El candidato Gustavo Petro cumplió la promesa que hizo el 13 de marzo: intentar crecer fuera de su coalición, el Pacto Histórico, hacia “un frente amplio” con el que apuesta a ganar las elecciones en la primera vuelta. No lo hizo, como muchos esperaban, con su fórmula vicepresidencial, pero sí con el cargo clave de jefe de debate.
Petro nombró a Alfonso Prada, un político profesional: mano derecha de Juan Manuel Santos en la Presidencia, como su secretario general; muy cercano al exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa (crítico acérrimo de Petro); y con un pasado político vinculado con los favores y las negociaciones de pasillo en Bogotá.
Se trata de un perfil, el de político cercano al establecimiento, que Petro ha criticado en el pasado, pero que en esta campaña ha privilegiado: varios de sus nuevos aliados han tenido poder en los gobiernos anteriores, sobre todo el de Juan Manuel Santos. Es el caso de Roy Barreras, que lideró la campaña al Senado del Pacto Histórico, y Armando Benedetti, que desde noviembre maneja la agenda de Petro.
Justamente Roy y Benedetti desde el Congreso, y Prada como secretario general, fueron tres de las principales puntas de lanza de la aplanadora que el gobierno Santos mantuvo a punta de mermelada en el Congreso.
La llegada de Prada ya se siente en el Pacto Histórico. Dos días después de asumir el cargo armó un equipo para la jefatura de debate en el que destacan varias figuras protagónicas del gobierno Santos: está Roy Barreras, negociador de paz del acuerdo con las Farc; Clara López, exministra de Trabajo de Santos y hoy senadora electa del Pacto Histórico; los senadores Roosvelt Rodríguez (que viene de la poderosa maquinaria de la exgobernadora del Valle Dilian Francisca Toro) y Luis Fernando Velasco (Liberal), ambos parte de la coalición de Gobierno de Santos; el exsenador de Cambio Radical Temístocles Ortega y el senador Verde Jorge Londoño.
Se trata de figuras que ya estaban con Petro, pero que al venir de sectores distintos a la izquierda tienen más facilidad para tender puentes con nuevos posibles aliados.
“Prada armó el equipo con los congresistas y directivos que venimos de otros partidos y organizaciones”, dijo el senador Rodríguez. De los aliados anteriores de Petro solo quedó en el comité de jefatura de debate Eduardo Noriega, exsecretario general de Petro en la Alcaldía.
Prada llegó con el mandato de hacer acuerdos con otros sectores políticos, sobre todo tradicionales, para que la lista de aliados nuevos de Petro siga creciendo. Es un rol de negociante que conoce bien. Y que le ha traído cuestionamientos.
Un político transaccional
Alfonso Prada lleva en la política más de 30 años. De la mano de Enrique Peñalosa, fue concejal de Bogotá entre 1997 y 2006, y representante a la Cámara entre 2010 y 2014, periodo en el que fue uno de los mayores críticos de la alcaldía de Petro en la capital. En 2014 salió del Congreso y se montó en la campaña reeleccionista de Juan Manuel Santos, que coordinó en Bogotá. Tras su victoria, Santos lo nombró en agradecimiento en la dirección del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), una entidad que tiene a su cargo un presupuesto de 3 billones de pesos anuales.
En 2017 Prada renunció al Sena para asumir como secretario general de la presidencia de Santos, el funcionario normalmente encargado de negociar con los congresistas uno a uno para que marche la agenda legislativa del Gobierno, rol que asumió Prada. Pero estando en ese cargo estalló un escándalo por su manejo del Sena: la entonces directora, María Andrea Nieto, dijo que Prada dejó desfinanciadas al menos 13 obras que contrató como director del Sena y que no se habían entregado por irregularidades en la contratación.
Tras esa acusación, la Procuraduría y la Fiscalía empezaron investigaciones sobre la contratación en el Sena, que concluyeron este año cuando la Fiscalía archivó el caso en el que investigaba cuatro contratos, argumentando que estos se firmaron cuando Prada ya había dejado la entidad.
Aunque no tiene ninguna condena, sus prácticas de política transaccional y favores sí tienen varias muestras concretas. Prada contrató directamente desde el Sena con la empresa estatal de correos 4-72, que estaba dirigida por su pareja, Adriana Barragán. El contrato fue por 18.000 millones de pesos y tenía como objetivo ordenar el gasto en el Sena, pero fue cuestionado por la emisora W Radio, porque la empresa 4-72 no tenía la capacidad operativa para cumplir el objeto de este contrato y tuvo que subcontratar a otra empresa para poder responder.