Esta semana El Colombiano, el principal periódico de Antioquia, cambió oficialmente sus dos cargos clave: la presidencia, encargada de los negocios; y la dirección, encargada de la línea editorial.

Pablo Gómez Mora, presidente desde 2019, fue reemplazado por Ignacio Gaitán, quien viene de ser funcionario del presidente Iván Duque como gerente de la agencia de innovación Innpulsa, y es parte de su círculo de la Universidad Sergio Arboleda en su gobierno.

En la dirección, a cargo de Martha Ortiz Gómez desde 2012, fue elegida la periodista Luz María Sierra, hasta ahora panelista de la mesa de Blu Radio, exeditora general de Semana, jefe de redacción de El Tiempo, y quien durante poco más de un año fue estratega de comunicaciones y asesora del exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa.

Sierra dijo que dejará su rol en Blu para dedicarse exclusivamente a El Colombiano. 

Así, por primera vez en casi 40 años, ninguno de estos dos cargos es ocupado por uno de los miembros de los dueños, la familia Gómez Martínez, que hasta 2019 compartía la marca con la familia Hernández.

El relevo, según le dijeron a La Silla sus nuevas cabezas, irá a fortalecer la misión del periódico de defensa de la “institucionalidad y la democracia”. Esto con un CEO, Gaitán, con un vínculo directo con el entorno empresarial y el gobierno Duque. Y dirigido por Sierra, una periodista con una carrera premiada en medios durante 30 años, y que trabajó con uno de los hoy candidatos de centro derecha, Peñalosa.

La apuesta es también una forma de desligar a la familia Gómez de los puestos directivos, en medio de sus diferencias frente al manejo de la empresa. Además, coincide con un llamado de un sector de la derecha paisa a que el periódico tome posturas más contundentes en un contexto preelectoral.

Una voz más fuerte

Los cambios en El Colombiano llegan a una ciudad donde los sectores de derecha, que tradicionalmente han sido interpretados por el diario y están inmersos en una pelea con la alcaldía de Daniel Quintero, tienen expectativas de recuperar una tribuna fuerte. 

El representante del Centro Democrático Juan Espinal, del equipo de la senadora Paola Holguín, dice que “es una oportunidad para reinventarse desde su línea editorial como lo hizo la Revista Semana. En los últimos años, en el tema político, a El Colombiano le ha faltado determinación en las posiciones”.

Su lectura coincide con la de otras dos fuentes, una del empresariado y otra del uribismo, que pidieron no ser citadas. “Más allá de las editoriales, El Colombiano no estaba poniendo agenda con temas duros contra Quintero”, dijo una de las fuentes.

Sin embargo, Gaitán y Sierra dicen que el cambio que traerán al periódico no implica afiliarlo con un sector político, aunque sí con algunos valores. “En la vida hay dos orillas. Estamos para extender un hilo entre las dos orillas. Pero en ese hilo deben haber unos mínimos. Los fundadores tienen claro que esta es una institución para defensa de la democracia y las instituciones, y ahí me voy a parar. Ante cualquier amenaza a eso vamos a estar vigilantes”, dice Gaitán.

Parte de los cambios que han comenzado a darse apuntan a una redacción más enfocada en la especialización de los temas. La Silla supo que el esquema de la redacción implementado por Ortiz, que separa las noticias en web de las notas en profundidad, está siendo replanteado en conversación con los periodistas. 

“El tema de investigación para mí es fundamental”, dice Sierra. “Donde haya excesos, donde haya corrupción, y si las autoridades no intervienen, el periodismo está para denunciarlo”.

Ese giro se da en un contexto en el que la disputa entre la alcaldía de Daniel Quintero y el uribismo va más allá de lo local. El enfrentamiento ha puesto en juego la puja por los votos de Antioquia para 2022. Además, la ciudad vive un proceso de revocatoria y está en curso la recolección de firmas de los opositores a Quintero.

Gaitán dice que, en general, las posturas duras “las vamos a asumir desde la investigación. La defensa de las instituciones implica que los gobernantes son los electos, mientras no pase lo contrario. Solo vamos a entrar a los debates a partir de los datos. No solo a mostrar las dos versiones, sino a tener la capacidad de tomar una posición frente a ellas”.

Detrás del cambio de dirigencia hay un punto de inflexión en uno de los últimos diarios familiares de Colombia. Una tradición en extinción, que en Medellín llega a su cuarta generación tras sobrevivir a un proceso de transición con conflictos.

Una sola familia, varias visiones

El cambio de rumbo de El Colombiano comenzó en 2019, cuando la familia Gómez Martínez, dueña de la mitad del diario, le compró la otra mitad de la marca a la familia Hernández. Hasta ese momento, los Gómez habían estado frente a la dirección del periódico y los Hernández se encargaban de la parte gerencial. La compra significó que los Gómez también comenzaron a dirigir los negocios, con el presidente Pablo Gómez Mora.

Pero, con el periódico en manos de un solo apellido, se profundizaron diferencias entre las siete casas de la familia. Después de la compra, la directora Martha Ortiz Gómez renunció a la dirección, pero regresó al cargo solo un mes después.

El movimiento y su reversazo fueron un reflejo de la dificultad de los sectores de la familia para acordar una figura en la dirección que dejara conformes a todos, según le dijeron a La Silla tres fuentes cercanas a los Gómez.

Las diferencias más visibles se dieron entre Ortiz Gómez y la anterior directora, Ana Mercedes Gómez. Bajo el mando de esta última, durante el gobierno de Álvaro Uribe, El Colombiano se inscribió más directamente en una línea afín al uribismo.

La llegada de Ortiz en 2012, además del rediseño del periódico, implicó un giro hacia una línea editorial menos política, en la que los vínculos empresariales fueron más claros, en especial con la buena relación con el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), que mantiene una de las sillas de la junta directiva con Juan Luis Aristizábal, presidente de Conconcreto. 

Con la compra de la totalidad del periódico en 2019 por los Gómez Martínez, empezó una transición que buscó alejar a la familia de la dirección del diario. Los cambios anunciados ahora son el fruto de un objetivo que no estuvo exento de conflictos. 

Relevo y amague de compra

Ignacio Gaitán, el nuevo gerente, le dijo a La Silla que comenzó un proceso para ocupar la gerencia desde febrero de este año. Todas sus entrevistas, agrega, fueron con la junta directiva del periódico, no con la familia dueña.

En abril le anunciaron que había sido elegido. “Hablé con el presidente Duque, con quien tengo una relación personal además de la laboral. Me pidió que le diera un tiempo, y yo pedí lo mismo a la junta de El Colombiano”, dice.

Comenzó a acercarse como asesor de la junta, y en junio volvió a hablar con Duque. Acordaron que seguiría en Innpulsa hasta agosto, para salir previo al último año de Gobierno.

Pero en medio de ese proceso hubo un movimiento que reflejó las distintas tendencias dentro de los dueños de El Colombiano. 

Manuel Villa Mejía, uno de los herederos de cuarta generación del diario, y también exsecretario privado de Federico Gutiérrez cuando fue alcalde de Medellín, presentó junto a un grupo de empresarios una oferta para comprar el periódico por 7.000 millones de pesos.

La propuesta se filtró el mismo día que fue enviada, el 1 de julio, junto con el nombre de Gaitán como probable presidente del diario. Ambas partes negaron haber compartido la oferta de compra.

En cualquier caso, la filtración cayó mal entre los otros accionistas, según le dijeron a La Silla dos fuentes del empresariado paisa y otras dos cercanas a El Colombiano. La razón principal fue el precio bajo de la oferta.

En su motivación, la oferta de compra de Villa dice que “busca reivindicar el propósito superior y filosófico sobre el cual fue forjado El Colombiano”, en palabras del mismo documento “defendiendo la democracia, la institucionalidad y las libertades”.

Villa, quien según dos fuentes que conocen a la familia es particularmente cercano a Ana Mercedes Gómez, dijo que firmó un acuerdo de confidencialidad y no puede hablar de la oferta.

“No sabemos quién la filtró, ni con qué intereses. Hay muchos empresarios detrás de la oferta, pero no estoy autorizado para decir quiénes. Yo hago parte de la familia, soy de la cuarta generación y he tenido una vocación por lo público y lo social. Federico Gutiérrez no tiene nada que ver, es uno de los sorprendidos”, dice Villa. 

El exsecretario privado fue una de las figuras más visibles de la alcaldía de Gutiérrez, quien hoy es precandidato presidencial. Villa fue el alcalde encargado más joven de Medellín, algo que fue destacado por El Colombiano. También estuvo al frente de la estrategia de la Alcaldía “Medellín abraza su historia”, una apuesta en la que el diario fue aliado. Buscaba resignificar hitos de violencia en la ciudad, comenzando por la demolición del edificio Mónaco, de propiedad del narcotraficante Pablo Escobar.

Villa dijo que no participa directamente en la campaña de Gutiérrez, aunque lo acompaña “en lo que pueda hacer y ayudarle”, y que entre sus planes considera llegar a la Alcaldía, aunque tiene el periódico como prioridad: “No tengo ningún problema en desistir y dedicarme a El Colombiano”.

Pese a esto, su oferta de compra no recibió respuesta y se siguió el plan original, que implicaba la llegada de Gaitán a la presidencia. 

A esto se sumó la salida de Martha Ortiz Gómez. 

“Una vez se filtra mi nombre, conozco de primera voz que Martha va a dejar la dirección, algo que dijo que venía pensando hace un año”, dijo Gaitán. 

Con la salida de Ortiz Gómez, Gaitán lideró junto a la junta el proceso para elegir a Luz María Sierra como directora. Sierra dice que comenzó el proceso hace unos 20 días y que decidió dejar su rol como panelista de Blu Radio para asumir el cargo.

Gaitán dice que, con la llegada de Sierra, una periodista con carrera en medios nacionales, siguen la línea que ha recibido de la dirigencia del periódico: “El mandato principal que nos dieron, desde mi llegada fue ese: una administración independiente de la familia, y ya se está dando”.

Periodista en La Silla Vacía hasta 2023. Estudié periodismo en la Universidad de Antioquia y allí hice un diplomado en periodismo literario. Trabajé en El Colombiano y fui subeditor del impreso de El Tiempo. En 2022 participé en el libro 'Los presidenciables' de La Silla Vacía y en 2020 hice parte...