Ángel Villa es biólogo marino y trabaja con pescadores artesanales en Bahía Solano, Chocó, desde hace más de dos décadas. Cuenta que en jornadas de trabajo de seis horas en el mar pueden hacerse entre cero y 350 mil pesos, pero depende de la cantidad de peces que atrape cada pescador y además les implica un esfuerzo físico enorme. Es el trabajo del 91 por ciento de la población de los municipios de la costa Pacífica, según datos de la Autoridad Nacional de Pesca (Aunap).
Entre mayo y agosto, la temporada donde hay peces más grandes en el Pacífico, los pescadores de Bahía Solano pueden hacerse los mismos 350 mil pesos independientemente de si atrapan o no algún pez. Durante esos meses llegan a la costa Pacífica varios turistas (sobre todo extranjeros) a practicar pesca deportiva: van al mar, esperan por cuatro o cinco horas que algún pez atrape el anzuelo, lo sacan, se toman una foto y lo devuelven vivo al agua.
“La pesca es muy relativa porque es un tema de azar. Me puedo ganar unos 300 mil pesos, pero en la pesca deportiva voy fijo y sé que me van a pagar; con la pesca no siempre”, dice Villa.
La semana pasada la Corte Constitucional prohibió esa actividad con una sentencia que empezará a regir en un año. Está basada en una sentencia anterior que prohíbe el maltrato animal y reconoce que los animales sufren y sienten dolor. El principal argumento de la magistrada ponente, Diana Fajardo, férrea defensora de los derechos de los animales, fue el “principio de precaución” frente al sufrimiento de los peces.
“Aunque no es posible definir con certeza absoluta las consecuencias nocivas de la pesca deportiva, en términos de los principios de protección y bienestar animal, ni el impacto y deterioro de los recursos hidrobiológicos, pero sí existe información científica relevante que exige evitar impactos nocivos en estos seres y su entorno, debe preferirse la exclusión de la actividad”, dice el comunicado de la Corte.
La decisión generó todo un mar de reacciones de políticos y ambientalistas. Los primeros retomaron el argumento que usó la magistrada Cristina Pardo durante la discusión para deslegitimar decisiones recientes de ese mismo organismo. Ella dijo que no entendía cómo la Corte protegía más un pez que la vida de un feto, refiriéndose a la sentencia que despenalizó el aborto hasta la semana 24.
Los ambientalistas, por su parte, advirtieron que prohibir la pesca deportiva tiene impactos negativos en la conservación de ecosistemas y afecta a las comunidades más pobres. “¿Qué sigue entonces? Para mi es evitar que siga habiendo pesca en un país que es pesquero”, dice Nataly Castelblanco, doctora en Ecología y manejo de fauna acuática.
La pesca deportiva contribuye a la conservación
Bahía Solano es uno de los cinco lugares más atractivos del mundo para la pesca deportiva. Es estratégico porque hay peces en todas las épocas del año (aunque los meses claves son entre mayo y agosto) y porque en esa región se juntan varias corrientes de mar que atraen diversas especies. Las comunidades no solo cuidan que los peces regresen al mar para seguir creciendo hasta una nueva temporada, sino que han hecho de esos lugares ecosistemas casi intactos.
“Una de las grandes ventajas de la pesca deportiva es que la gente tiene que cuidar la casa, el ecosistema. Los turistas no solo van a pescar, sino que también quieren ver paisajes: no quieren ver un sitio lleno de plástico, sucio o contaminado”, dice Castelblanco, quien ha estudiado las especies vulnerables en los ríos y ha dedicado su vida a la conservación de los animales acuáticos.