A menos de un año de que el país vaya a las urnas para elegir presidente, el uribismo tiene por delante un panorama político poco alentador. En ese contexto, está resurgiendo de las cenizas de su derrota en 2014 Óscar Iván Zuluaga. El político de Pensilvania (Caldas), exministro de Hacienda de Álvaro Uribe y candidato presidencial derrotado por Juan Manuel Santos.  

A menos de un año de que el país vaya a las urnas para elegir presidente, el uribismo tiene por delante un panorama político poco alentador. En ese contexto, está resurgiendo de las cenizas de su derrota en 2014 Óscar Iván Zuluaga. El político de Pensilvania (Caldas), exministro de Hacienda de Álvaro Uribe y candidato presidencial derrotado por Juan Manuel Santos.  

Lo hace cuando Iván Duque enfrenta una crisis social y política con pocos precedentes. El talante y competencia del actual presidente, del Centro Democrático, han sido duramente cuestionados, con críticas que provienen en ocasiones del mismo expresidente Álvaro Uribe.

Un paro que alentó el mismo Gobierno con su reforma tributaria y que mostró que el destino de Duque repica directamente en el del uribismo. En la entrega de la pasada Gallup Poll, Duque llegó a su punto de popularidad más bajo y, al mismo tiempo, Uribe obtuvo el índice de desfavorabilidad más alto desde que aparece en la medición.

Ese lastre pesa sobre las opciones políticas del Centro Democrático de conservar el poder. Y pesa aún más porque el uribismo perdió a su candidato más fuerte, Carlos Holmes Trujillo, por el covid.

En la baraja quedan posibles candidatos que no han despegado, según la percepción de varios directivos del partido. Por eso, la reaparición de Zuluaga, quien volvió al ruedo lanzando propuestas sobre cómo conjurar la crisis, es vista por un sector del partido como la opción más fuerte del uribismo en la contienda para 2022.

Que su aspiración se concrete depende de que la Fiscalía tome decisiones definitivas sobre el caso del hacker Andrés Sepúlveda y de la presunta entrada irregular de plata de Odebrecht a su campaña presidencial de 2014.

Pero si da el paso, algo que internamente se da por descontado, su figura le ayuda al uribismo a tener una ficha con experiencia electoral y con trayectoria en el Ejecutivo. También muestra que, además de un presidente impopular, el uribismo no tiene un candidato fresco con credenciales fuertes. Como le dijo una persona cercana a Zuluaga a La Silla: “El tema no fue ni siquiera ‘salga, aquí hay una oportunidad’, sino: ‘estamos sin nadie, salga’”.

La reaparición

Óscar Iván Zuluaga reapareció en el mapa político del país a pocos días del inicio del paro nacional. Desde entonces no ha dejado de figurar. Primero lo hizo con una carta abierta dirigida al presidente Iván Duque en la que le hizo varias propuestas para enfrentar la crisis que hasta ahora iniciaba.

Entre otras, le pidió que conformara “un gabinete de unidad nacional”, que generara programas de empleo para un millón de personas a través de la financiación de pequeñas obras y que hiciera una tributaria concertada que mantuviera programas sociales para las familias más afectadas por la pandemia.

Cinco días después, publicó un video en el que le propuso al Gobierno que canjeara 20 millones de vacunas con Estados Unidos para aumentar la disponiblidad en el país y acelerar el proceso de inmunización.

Luego, apareció en la reunión que Duque tuvo con los precandidatos presidenciales de la derecha en el marco de la conversación 2.0, encuentros que inicialmente arrancó con todo el establecimiento del país y que luego llevó a las regiones.

Más adelante, fue uno de los ponentes invitados en los foros que realizaron las comisiones económicas de Cámara y Senado, para formular una nueva tributaria. Allí le pidió a los congresistas que se bajaran el sueldo.

Y la más reciente salida fue la semana pasada cuando después de una visita a Cali, ciudad que ha sido el epicentro de varios de los hechos más violentos en el paro, puso a rodar un video en el que propuso la generación de 40 mil empleos para jóvenes en Cali y Buenaventura.

La gran mayoría de esas apariciones han sido precedidas por rondas de medios en las que ha tenido el micrófono abierto para ahondar en detalles sobre sus propuestas y su visión del país. Sin embargo, en todas también ha dicho que su aparición no tiene que ver con una aspiración para 2022. 

Su versión oficial, que se la repitió a La Silla, es que todo lo que está haciendo es en calidad de “ciudadano preocupado”: “Yo le he dedicado mi vida al país y sentí una necesidad de salir a hacer propuestas y de plantear soluciones en medio de una crisis sin precedentes”.

Sin embargo, Zuluaga también le dijo a La Silla que “llegará el momento de tomar decisiones y evaluar los escenarios políticos”, algo que muestra que su figuración no está tan apartada de lo electoral.

El cálculo

Según lo que le contaron a La Silla cuatro fuentes cercanas a su círculo, Zuluaga tomó la decisión de empezar a mostrarse sin hablar de una candidatura para evitar ser asociado con oportunismo político en medio de la crisis del país. Todas las personas pidieron no ser identificadas para dar detalles de las deliberaciones internas. 

“Es un contrasentido, porque los políticos son para buscar soluciones. Pero la crisis es en muchos sentidos un reflejo de que la gente está cansada de la política y aportar sin tener un marco electoral es mucho mejor en este contexto”, le dijo a La Silla un político regional que ha hecho carrera al lado de Zuluaga. 

Esa fuente y otras tres le dijeron a La Silla que la iniciativa de mostrarse por ahora no está ligada a una conversación interna en el Centro Democrático o con el expresidente Álvaro Uribe.

“No tenemos plan, esto ha sido más la iniciativa de los amigos de él diciéndole que salga al ruedo”, aseguró otra de esas fuentes. “Es una iniciativa motu propio de Óscar Iván”. 

Además, una fuente del primer círculo de Zuluaga nos aseguró: “Él se está mostrando, quiere generar recordación”.

El escenario jugó a favor de Zuluaga porque justamente la crisis estalló por el lado económico, en el que él tiene experiencia, y porque el vacío que dejó el fallecimiento de Carlos Holmes dentro de la baraja de precandidatos no lo han podido llenar.

Zuluaga tiene a su favor que ya fue precandidato presidencial, que en 2014 ganó la primera vuelta y que la segunda la perdió con casi 7 millones de votos, que es una cara conocida en el país, y que dentro del Centro Democrático su nombre genera más simpatías que antipatías dentro de las alas moderada y radical del uribismo.

“En el partido obviamente hay personas interesadas en participar. Pero a mí me parece que él tiene una inmensa ascendencia en el partido no solo en la base parlamentaria, sino en la base popular del partido, porque con él construimos el partido”, le dijo a La Silla José Félix Lafaurie, directivo del uribismo.

Otro directivo aseguró: “conversando con las regiones y con las bases, se lo digo directamente, las demás candidaturas tienen poca llegada. Ahí quien tiene capacidad de convocatoria amplia en el partido es Óscar Iván”.

Por todas esas razones, todas las fuentes con las que hablamos dan como un hecho una precandidatura de Zuluaga. “Algo muy extremo tendría que pasar para que decidiera no hacerlo”, fue como lo resumió un congresista de la línea de Zuluaga que pidió no ser identificado para no generar roces.

En estos momentos la baraja de presidenciables incluye a Paloma Valencia, Paola Holguín, Rafael Nieto, Carlos Mejía y a Tomás Uribe. Pero sobre la mayoría de esos nombres no está claro el panorama.

Paola Holguín está recorriendo el país, pero la percepción interna es que está más enfocada en la Alcaldía de Medellín o en la Gobernación de Antioquia para 2023; Paloma Valencia aún no ha anunciado si concretará su aspiración; Tomás Uribe se mantiene en que no quiere ser candidato presidencial; y Carlos Mejía no es un congresista muy visible fuera de Caldas y en 2018 solo obtuvo 28 mil votos.

Sobre Rafael Nieto, le dijeron a La Silla tres fuentes, la sensación es que su aspiración no ha despegado hacia afuera del partido, pese a que es quien lleva más tiempo con su precandidatura definida. Además, hay dudas sobre las posibilidades que tiene de aglutinar a todo el uribismo, pues sus simpatías están principalmente en el ala más radical.

A esa incertidumbre sobre el alcance de los nombres se suma que dentro del uribismo no se ha hablado concretamente del plan para 2022.

Como contamos, la línea está enfocada en tender puentes entre todas las vertientes de la derecha y la centro derecha para buscar una consulta para marzo de 2022. Pero, con el paro, el proceso perdió dinámica y está en una suerte de paréntesis.

Uribe ha estado enfocado en contener los efectos del estallido social moviéndose en un delicado equilibrismo entre Duque y el partido

Además de sus propuestas, las salidas de Zuluaga han estado en la misma línea del uribismo de rodear la institucionalidad, defender la Fuerza Pública y rechazar bloqueos y vandalismo en medio de las marchas, pero ningún precandidato ha logrado la misma visibilidad que él desde que decidió empezar a figurar. 

Sin embargo, que se concrete su aspiración depende, por ahora, de lo que se resuelva judicialmente sobre su campaña de 2014.

Los lastres

Zuluaga desapareció del escenario político a finales de 2017, luego de que el expresidente Álvaro Uribe anunciara en un comunicado de un párrafo que su nombre no haría parte del mecanismo de selección del candidato presidencial del partido para 2018.

La decisión estuvo basada en que su campaña presidencial en 2014 estaba salpicada por el escándalo por la presunta entrada ilegal de dineros de la corrupta multinacional brasilera Odebrecht. 

Para ese entonces, el Consejo Nacional Electoral ya había archivado la investigación por esos hechos tras concluir que no existían “pruebas contundentes” de esas acusaciones; pero el entonces fiscal General, Néstor Humberto Martínez, dijo que su entidad tenía pruebas que le permitían concluir “certeramente” que sí habían entrado dineros irregularmente a esa campaña.

La investigación de Odebrecht no recae directamente contra Zuluaga, sino contra su hijo David, quien fue el representante legal de la campaña. 

Zuluaga hijo también es indagado por el escándalo del hacker Andrés Sepúlveda, quien fue condenado por chuzar al equipo negociador del gobierno Santos en La Habana en medio de los diálogos con las Farc. Óscar Iván fue absuelto por ese caso.

Las dos investigaciones abiertas contra David Zuluaga son la principal talanquera para que Óscar Iván anuncie formalmente su decisión de buscar la Presidencia en 2022; sin embargo, la versión que nos dieron dos de las fuentes con las que hablamos es que Zuluaga cree que pronto cerrarán a su favor.

“Óscar Iván estaría quieto si no sabe que las cosas van por buen camino. Él no se va exponer innecesariamente”, nos aseguró una de esas fuentes, pero no nos dio detalles de por qué habría definiciones favorables para Zuluaga, y Zuluaga solo nos dijo que están esperando definiciones.

Aun si eso no se concreta, Zuluaga tiene a su favor que en el último año ha habido noticias, que aún con esos procesos abiertos contra su hijo, le han abierto el camino.

En marzo de este año el hacker Sepúlveda, quien recobró su libertad tras haber cumplido la mayor parte de su condena de 10 años por las chuzadas al Proceso de Paz con las Farc, aseguró que las declaraciones que hizo durante su proceso judicial fueron producto de “intimidaciones, presiones, amenazas” de la Fiscalía y anticipó que “estaba dispuesto a contar la verdad”.

Justamente, el 28 de junio está citado para rendir declaración juramentada y contar su versión sobre las presuntas intimidaciones de las que habría sido víctima. Hasta ahora, Sepúlveda ha dicho que el expresidente Uribe no tuvo que ver en los hechos por los que fue condenado, y hay expectativa sobre si cambiará su versión en cuanto a David Zuluaga.

La segunda tiene que ver con las declaraciones del condenado exsenador Bernardo “el Ñoño” Elías en medio del juicio al exdirector de la Agencia Nacional de Infraestructura, Luis Fernando Andrade, por el escándalo de Odebrecht.

Como contamos, el “Ñoño” aseguró que, tras perder la primera vuelta en 2014, el expresidente de Odebrecht, Eleuberto Martorelli, le contó que se reunió con el entonces presidente Juan Manuel Santos, sus jefes de campaña y su gerente de campaña Roberto Prieto. En esa reunión, según el “Ñoño”, directivos de la multinacional se comprometieron a  “reforzar” la segunda vuelta metiendo más plata.

Ese segundo hecho no impacta el proceso paralelo contra la campaña de Óscar Iván Zuluaga de 2014 por Odebrecht, pero sí ayudó a alimentar la versión del uribismo de que en las elecciones perdieron la Presidencia porque hubo fraude.

Desde entonces senadores como Paloma Valencia, María Fernanda Cabal o Santiago Valencia han salido a decir que al uribismo le “robaron” las elecciones en 2014. 

Cabal y Valencia incluso pidieron que se volviera a considerar el nombre de Zuluaga como candidato presidencial para 2022. 

En todo caso, según la última Gallup, Zuluaga, tiene una imagen desfavorable del 43 por ciento. Ese margen se mantuvo constante aún después de que se conocieran la mayoría de las propuestas que ha lanzado para contener el paro nacional.

Como hemos contado, el uribismo está jugando con la posibilidad de cosechar las consecuencias del alargue del paro en todo el país.

“El paro y los bloqueos también han robustecido las opciones más de derecha. Si antes el partido necesitó del más moderado de sus exponentes que fue Duque, hoy en día necesita el más definido de sus voceros”, le dijo a La Silla un directivo del uribismo que habló bajo la condición de que le reserváramos la identidad.

Así que falta ver si la reaparición de Zuluaga, aun con todos los lastres que carga, se vuelve la carta principal del uribismo. Y apunta a que, por ahora, en el partido de Uribe los vientos de renovación soplaron y pasaron con la figura de Iván Duque.

Soy coordinadora de la Unidad Investigativa. Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga. Antes fui editora de La Silla Santandereana, donde cubrí poder en los dos santanderes y Arauca. Previo a La Silla, fue periodista de política y de la Unidad Investigativa...