Esta historia hace parte de la Sala de redacción ciudadana, un espacio en el que personas de La Silla Llena y los periodistas de La Silla Vacía trabajamos juntos.
Historia apoyada por:
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El ministro Diego Mesa explica cómo lidia el Gobierno con la tensión entre apostar a las energías renovables para reemplazar a los combustibles fósiles y al tiempo promover una mayor producción de petróleo y carbón. Entrevista.
Hace unos meses el Ministerio de Minas y Energía puso paneles solares en su edificio. Quería dar ejemplo, reducir la huella de carbono y mostrar que va en serio con su meta de que el país tenga más plantas solares y de viento para generar electricidad, y use menos gasolina y diésel para el transporte. Es a lo que técnicamente se llama cambiar la matriz energética y el objetivo es reducir la emisión de gases con efecto invernadero, responsables por el calentamiento global.
Pero esta visión, que está tan en el corazón del Ministerio que en redes sociales y en su página web cambió la abreviación de Minminas a Minenergía, tiene retos particulares en un país que basa buena parte de su economía en extraer carbón y de petróleo.
Como dijo el exministro Tomás González en esta columna, esta transición plantea dilemas difíciles de abordar.
Pero alguien tiene que hacerlo y ese alguien es el ministro Diego Mesa.
Por eso le hicimos esta entrevista sobre cómo está lidiando con la tensión entre apostar a las energías renovables y al tiempo promover una mayor producción de petróleo y carbón. Esta es la reproducción de esa conversación, editada para facilitar su lectura.
La Silla Vacía: ¿Por qué el Gobierno decidió que la transición energética fuera una bandera y una meta estratégica para el país?
Diego Mesa: Hay varias razones; te voy a dar las tres principales.
Uno, Colombia tiene un potencial enorme en recursos renovables no convencionales -como el viento y el sol- que estaba prácticamente inexplotado cuando llegamos en agosto del 2018. En el norte, en particular en La Guajira, la radiación solar es un 60 por ciento mayor al promedio mundial, y el viento sopla a dos veces la velocidad promedio, pero Colombia solo tenía dos proyectos para aprovecharlos y no eran más del 0,5 o el 0,2 por ciento de la matriz.
Dos, el costo de las tecnologías para producir energía solar y eólica venía en caída vertiginosa.
Y tres, lo vimos como una gran oportunidad para los compromisos a nivel internacional en materia de lucha contra el cambio climático. A pesar de que no somos un gran emisor, sí somos muy vulnerables a los efectos del cambio climático.
Entonces decíamos: esta es una forma de complementar esa matriz que ha pasado por niveles de estrés muy fuertes, como el último fenómeno de El Niño entre 2015 y 2016.
La Silla Vacía: En esa línea, entiendo que la meta es ser un país de cero emisiones a 2050. ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué implicaciones tendría para la producción de petróleo, gas y carbón?
Diego Mesa: Te hago una precisión: no es un país de cero emisiones; es cero neto, neutral desde el punto de vista de emisiones de carbono. ¿Por qué es importante esa precisión? Porque inevitablemente vamos a tener actividades que emitirán CO2. El punto es poder compensarlas con captura de carbono o con una serie de actividades que mitiguen.
Como Ministerio tenemos que dar ejemplo. Instalamos paneles solares a principios de año, hicimos un estudio de la huella de carbono que emitimos -que es muy baja- y compramos bonos de carbono a un proyecto forestal en el Vichada que se llama El Viento para compensarlas. Así aseguramos que somos el primer ministerio de carbono neutral. No a 2050, hoy.
La Silla Vacía: Vale la precisión, pero le reitero la pregunta. ¿Qué implicaciones tiene la neutralidad para las plantas que funcionan hoy a gas, carbón y diesel? ¿Y para la producción de gas, carbón y gasolina?
Diego Mesa: Para las plantas térmicas pues necesariamente tienen que tener medidas de compensación y de mitigación.
Ahí si quiero ser muy claro, en este momento no estamos discutiendo el tema de tarifas de regalías.
La Silla Vacía: Es decir, ¿no tienen que cerrar en 2050?
Diego Mesa: No, y aquí aprovecho y doy un paso atrás. Nosotros tenemos en el sector un enfoque de portafolio, no nos ligamos a un tipo de tecnología. Así como le apostamos completamente a la energía renovable no convencional como parte de la transición, somos conscientes que tenemos unos potenciales importantes en otros recursos como los no renovables como el gas natural, los hidrocarburos y el carbón térmico. Entonces, las plantas térmicas tienen que tener medidas de compensación que permitan llegar a la carbono neutralidad en 2050, y ya lo vienen haciendo.
¿Eso cómo se hace? Hay dos avenidas.
Una es con adquisición de tecnologías avanzadas, especializadas en reducir emisiones. Cada vez vemos que las térmicas pueden acceder a ellas como Gecelca 3 y 3,2, nuevas plantas de carbón en Montelíbano y Puerto Libertador, en Córdoba. Son mucho más eficientes que con la tecnología anterior, que tiene la misma empresa en la Guajira.
La otra es con mitigación. Hay un gran potencial en la reforestación y en empezar a incursionar en tecnologías de captura de carbono.
La Silla Vacía: ¿Y para la producción de carbón y petróleo? Porque en las últimas subastas hemos visto que hay menos oferta de plantas con esos combustibles, y eso implica menos demanda para la producción.
Diego Mesa: Hagamos una diferenciación.
El carbón térmico la gran mayoría lo exportamos y sabemos que países como China, India, Turquía o Indonesia lo van a seguir demandando. Va a haber carbón por mucho rato.
En los combustibles, cerca de la mitad del crudo que producimos se exporta y la otra mitad se consume acá como combustibles líquidos. Creo que en el futuro próximo la demanda va a continuar porque es fácil hacer la transición para movilidad terrestre, pero no para la aérea y fluvial, que siguen dependiendo de combustibles fósiles. Entonces vamos a seguir necesitando esa producción, y ver cómo encontramos mecanismos de mitigación y de compensación.
La Silla Vacía: Es decir que en el horizonte que ustedes tienen ¿a mediano y largo plazo no están viendo una reducción en la producción y el consumo interno de los combustibles fósiles?
Diego Mesa: En la producción no, e inclusive queremos aumentar la oferta. Por eso estamos haciendo este año una nueva ronda (una subasta en la que se ofrecen contratos para explorar y producir petróleo y gas) de la ANH, consolidando la reactivación de ese sector. Vemos un potencial en el sector transporte de incluir lo que hemos denominado combustibles de cero y bajas emisiones, como el gas.
Lo que sí vemos es un incremento significativo en la venta de vehículos eléctricos e híbridos, con cifras positivamente escandalosas, pero en parte porque arrancamos de una base muy baja.
En 2019, sancionamos la Ley de Movilidad Eléctrica que permitió a Colombia pasar a Chile o a República Dominicana y volverse el líder regional en venta de esos vehículos. El 2020, a pesar de la pandemia, vendimos más del 90 por ciento más que en 2019. Y este año en enero vendimos cerca del 120 por ciento más que en enero del 2020, y en febrero 213 por ciento más.
Yo creo que este año, con los números como vienen, podemos cerrar con cerca de 10 mil vehículos eléctricos o híbridos, cuando la meta era 6.600.
O sea, hay un gran potencial pero es muy difícil que todo el parque automotor se convierta a eléctrico o híbrido en los próximos diez años.
Estación de recarga de carros eléctricos en Bucaramanga. Foto: Essa
La Silla Vacía: Claro, pero eso implica menos demanda de combustibles fósiles en la próxima década y no solo en Colombia sino en países europeos que nos compran petróleo. Por eso le pregunto, ¿por qué a pesar de que la demanda no necesariamente va a aumentar, sí esperan un aumento en la producción?
Diego Mesa: Porque la demanda del parque automotor va a continuar creciendo. Lo que seguramente va a pasar es que esos incrementos se van a ir supliendo cada vez más con vehículos eléctricos pero no que caerá la demanda actual. Para que eso pase tiene que darse una reconversión total del parque automotor.
Colombia tiene una particularidad, y es que la vida útil de los vehículos es más larga que en otros países, cambiamos menos frecuentemente los carros. Entonces va creciendo el parque automotor y el recambio se está haciendo un poco más lento.
Lo otro que te mencionaba es la apuesta por combustibles de bajas emisiones. Ahí vemos apuestas importantes por incrementar los vehículos con gas natural, que ya son cerca 200.000 vehículos con ese combustible que es más económico y más amigable con el medio ambiente. Este año arranca la entrada del gas licuado de petróleo, que tiene beneficios similares. Vamos a tener las primeras estaciones de servicio de auto GLP y nauti GLP, para temas fluviales.
Entonces va a haber una recomposición, pero acompañada de un crecimiento de la demanda.
La Silla Vacía: O sea, aún con la transición, ven que se van a necesitar más combustibles fósiles. ¿De ahí surge esta urgencia de tomar decisiones frente al fracking en este gobierno?
Diego Mesa: Claro, es responsabilidad para tener autosuficiencia energética, sobre todo en gas.
Las reservas de gas natural vienen declinando: teníamos un poco más de 11 años cuando arrancamos, hoy estamos en ocho. Y ocho de cada diez colombianos lo usan para cocinar o bañarse.
Entonces ahí, además de seguir explorando en cuencas tradicionales, hay dos alternativas importantes: buscar costa afuera (en el mar), que venía un poco lento, y los yacimientos no convencionales, donde se cree que hay un potencial importante.
Primero lo primero. Nos comprometimos a hacer los proyectos piloto para asegurarnos de que la técnica de fracturamiento hidráulico con perforación horizontal se puede hacer de una manera responsable en Colombia; y para tener un conocimiento geológico del potencial de esos recursos.
La Silla Vacía: Volviendo a los escenarios de transformación de la matriz, ¿qué impacto puede tener en las tarifas de energía?
Diego Mesa: Nos criticaron cuando en el Plan de Desarrollo obligamos a que entre el 8 y el 10 por ciento de la energía que vende los comercializadores (como Enel-Codensa o EPM) venga de fuentes renovables no convencionales. Nos dijeron, como dice el exministro Tomás González, "van a subir las tarifas”.
Pero en la subasta (que le permitió a 22 comercializadoras e industrias firmar contratos a 15 años para recibir energía de ocho proyectos de energías renovables) para el precio de los contratos quedaron entre un 35 y un 40 por ciento por debajo de los que se pactan bilateralmente. Así que vemos un potencial de bajar las tarifas.
La Silla Vacía: ¿Bueno, yo escuché esa queja a los generadores térmicos pero también a los distribuidores, que se sentían obligados a hacer una transformación que les parecía costosa.
Diego Mesa: Te cuento otra infidencia: al día siguiente de la subasta recibí llamadas de agentes a decirme que cómo no los habían obligado a comprar más energía. ¡Nunca se imaginaron que iba a ser ese precio!
La Silla Vacía: ¿Cómo quedan las productoras de carbón con esta transición?
Diego Mesa: No las afecta tanto porque exportamos la mayoría en nuestra producción de carbón térmico. Sabíamos que el carbón iba a tener unos desafíos por la coyuntura internacional que además se aceleró con el covid: cayó la demanda mundial de cerca del 5 por ciento, la más grande desde la Segunda Guerra Mundial, y bajaron los precios.
Obviamente eso afectó, además de otros problemas como la huelga que paralizó durante 91 días a Cerrejón y la suspensión de Prodeco.
Frente a esto mi posición es reconocer que el carbón térmico colombiano es de muy alta calidad y que sigue teniendo mercado, pero también que tenemos que hacer un esfuerzo de competitividad, el gobierno y las empresas, para adaptarnos.
¿Qué puede hacer el gobierno? Entender que los precios para liquidar las regalías cambiarán porque ya el carbón no lo vamos a llevar a Europa sino a Turquía, Indonesia, China o India.
Por su parte, las empresas tienen que adaptarse a esos nuevos mercados y hacer contratos estables para competir y ser más eficientes. Creo que hay empresas que lo han logrado.
También tenemos que encontrar más salidas a ese carbón, ayudar a las empresas a hacer mitigación ambiental para que exporten con ventajas desde el punto de vista de economía verde, algo que estamos revisando con la Agencia Nacional de Minería.
La Silla Vacía: Pero también se ha hablado de bajar las tarifas de las regalías, aunque esto afectaría a los municipios mineros ¿Qué tan avanzada está la discusión?
Diego Mesa: Es prematuro discutir las tarifas, pero hay que reconocer los costos que pagan hoy las empresas para vender el carbón, porque al cambiar los mercados cambian los precios de referencia y el costo de los fletes, y eso tiene que reconocerse. En eso estamos trabajando.
Nuestra agenda de carbón incluyó también un tema de reconversión sociolaboral, lo primero es que queremos asegurar que estos depósitos continúen operando.
La Silla Vacía: ¿Ya hay un cambio en la metodología?
Diego Mesa: La Unidad de Planeación Minero Energética está haciendo un estudio para revisar la metodología sin cambiar las tarifas. Quiero ser muy claro: en este momento no estamos discutiendo las tarifas.
La Silla Vacía: ¿Por qué un cambio en la metodología si los costos de transporte están en la fórmula actual?
Diego Mesa: Porque en la metodología tarifaria, por ejemplo, había restricciones con respecto a los precios internos y externos porque era muy raro que el precio de exportación fuera menor que el interno. Pero en nuevos mercados puede estar por debajo y eso hay que reconocerlo.
Hay que asegurarse que esas metodologías reflejen la realidad.
La Silla Vacía: Hace unas semanas un periodista de La Silla estuvo en La Jagua y reportó el impacto de la salida de Prodeco. Quedó claro que estamos pensando en la transición energética en términos de años pero tiene efectos inmediatos y fuertes en las comunidades que dependen de la minería. ¿Cómo está pensando el Gobierno mitigarlos?
Diego Mesa: Es cierto y nuestra agenda incluye la reconversión sociolaboral. Lo primero es que queremos asegurar que los depósitos de Prodeco continúen operando. No puedo dar detalles por confidencialidad, pero hay interés fuerte de diferentes empresas, nacionales e internacionales.
Glencore y Prodeco lo saben. Ellos hoy son los titulares de esas minas pero podrían ceder sus títulos continuar con la operación lo que nos ayudaría a mantener esos empleos por ocho, diez años.
¿Cuál es la gran oportunidad? Las renovables no convencionales. Resulta que en La Guajira y Cesar es donde hay mayor potencial eólico y de solar. Vienen proyectos eólicos con una inversión que no se había visto, cerca de 10 billones de pesos, y que generan mano de obra.
Será una oferta de empleo nueva donde podemos, con asistencia técnica, ayudar a que las comunidades diversifiquen sus trabajos. Ya están funcionando programas del Sena para capacitar a la gente.
La Silla Vacía: ¿Pero sí basta? Porque una planta solar o una mina de cobre no requiere tantos trabajadores como una mina de carbón.
Diego Mesa: Claramente cualquier pérdida de empleo es lamentable, pero estamos tratando de reemplazar una industria que no es intensiva en mano de obra sino en capital, con dos industrias que sí son intensivas en mano de obra durante la construcción, pero en operación no.
La Silla Vacía: ¿Y cómo se irrigaría en los territorios esa inversión?
Diego Mesa: En inversión directa, porque la transición energética viene con inversiones en vías, acueducto y alcantarillado, puertos, y con con empleos e inversiones sociales.
Y un tema poco mencionado: en el Plan de Desarrollo incluimos las transferencias eléctricas para la energía renovable no convencional, como operan en las térmicas e hidroeléctricas.
¿Cómo funciona? El 1 por ciento de las ventas de energía van para proyectos de servicios básicos o vías terciarias para las comunidades del área de influencia o para el municipio. Esos recursos adicionales pueden ayudar a cerrar brechas sociales y diversificar las economías locales.
La Silla Vacía: Dijo hace poco en una conferencia que la minería es estratégica para la transición energética ¿Por qué?
Diego Mesa: Porque los metales se necesitan para hacer turbinas eólicas, paneles solares, baterías, como el cobre, oro, níquel, molibdeno, de los que tenemos un potencial enorme.
El Banco Mundial dice que en los próximos 25 años el mundo va a demandar más cobre de lo que demandó en los últimos 150 años.
Tenemos que apostarle a esos minerales.
En la primera licitación de las áreas mineras estratégicas incluimos las de potencial de cobre en Guajira y Cesar, pensando que pueden aprovechar que hay mano de obra especializada que ya trabaja en minería.
La Silla Vacía: ¿Pero no eso implicaría también una gran transformación industrial para que podamos producir turbinas y paneles?
Diego Mesa: Ya hay producción nacional de paneles solares y de controladores de carga e inversores, que no teníamos. Ahí obviamente hay una gran oportunidad.
La Silla Vacía: En la reforma tributaria que viene seguramente va a haber una discusión sobre el impuesto al carbono y sobre gravar más a las industrias minera y petrolera. ¿Cuál es la posición del Ministerio?
Diego Mesa: Tengo entendido que viene una reforma social y fiscal, no tributaria.
En cuanto al impuesto al carbono, el de Colombia opera y creemos que los efectos negativos del sector se deben traducir en dinero con mecanismos como él. Somos conscientes de que lo más natural es que ese impuesto pueda abarcar a más combustibles. Pero también creemos, y hemos dicho, que cualquier cambio debe ser gradual, con una transición para dar tiempo para que las tecnologías se adapten.
La Silla Vacía: Por último, esta transición arrancó en gobiernos anteriores, pero es claro que se aceleró en este ¿Hasta qué punto cree que lo dejarán andando, y cuál va a ser el gran reto del siguiente ministro?
Diego Mesa: Yo creo que con lo que se ha hecho en este gobierno ya el proceso no tiene reversa. Y ya no tiene porque los beneficios económicos, sociales y ambientales son innegables.
Una cuña: este gobierno cree en la continuidad de las políticas públicas. En los ochos años del gobierno anterior hubo siete ministros, por lo que pensar en continuidad de políticas públicas era muy difícil. Aquí llegamos con una política de cuatro años, hubo cambio de ministra por temas personales, pero continuamos la política que diseñamos e implementamos desde el inicio.
Creo que es muy difícil desmontar un sector que viene creciendo con tanta fuerza, que genera empleo e inversión y que además ayuda en la lucha contra el cambio climático de manera contundente.
¿Qué retos vienen? Pensar en los siguientes pasos, para los que estamos empezando a construir hojas de ruta, como para el hidrógeno, el hidrógeno verde y el azul, la geotermia. Pero yo creo que esto es un camino que arrancó y se consolidó en este gobierno y que va a estar presente en los próximos 10, 20 y 30 años.