Plantar 180 millones de árboles arrancaría con sembrar 5 millones en dos días. El gran reto es sumar a muchos sectores.

El 30 de enero, después de sobrevolar el parque Nacional de Chiribiquete en compañía de Howard Buffett, el heredero de la tercera fortuna más grande del mundo, el presidente Iván Duque reiteró triunfante desde allí una de sus mayores ambiciones en materia medioambiental: sembrar 180 millones de árboles antes de que termine su Presidencia. 

Desde entonces, y faltando un mes para la primera de las “sembratones” que contempla su plan, su promesa ha sido cuestionada por distintos líderes de opinión  y expertos que dudan que el gobierno pueda realizar esta meta de aquí a dos años o cuestionan su conveniencia frente a otras prioridades.  

En esto va el plan.

La promesa

Antes de anunciarlo en Chiribiquete, fue en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, donde el presidente Duque se comprometió a sembrar 180 millones de árboles, es decir, alrededor de 300 mil hectáreas sembradas. 

Lo hizo con otros países en el lanzamiento de la plataforma “Campeones por un billón de árboles”, que parte del hallazgo de que una de las formas más efectivas de contrarrestar el dióxido de carbono en la atmósfera es a través de la siembra de árboles. Se comprometieron a sembrar 1 billón de árboles para el 2050.  

Antes de Davos, Duque ya había hecho esa promesa en el Plan Nacional de Desarrollo, pero más grande: en el plan se había comprometido a plantar 360 millones de árboles, sumando la siembra motivada por la reforestación comercial y silvopastoril.   

El objetivo de restaurar 300 mil hectáreas sembradas para 2022 significa incrementar en un 30 por ciento las metas de reforestación de los dos periodos de Santos, las cuales fueron de 90 mil y 210 mil hectáreas respectivamente.

Porque este tema no era nuevo para el Gobierno, cuando Duque hizo su promesa en Davos y luego en Chiribiquete, ya tenía avanzado el 13,7 por ciento de su tarea, es decir, la siembra de 24,7 millones de árboles. 

 

Ahora, para que el Gobierno cumpla con el objetivo grande, se ha propuesto alcanzar antes algunas metas de corto plazo: 3 jornadas de “sembratones” de 5 millones de árboles durante este año. 

La primera tendrá lugar en un mes, el próximo 21 y 22 de marzo.

Es una iniciativa liderada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible con el hashtag: #PorqueSembrarNosUne. 

Está convocando a los colombianos a través de un formulario digital para que digan cómo se quieren sumar a la campaña, si lo quieren hacer aportando árboles para sembrar o terreno para sembrarlos. Los lugares dispuestos para la siembra los facilitarán, principalmente, las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) de 11 departamentos. 

Mientras tanto, el Ministerio de Ambiente ya comprometió a varias alcaldías y gobernaciones para que muevan la causa en el nivel local. También dice que tienen metidos en el plan a las Fuerzas Militares y a organizaciones ambientales, aunque una organización con la que hablamos dice que no los han contactado todavía. 

Un ejemplo sobre cómo avanza este proceso en lo local nos lo contó Carlos Silva, vocero de la campaña en la CAR de Cundinamarca, quien dice que actualmente están buscando las zonas más adecuadas para hacer las siembras.

“Las condiciones climáticas han complicado esta búsqueda porque recientemente hemos perdido reservas de agua debido a las altas temperaturas”, explica Silva. Agrega que si el suelo está seco, los árboles tendrían pocas posibilidades de sobrevivir.

Silva le explicó a La Silla Vacía que le darán prioridad a predios que pertenecen a la CAR, pero que también están buscando sembrar en otros lugares, como en los alrededores del Río Bogotá o en predios privados. Dice que están hablando con propietarios privados para venderles la idea de sembrar en sus terrenos.   

Pero como no hay todavía claridad sobre los lugares donde se va a sembrar, tampoco tienen definidas las especies de árboles que se van a sembrar en cada lugar. Una vez lo sepan, dice que comenzarán a llamar a alcaldías, curias y colegios para que ayuden con la siembra. 

La logística es compleja, pues para que la “sembratón” sea un éxito necesitarán gente dispuesta a ir tres días antes a abrir la tierra y echarle abono para dejarla lista para la jornada. Sólo cuando sepan esto podrán comprar los árboles en viveros certificados.

Teniendo en cuenta las diferencias entre especies, tamaños y distancias a transportar, sembrar un árbol puede costar entre $6 mil y $200 mil pesos, y así también cambiar las cuentas sobre cuánto costará financiar esta ambición. 

Desde el Ministerio calculan que sembrar cada árbol podría costar aproximadamente $7 mil pesos, incluyendo el transporte al sitio de la siembra, preparar el terreno y los abonos. 

Es decir, la primer “sembratón” costaría un total de 35 mil millones de pesos, asumiendo que se hará con voluntarios y con la Fuerza Pública y maestros. 

Para la cifra total de los 180 millones de árboles, la inversión necesaria sería un poco más de 1,2 billones de pesos. Un presupuesto equivalente a la cooperación internacional que aportan Noruega, Alemania y Reino Unido contra la deforestación.

Aunque en el viaje de Chiribiquete, Buffet se comprometió con Duque a aportar a este plan, según el Ministerio ese espaldarazo aún no se ha concretado ni en un monto ni en una fecha para la donación.

Por ahora, el equipo técnico que en el Ministerio de Ambiente coordina la “sembratón” dice que la plata para financiar la primera jornada está asegurada. Como la restauración de áreas degradadas es responsabilidad de cada una de las 33 Corporaciones Autónomas regionales (CAR), las actividades se financiarán con los recursos propios de estas entidades, así como los de gobernaciones y alcaldías. 

La CAR Cundinamarca, por ejemplo, tiene un presupuesto de inversión para 2020 de más de 600 mil millones, y para lo relacionado con gestión del riesgo y cambio climático más de 30 mil millones, con lo cual tendría para aportar a la meta de la sembratón.

Por los 5 millones de árboles sembrados, si llegan a su etapa adulta, el país removería alrededor de 1 millón de toneladas de CO2 por año, una décima parte de las emisiones que produce Bogotá al año según datos del Ideam.

Colombia aportó en 2019 el 0,57 por ciento de gases de efecto invernadero del mundo.

El debate

La propuesta de los 180 millones de árboles, y en particular la de los ‘sembratones’, ha suscitado debate entre los ambientalistas por razones prácticas, y por razones de conveniencia.

Francisco Torres Romero, ingeniero forestal y Jefe del plan de restauración de bosque seco de la Fundación Natura, dijo en una columna que la siembra de árboles debe hacerse de forma planificada y no a las carreras para generar noticias llamativas. 

Torres duda que la “sembratón” contemple la adquisición de insumos como fertilizantes y materia orgánica, que es lo que garantiza que los árboles crezcan óptimamente; o que la campaña contemple acciones de seguimiento de lo plantado.

“Esta próxima jornada de “sembratón” podría convertirse en otra frustración ambiental”, dice Torres. 

Afirma que en experiencias anteriores de siembra de árboles, como la del seguimiento que hicieron a SINA II -un programa que incluía reforestación que se llevó a cabo entre 2004 y 2012- no tener un adecuado control de calidad sobre el material sembrado condujo en algunos casos a que hasta el 80 por ciento de los árboles murieran.

“Se pierde control técnico. Por el ánimo de hacer más, no se hace bien”, dice Torres. 

Leidy Franco, una estudiante de Ingeniería Ambiental en Medellín que ha participado en otras campañas de siembra de árboles y que le emociona la próxima ‘sembratón’, está de acuerdo. 

“Cuando he ido antes, se siembra pero se hace mal, sin gente capacitada que le enseñe a los voluntarios cómo hacer bien la tarea”, dice.  “La idea es que vivan los árboles que sembramos, porque gastar recursos para que se mueran a los pocos meses no es justo con nadie”.

Un antecedente que da una idea del desafío de esta ‘sembratón’ fue la jornada que se hizo el año pasado en Bogotá para sembrar 10 mil árboles en un día; fracasó porque no había plantas suficientes en los viveros para alimentar la demanda de esa cantidad de árboles en un día.

Torres dice que, además, hay demasiados factores que no se pueden controlar en una jornada tan corta: si el día anterior hace mucho sol o llueve mucho, por ejemplo, afecta el éxito de la jornada. 

Por último, cree que el Sistema de Información Ambiental de Colombia (SIAC) no sirve adecuadamente para llevar un registro confiable de la información sobre árboles sembrados y que registra información que no se puede verificar en campo.

Contra las dudas acerca del seguimiento que se hará a la “sembratón” en el futuro, en el Ministerio creen que el SIAC, al cual le reportan todas las CAR, tiene la capacidad de vigilar el estado del material sembrado.  

En cualquier caso, en el Ministerio dice que van a generar una aplicación para que la gente pueda seguir cuántos árboles se han sembrado y los que se sembrarán en el futuro. 

La otra discusión es más sobre si Colombia debe invertir esta cantidad de plata y de esfuerzo en esta siembra masiva de árboles.

Por ejemplo, Jorge Velásquez, quien es ecologista espacial en la organización The Nature Conservancy, dice que sembrar los 180 millones de árboles costaría 9 veces el presupuesto asignado para parques nacionales en 2019 (aunque asume que se le pagará a los que hagan la siembra, algo que no parece contemplar el Ministerio):

Por el contrario, Manuel Rodríguez Becerra, exministro de Medio Ambiente y  miembro del Foro Nacional Ambiental,  cree que la meta de Duque es difícil de lograr, pero que hay cómo hacerla porque el sector ambiental ha recibido muchos recursos provenientes del impuesto al carbono, la participación en las regalías que implica 900 mil millones de pesos anuales para la protección ambiental, entre otros. 

La “sembratón” también le parece buena para crear conciencia en las personas acerca de la importancia de sembrar árboles, pero tiene reservas sobre la forma:   

“Las “sembratones” están de moda desde hace una década y han servido en otros países como Etiopía para cumplir las metas del gobierno”, dice. “Pero la promesa de Duque no se va a cumplir a punta de ‘sembratones’. No se trata de sembrar en dos días y ya, sino de cuidar los 5 o 7 años de trabajo intensivo posteriores que se necesitan para que los árboles sobrevivan”.

Rodríguez dice que lo que es urgente hacer es un Plan Nacional Forestal para los próximos 10 o 15 años y crear un Plan Decenal Forestal, para que el tema de reforestación se trate a más a largo plazo y no se queden en el mensaje populista de un Gobierno. 

Colombia sufre actualmente un proceso acelerado de deforestación, como lo explicó La Silla en este especial sobre el tema en el que mostramos que en 2018 se deforestaron 197 mil hectáreas, solo 100 mil menos de las que el presidente Duque quiere sembrar en los próximos años.  

El 74 por ciento de la deforestación ocurre en sólo 25 municipios, y en los parques naturales, por lo que surge la pregunta sobre si la estrategia de la siembra masiva de árboles es la más conveniente.

A pesar de las dudas alrededor de esta promesa del Presidente, al menos una cosa es clara para todos los implicados: sembrar un árbol es una de las pocas causas que todavía puede convocar a todos los colombianos.

Soy editor de la Silla Académica y cubro las movidas del poder alrededor del medioambiente en la Silla.