Cuando una periodista cuelga los guantes: Lucy Nieto Samper

Cuando una periodista cuelga los guantes: Lucy Nieto Samper
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Foto: Semana

A finales del año pasado, Lucy Nieto de Samper, la periodista que ha ejercido durante más tiempo este oficio, escribió su última columna en El Tiempo.  “Hago un recuento de casi un siglo de vida, y veo que es hora de hacer como los boxeadores: colgar los guantes”. Hay muchas formas de colgar los guantes cuando se es periodista. Ella lo hizo de la forma más digna posible.

Lucy Nieto comenzó a escribir en Cromos en 1952 sobre “temas de mujeres”, también hizo radio y televisión; en 1963, arrancó con su columna “Cosas que pasan” y sólo la abandonó en 2022, en vísperas de su cumpleaños número cien. Escribió durante 60 años sobre cosas que “pasan” en los gobiernos de turno, en la ciudad, en la vida de la gente. 

Lucy Nieto representa una época del oficio periodístico de opinión que está en vías de extinción. Con el auge de las redes sociales, las audiencias se han fragmentado y la influencia de los columnistas de medios ha sido gradualmente reemplazada por la de los influencers digitales. 

También pertenece al pasado su excesiva modestia, su convicción de que tan solo hizo lo que le deparó el destino. Dice que entró a trabajar como periodista porque quedó viuda joven con cinco hijos a quienes tenía que sostener y venía de un hogar de intelectuales —siendo hija del político y periodista Luis Eduardo Nieto Caballero y de María Calderón, la jefa de Las Policarpas, un grupo de mujeres muy activas contra la dictadura de Rojas Pinilla— cercanos a los directores de medios de la época. Y que lo único que hizo fue escribir lo que veía y le parecía importante. 

Le pareció importante, por ejemplo, dar la pelea a favor del uso de anticonceptivos, en una época en la que los postulados de la Iglesia Católica gozaban de aceptación generalizada. También lo hizo a favor del derecho a votar de las mujeres, de un trato digno para las empleadas domésticas y en contra de la dictadura de Rojas Pinilla. En sus últimos años, abogó por el derecho a una muerte digna, en contra de la explotación de los taxistas y por mayor seguridad en Bogotá. A Duque le criticó su falta de criterio y su negligencia para aplicar el Acuerdo de Paz, y a Petro su impuntualidad crónica y sus posiciones frente a dictaduras del continente.

Su columna tuvo el gran valor de ser un espacio en el que ella escribía lo que de verdad pensaba. Y es que en una sociedad que valora la lealtad por encima de otras virtudes, escribir lo que de verdad se piensa suele tener un costo. El que critica públicamente se suele ver —y tratar— ante todo como un enemigo. A veces un enemigo chiquito, a veces uno grande, pero rara vez como alguien que señala de buena fe aspectos que podrían mejorarse o de los que se podría aprender.

Hay múltiples formas de colgar los guantes en el oficio. Usar las columnas para avanzar rencillas personales o por el contrario, para granjearse amistades o negocios. O usar el espacio solo para contagiar de desesperanza a los lectores. 

Pero quizás la forma más usual de colgar los guantes —y esto afecta por igual a columnistas y a reporteros— es dejarse invadir por el cinismo, la sensación de que no hay causa que valga la pena. Lucy Nieto dejó de escribir sin haber colgado realmente los guantes.

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