entre los territorios. Previo a estos lotes, los municipios a los que se habían asignado vacunas de Janssen habían recibido suficientes dosis para cubrir, en promedio, al 17 por ciento de su población.
Para octubre, se espera que la vacunación rural coja un nuevo impulso con las nuevas dosis de Janssen y con el problema de escasez general de vacunas solucionado. Quizás esto permita disminuir la brecha de cobertura entre la población rural y urbana. Pero aún quedan por delante muchos viajes en mula, en chalupa y a pie con las vacunas al hombro para que la ruralidad colombiana quede inmunizada.