Los grupos de WhatsApp y de Facebook que cimentaron su estructura política, a falta de un equipo de campaña tradicional, fue uno de los sellos de su candidatura.
Hernández logró movilizar a un sector de opinión y a una parte del voto de derecha a partir de una estrategia multinivel, que mostró, como ya había sucedido con el plebiscito, que hay un sector conservador del país que es susceptible a las campañas de bajo costo, apartadas de los grandes medios, y que se galvanizan con redes sociales. Pero no le alcanzó.
No logró sumar a todo el antipetrismo
La expectativa con la que arrancó la segunda vuelta estaba dada en si Hernández lograba sumar todos los votos de Gutiérrez, quien una vez aceptó su derrota le manifestó respaldo a su aspiración. Esa suma era de 10,9 millones de votos.
Al cierre del preconteo, Hernández alcanzó 10,6 millones de votos, es decir, 300 mil votos menos. O perdió votantes de “Fico” o incluso de los suyos en primera vuelta. Además, no ganó muchos de los votos nuevos que se movilizaron en una segunda vuelta en la que subió la participación.
“Hernández recogió los votos que podía recoger sin campaña, sin estructura, sin recorrido, sin bancada, sin plan de gobierno, sin equipo”, agregó el estratega Suárez.
Todas esas fueron decisiones, apegadas al talante de Rodolfo, que tomó la campaña.
Sin esa estructura, porque mantuvo a los políticos a raya. Más allá de tener cómo haber llegado a ellos, o incluso a otros sectores, como empresarios, se demoró o les cerró las puertas. Solo hasta la última semana estuvo a una reunión, y en vez de recaudar fondos, les puso a pagar el desayuno.
A pesar de ser millonario, Hernández tampoco hizo grandes inversiones en publicidad. Pagó pauta en redes sociales para la segunda vuelta solo hasta la última semana. Según los datos de Meta, la empresa dueña de Facebook e Instagram, en los últimos 7 días se gastó 39 millones de pesos, mientras Petro invirtió 426 millones de pesos. La proporción de gasto en redes en la recta final fue la misma que en la de toda la campaña, es decir, 10 a 1.
La manera en la que la campaña de Hernández distribuyó los 189 anuncios que pagaron a una semana de la segunda vuelta mostró que su atención estaba centrada en Bogotá, Antioquia, Atlántico, Valle y Nariño.
En todos esas regiones tuvo un aumento importante, pero en todas estuvo por debajo de la suma de votos de “Fico” en alrededor de tres puntos. Es decir, no capturó la totalidad de la votación que por defecto había llegado a su aspiración.
Además, si se miran todos los votos que hubiera podido recoger Hernández, más allá de los de Gutiérrez, es decir, contando los del centro, los de partidos cristianos, y la ultraderecha de Enrique Gómez, su aspiración se quedó corta.
Al fajardismo, en particular, le cerró la puerta al truncar la alianza con Sergio Fajardo, quien al final llamó a votar en blanco.
Encima, hubo rodolfistas de primera vuelta que se desencantaron en la segunda, por varias de las críticas que enfrentó durante ese tramo de la campaña.
“Lo de Rodolfo era una ola que no se mantuvo, se desinfló sola”, aseguró el analista Sergio Guzmán.
El carácter que lo catapultó en primera vuelta, le jugó en contra en segunda.
El boomerang de su talante
El mayor capital político de Rodolfo Hernández en primera vuelta fue él mismo. Su estratega Ángel Beccassino, su jefe de prensa Luisa Olejua, su director político Óscar Jahir Hernández, y sus antiguos estrategas Hugo Vásquez y Guillermo Meque, coincidieron en varias entrevistas diciendo que el éxito detrás de su campaña era el carisma de Rodolfo Hernández.
“Lo que funciona no se cambia”, uno de sus lemas de vida, hicieron que Rodolfo Hernández replicara el ejercicio de campaña basado en largas transmisiones de Facebook y críticas frenteras y hasta groseras contra personajes de la clase política tradicional.
Así, su aparición en el plano nacional se centró en mostrar su lado más agradable y cercano: el de un “viejito” que podía montarse a las tendencias de Tik Tok como cualquier joven, y un millonario altruista que podía enfrentarse a la política tradicional. Tanto que incluso la cachetada al concejal, en vez de ser censurada por la opinión pública, le funcionó como trampolín.
Sin embargo, el escrutinio sobre su figura de la segunda vuelta generó que el desparpajo se le devolviera en efecto boomerang. Las declaraciones que lo hicieron viral, se devolvieron y lo pintaron bajo una luz negativa que no supo contrarrestar. Se viralizaron varias de sus declaraciones más polémicas que dejaron en evidencia que es machista (algo que capitaliza la campaña de Petro), desprecia a la prensa que lo critica y que la grosería con la que se expresa no respeta ni a la Virgen María, un estandarte moral que aún pesa electoralmente en Colombia.
Además, el escándalo de corrupción por el que está en juicio pasó a ser parte de la agenda mediática del país y quedó en evidencia que para defenderse mentía abiertamente sobre su situación jurídica.
Encima, dejó de dar entrevistas en Colombia, se mantuvo en la línea de no asistir a debates y prefirió hablar con medios internacionales.
“El hecho de que Rodolfo Hernández no diera la cara en estas tres semanas y se escondiera, no ayudó a la idea de un Presidente frentero sino de uno que se estaba escabullendo y eso le afectó”, dijo a La Silla el analista Guzmán
Esa percepción la compartieron internamente en grupos de WhatsApp rodolfistas.
“Es que la embarró Rodolfo con no ir a debates y correr para Estados Unidos”, escribió un usuario en uno de los grupos de Whatsapp rodolfistas anoche, tras la derrota.
Aunque la obsesión por ahorrar, el desparpajo, y las redes sociales no le alcanzaron como estrategia ni como bandera política, sí sientan un precedente sobre la manera en la que se puede hacer campaña para la Presidencia. Con un centavo más para el peso, con una apuesta más estructurada en medio de la falta de estructura, Rodolfo podría haber derrotado a un político que estaba en su tercer intento por llegar a la Casa de Nariño.